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Paseo por la auténtica Palermo

La capital de Sicilia, Palermo, es una hermosa ciudad, algo caótica, pero con la fuerte impronta que le imprimieron la diversidad de pueblos que la ocuparon, desde griegos y cartagineses, hasta franceses y normandos. Perderse en sus callejuelas es muy tentador.

Resulta muy tentador perderse por las callecitas de Palermo, encontrándole sentido al desorden, a la basura a cada paso y hasta a la inseguridad. Palermo es eso y en eso reside gran parte de su atractivo.

Pero, también es un conjunto de particular belleza, producto del aporte de cada una de las culturas que dejaron su impronta marcada. Inicialmente habitada por los fenicios, fue invadida y gobernada en una sucesión ininterrumpida, por un sinfín de pueblos: griegos, cartagineses, romanos, vándalos, bizantinos, árabes, españoles, austríacos, franceses y normandos.

La síntesis de esa gran diversidad cultural está expresada en todo su esplendor, en la magnífica Catedral. En sus orígenes fue una mezquita bizantina. En el siglo XII se construyó sobre ella un templo cristiano, que recibió aportes de arquitectura árabe-normando, con partes de su fachada de estilo gótico y gótico-catalán; estilo renacentista en la portada sur, y neoclásico en su cúpula. El mejor lugar para observar su majestuosidad, quizá sea su gran patio con palmeras.

Justo en la intersección de Vittorio Emanuele y vía Maqueda se encuentran las famosas Quattri Canti, una plaza octogonal con cuatro esquinas, cuatro edificios y cuatro fuentes. En la parte baja de cada edificio, las fuentes representan las cuatro estaciones del año. En el frente de los primeros pisos, estatuas que representan a reyes y en la segunda planta, las estatuas de las santas de la ciudad.

En la Piazza Pretoria es imperdible la fuente que la corona, llena de estatuas de criaturas mitológicas, monstruos, tritones, sirenas y los cuatro ríos de Palermo. En un momento llamada la Fuente de la Vergüenza, por la desnudez de sus personajes, indignó a unas monjitas puritanas que la tomaron a los golpes de martillo destruyendo sus narices, aunque se cree que su verdadero deseo era tomársela con otras partes.

En el teatro Massimo se filmaron varias escenas de El Padrino III. En su palco principal, Michael Corleone (Al Pacino) y su exmujer (Diane Keaton), vieron debutar a su hijo como cantante de ópera. La escalinata principal del ingreso fue testigo del asesinato de Mary (Sofía Coppola) y del desgarrado grito de dolor de su padre, Michael.

Un paseo interesante y tétrico a la vez, es la visita a las Catacumbas de los Capuchinos, que albergan en su interior más de 8.000 momias en macabra exhibición.

Imperdibles son los pintorescos mercados callejeros. La Vucciria es un gran mercado de carnes, pescados y alimentos en general, con intensa actividad, y donde por las tardes y noches, se multiplican los lugares para comer. El Capo y el Ballaró, son mercados más grandes y con mayor variedad de ofertas, que incluyen telas, instrumentos musicales, muebles antiguos y flores.

Si no probó un cannoli, no estuvo en Sicilia. Esas masas crocantes enrolladas en forma de tubo y rellenas con crema, ricotta y frutas, son lo más auténtico de la gastronomía italiana.