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Ramallo, la joya escondida del Paraná

Excursión náutica. Casi 40 kilómetros en lancha para conocer Ramallo desde el río. (Gentileza: Maira Benito Revollo)
Excursión náutica. Casi 40 kilómetros en lancha para conocer Ramallo desde el río. (Gentileza: Maira Benito Revollo)

Este pueblo bonaerense, a dos horas y media de Capital Federal, se destaca por sus bellos paseos náuticos, la calma de sus extensas playas y una interesante gastronomía.

“Los extremos no son buenos”, larga el guía náutico Daniel Castelló mientras vira su lancha por el arroyo Las Hermanas hacia el inmenso río Paraná. Al caer la tarde brillan las aguas en Ramallo, ciudad ribereña ubicada a 214 kilómetros de Buenos Aires. Dice Castelló, firme al volante: “El río está en 2,50 metros. Es la medida ideal aunque se espera una crecida. Nosotros vivimos del equilibrio: ni poca, ni mucha agua”.

En esta zona se habla en términos costeros: bajante, marea y bañados. Es una de las excursiones náuticas preferidas por los visitantes: casi 40 kilómetros en lancha para conocer Ramallo desde el río.

Ramallo está listo para el verano con la puesta a punto de su Paseo Costanero con vista al río y sus islas. (Gentileza: Maira Benito Revollo)
Ramallo está listo para el verano con la puesta a punto de su Paseo Costanero con vista al río y sus islas. (Gentileza: Maira Benito Revollo)

De a poco se abre el Paraná en su amplio horizonte: la embarcación recorre los paradores, el muelle de la ex junta nacional de granos, la zona de camping y el puerto hasta Costa Pobre. Tras un sigiloso andar, se interna en un territorio de islas bajo el vaivén de los camalotes, punto cúlmine de flora y fauna. El canto de las ranas apenas interrumpe el silencio sobrecogedor que se cierne en la brisa primaveral.

Antes de finalizar en una zona de ranchos -casas de fin de semana construidas sobre la panza del delta-, se visita la estancia Estrella Federal y entonces el guía sugiere, con una ligera sonrisa: “Acá no necesitamos terapia. Abrimos una lata de cerveza, una reposera y suspirar con este entorno natural”.

Playas espaciosas, calidad hotelera y sitios históricos

A lo largo del Paraná hay embarcaciones que entran y salen, leyendas de navíos nazis encallados en la orilla y tres kilómetros de playa. Luego de un verano que, según cifras oficiales, fue el mejor de los últimos 10 años, Ramallo espera repetirlo con la puesta a punto de su Paseo Costanero con vista al río y sus islas. Allí cuenta con una infraestructura que incluye servicios de camping, parrillas, bares y restaurantes en las orillas.

La localidad de Ramallo cuenta con 1.200 plazas de alojamiento. (Gentileza: Maira Benito Revollo)
La localidad de Ramallo cuenta con 1.200 plazas de alojamiento. (Gentileza: Maira Benito Revollo)

“Los turistas pueden disfrutar del río pescando y a través de la práctica de deportes náuticos en veleros, lanchas, kayaks, piraguas, motos de agua, tablas de surf y esquíes. Además, pueden conocer el casco urbano realizando recorridos guiados por la zona histórica”, dice Felipe López, subsecretario de Turismo. Barrancas, vistas panorámicas, windsurf y espaciosas playas en los balnearios Municipal y Costa Pobre se mezclan con atractivos como las islas Lechiguanas, el Club Ramallo, el castillo Rafael Obligado, la estancia el Oratorio y el Club de Vela Barlovento. Cualquier visitante puede aprovechar la calma de este pueblo de casi 40 mil habitantes, disfrutar la sombra de un árbol añoso y ocupar algún asador al aire libre con su familia.

El encanto de sus bulevares se desplaza hacia la plaza José María Bustos, cuatro manzanas completamente arboladas con una réplica de la Pirámide de Mayo y un viejo cañón utilizado en batallas navales. Ramallo invita a ser recorrido a pie o en bicicleta. “También tiene mucha fuerza el segmento del turismo rural en establecimientos de campo de pueblos, como El Paraíso o Pérez Millán”, destaca López.

Ideal para disfrutar de amaneceres y atardeceres, el río ofrece extensas playas para conocer. (Gentileza: Maira Benito Revollo)
Ideal para disfrutar de amaneceres y atardeceres, el río ofrece extensas playas para conocer. (Gentileza: Maira Benito Revollo)

Sus 1.200 plazas de alojamiento encuentran en el gran hotel Camberland una deslumbrante vista del alba y de los atardeceres. Ubicado frente al río Paraná, se erige como la combinación perfecta para los negocios, esparcimiento y relax, con spa, gimnasio, un salón para 200 personas, una piscina al aire libre y otra climatizada. Una opción Resort lejos del ruido, con buena gastronomía.

Uno de los puntos culturales es la parroquia San Francisco Javier, de estilo neogótico con un vistoso reloj, y el edificio del Palacio Municipal, de moderna arquitectura. Tampoco puede faltar una visita al Museo Histórico Municipal, sede del gobierno municipal hasta 1969 y que cuenta con cuatro salas de objetos y documentos sobre la historia del pueblo, además de mobiliarios del poeta Rafael Obligado.

Boom de cervezas locales y gastronomía regional

Hacia la noche, el mapa gastronómico combina buena oferta de cervecerías artesanales con restaurantes típicos, gourmets y de campo. Entre las primeras se destaca Lösch, una fábrica pionera devenida en un amplio local en las afueras de la ciudad. Tiene sabores de excelencia, como la Dorada Pampeana, la Mandaripa y la Amber Ale.

La gastronomía combina buena oferta de cervecerías artesanales con restaurantes típicos, gourmets y de campo. (Gentileza: Maira Benito Revollo)
La gastronomía combina buena oferta de cervecerías artesanales con restaurantes típicos, gourmets y de campo. (Gentileza: Maira Benito Revollo)

Entre los destacados emprendimientos de gastronomía se encuentra Terruño, en el corazón de Villa Ramallo y emplazado en un antiguo taller mecánico. Allí se pueden probar pastas caseras con estofado y exquisitos tapeos, combinando cócteles de autor con postres.

Y para una opción campestre luce El Paraíso Ramos Generales, a 20 minutos de la ciudad, ofreciendo meriendas de campo y cocina al horno de barro. El viejo local cerró sus puertas en 1986 y fue recuperado hace unos años por dos amigos socios. Cocinan con productos típicos, como papas, batatas, embutidos, carnes y pescados, combinando lo clásico con el toque de un chef que trajo su experiencia internacional. “Son, básicamente, recetas de la abuela”, definieron desde el restaurante reciclado.

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