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El Salar de Uyuni: un universo hecho de sal

Un recorrido por Uyuni, una localidad de Bolivia que sorprende con el salar más grande del mundo. (Foto: Mariángeles Samamé)
Un recorrido por Uyuni, una localidad de Bolivia que sorprende con el salar más grande del mundo. (Foto: Mariángeles Samamé)

Bolivia. Visitamos el salar más grande del mundo, donde no sólo es posible maravillarse con el fenómeno natural, sino que se pueden disfrutar de variadas experiencias.

Si hay un lugar en que hay suficiente sal para alimentar al mundo durante cinco siglos, ése es Uyuni, en Bolivia. 30 mil millones de toneladas. 12 mil kilómetros cuadrados. 120 metros de profundidad en el corazón del salar.

La vista de Thunupa (“fuego rojo”, en lengua uruchupai) es impactante. Ése es su nombre verdadero, aunque se hizo famoso por adoptar el de la localidad más próxima, a la que se puede llegar por aire o por tierra (en tren o colectivo). Y, al llegar, la magia de la inmensidad.

Un recorrido por Uyuni, una localidad de Bolivia que sorprende con el salar más grande del mundo. (Foto: Mariángeles Samamé)
Un recorrido por Uyuni, una localidad de Bolivia que sorprende con el salar más grande del mundo. (Foto: Mariángeles Samamé)

Un salar que no es estático, que crece año tras año y su transformación se puede ver desde una toma aérea. La extracción permitida es de 26 mil toneladas al año, que se usa para el mercado interno.

Adentro del salar se encuentran los Ojos de Sal, que se producen por fenómenos naturales causados por dos montañas con corrientes de agua dulce, que al pasar por el salar generan un choque de PH. La gente los usa para hidroterapia, para mejorar las articulaciones, por la carga mineral del agua.

Experiencias en el salar

Antes de la pandemia, al Salar de Uyuni llegaban dos millones de turistas por año, que elegían la visita de día (al atardecer o al amanecer) como de noche, para ver con telescopios profesionales una inmensidad de estrellas en un cielo muy limpio.

Para los “foodies”, hay una experiencia inolvidable: el Apthapi. Es una de las tradiciones más antiguas del altiplano, que consiste en brindar a la comunidad lo que cada persona produce con sus manos. Es una comida comunitaria, y en ciertas fechas cada quien lleva lo que ha cosechado, para agradecer a la comunidad y a la Pachamama.

Un recorrido por Uyuni, una localidad de Bolivia que sorprende con el salar más grande del mundo. (Foto: Mariángeles Samamé)
Un recorrido por Uyuni, una localidad de Bolivia que sorprende con el salar más grande del mundo. (Foto: Mariángeles Samamé)

Se come en el piso, cerca de “la Pacha”, lo que se produce cerca: participan 96 productores distintos de 130 kilómetros alrededor de Uyuni.

Quinoa blanca, quinoa real, mote (maíz), charque de llama deshilachada y frita, variedades de papa (Bolivia llegó a tener 5.000 tipos de papas diferentes, pero ahora no son más de 50), quesillo y dos ajíes. En Bolivia, se demuestra cariño dando de comer, y se hace hincapié en los ingredientes.

Un recorrido por Uyuni, una localidad de Bolivia que sorprende con el salar más grande del mundo. (Foto: Mariángeles Samamé)
Un recorrido por Uyuni, una localidad de Bolivia que sorprende con el salar más grande del mundo. (Foto: Mariángeles Samamé)

Dormir en un palacio de sal

Gracias a la sal, tradicionalmente se ha desarrollado el comercio en toda la región. Las caravanas de llamas iban cargadas desde Uyuni hasta Cochabamba, donde hacían trueque de “oro blanco” -como la llamaban-, por su poder de gran antiséptico natural para conservar alimentos y uso medicinal, por “oro verde” (coca).

Una novedad en desarrollo es el parque a cielo abierto de Esculturas de Sal, realizadas por las cooperativas originarias que durante la pandemia se vieron muy afectadas. Ahora reciben ayuda a través de algunos tours operadores para visibilizar sus trabajos (se abona entrada). Pero no es lo único.

Por ejemplo, es posible vivir la experiencia de alojarse en un hotel construido en sal: es algo que resulta tan atractivo que viajeros de todo el mundo, especialmente de Asia, llegan hasta Uyuni para disfrutar del salar y dormir en habitaciones con cúpulas de sal, terapias de sal y gastronomía tradicional boliviana. Allí se destacan los aún no tan conocidos pero excelentes vinos bolivianos, o los clásicos tragos a base de singani, la bebida tradicional declarada Patrimonio Cultural de Bolivia.

Un recorrido por Uyuni, una localidad de Bolivia que sorprende con el salar más grande del mundo. (Foto: web Palacio de Sal)
Un recorrido por Uyuni, una localidad de Bolivia que sorprende con el salar más grande del mundo. (Foto: web Palacio de Sal)

“Más que el primer hotel de sal del mundo somos Palacio de Sal”, se presenta este emprendimiento hotelero que se encuentra a orillas del Salar de Uyuni desde 2004 (desde fines de la década de 1990 se había instalado dentro de las salinas).

“La nueva ubicación no invade la maravillosa formación natural que representa el salar, ni irrumpe en la cotidianidad de quienes hacen vida y trabajan en él”, se presentan.

Un dato que vale la pena saber, porque el celular resulta imprescindible a la hora de llevarse recuerdos de esa maravilla blanca de Uyuni: la batería se acaba muy rápido, además de que uno no se cansa de tomar fotografías de cada rincón. Los guías aseguran que es porque el salar absorbe la energía. Vale decir que algo similar ocurre con las personas que entran al lugar y salen renovadas: el gigante blanco absorbe todas las malas energías.

Procesos y regalos de sal

En la población de Colchani (que significa “pueblo de agua”) es donde se hace el proceso de la sal: se iodiza, se extrae la materia prima que sale húmeda, ya que es más sencillo el proceso, se seca al sol de manera natural o con sistema artificial de hornos (introducen plantas endémicas de la región para atizar y elevar la temperatura).

Un recorrido por Uyuni, una localidad de Bolivia que sorprende con el salar más grande del mundo. (Foto: Mariángeles Samamé)
Un recorrido por Uyuni, una localidad de Bolivia que sorprende con el salar más grande del mundo. (Foto: Mariángeles Samamé)

Encima de los hornos utilizan planchas metálicas como “grandes sartenes” para sacar la humedad más rápido (200 kilos en media hora). Una vez que está seca, se traslada al depósito donde la sal se enfría y de allí se manipula en el molino a diésel que la pulveriza, le agregan el iodo (200x 1) y queda lista para el uso gastronómico.

La sal iodada, después del proceso artesanal realizado por una cooperativa, se embolsa y se comercializa.

Por otro lado, los bloques de sal se usan para la construcción y para las esculturas, para la mineralización de los alimentos del ganado; sal con ajo, pimienta picante y sales para baños con rosa manzanilla ruda son un buen puente para comprar souvenirs.

Un tip para tener en cuenta sobre los regalos hechos con sal: barnizarlos con esmalte transparente.