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Barrios de seductores contrastes

Entre la cordillera y la costa, Santiago de Chile incentiva el desarrollo de barrios contrastantes. Están los selectos y exclusivos, y los populares, que abren sus jurisdicciones al costumbrismo y tradiciones que custodian el alma de los chilenos. 

Santiago, la capital de Chile, tiene una ubicación estratégica. A menos de 40 kilómetros hay cinco centros de esquí y, como si no bastara, sólo un centenar de kilómetros la separan de la costa del Pacífico, con la tentadora oferta de puerto y playas.

Poco más de una hora de avión desde Córdoba y se arriba a Santiago, atravesada por el río Mapocho. Moderna y en constante progreso, la dinámica capital sorprende con permanentes cambios en contrastantes barriadas, que invitan a visitarlas.

Desde los primeros albores del siglo 20, el Parque Forestal es pulmón fundamental y aporta una cuota verde con fantásticos plátanos, de gran porte, que delinean el estilo francés del paseo.

Encajado entre el barrio Lastarria y el centro histórico, frente al Museo de Bellas Artes el Parque Forestal es el sitio elegido por las familias para disfrutar domingos de recitales y entretenimientos, en tanto, los ciclistas aprovechan para circular por su tranquilo perímetro. Precisamente, la creciente cantidad de cultores de las dos ruedas están imponiendo entre los jóvenes ese vehículo como habitual medio de locomoción en la ciudad, que tiene una amplia red de ciclovías.

Lastarria es una de las barriadas más jerarquizadas en la actualidad y el valor del metro cuadrado en su jurisdicción es uno de los más cotizados. Abarca desde Plaza Italia y el cerro Santa Lucía, la Alameda y el Parque Forestal. Declarado Zona Típica en 1997 por el valioso patrimonio arquitectónico, recuperó fachadas y se integra al sector del cerro Santa Lucía, donde se fundó la ciudad en 1541.

La restaurada iglesia de la Vera Cruz, monumento histórico, y el paseo peatonal sobre calle José Victoriano Lastarria, son referenciales de una zona de coquetos restaurantes, bares y cafés que invitan a acodarse en una mesa y disfrutar del momento.

Además, grupos emergentes imprimen una atmósfera bohemia que expone buena parte del creativo diseño local, tanto en indumentaria, como accesorios y objetos artísticos.

Museos, teatros, galerías de arte y centros culturales como el Gabriela Mistral (GAM) que en sus 21 mil metros cuadrados brinda 10 salas de teatro, centro de convenciones, cine, tiendas de diseño, café y restaurante. Ese espacio cultural durante la dictadura de Augusto Pinochet funcionó como sede de gobierno y en 2006 un incendio obligó a cerrar sus puertas. Fue reconstruido como centro cultural, que se inauguró en 2010.

Bellavista bohemia 

En la década de 1990, el barrio Bellavista, entre el río Mapocho y el cerro San Cristóbal, ya era reducto de artesanos, aquellos anónimos pioneros que marcaron tendencias. Ellos hicieron conocer el lapislázuli, la piedra semi preciosa que combinada con plata jerarquiza la orfebrería chilena.

Apiñados a lo largo de varias cuadras la noche de fines de semana mostraba una gran algarabía callejera. A ella abrían sus puertas galerías de arte y sencillas fondas de intensa raigambre popular, que invitaban a paladear la gastronomía chilena. Siempre fue un atractivo en la zona la Casa Museo La Chascona, que fue vivienda de Pablo Neruda, y que mantiene la fundación que lleva el nombre del poeta.

Tras un breve interregno en que la “movida” nocturna se desplazó a calle Suecia, del barrio Providencia, a través de restaurantes gourmet y exclusivos pubs, regresó con fuerza y esplendor a Bellavista.

Jornadas de intensa vida cultural, de día y de noche, se enraízan en numerosos cafés y restaurantes donde también hay un creciente polo de hostels, bed & breakfast y hostales.

La Casa en el Aire (Antonia López de Bello 0125), es un rincón del cancionero latinoamericano. Se rinde culto a la cueca, danza nacional de Chile, en una suerte de folklore urbano.

El viajero frecuente de Santiago, observa con fascinación el constante movimiento de la capital chilena, que refuerza así el concepto de una ciudad “viva” en la que siempre hay algo por conocer.

Viaje a través de la comida

“La comida es una manera de expandir una cultura”, dice Collin, guía estadounidense de la empresa Foody que ofrece tours gastronómicos. Casado con una chilena y ya arraigado al país, conduce la recorrida por los mercados, agrupados en Recoleta, barrio histórico y popular.

El Mercado de Abastos Tirso de Molina se generó al concentrar a partir de 1979 a los vendedores informales de la zona. Con todo el pintoresquismo que generan los grandes mercados, hoy se muestra aggiornado y sumó un nivel superior y un patio de comidas nacionales e internacionales como thai, mejicanas y colombianas.

Consta de más de 150 puestos en los que el atractivo principal son las frutas.

La Vega Central, en el extremo sur de Recoleta, es el mercado de productos del campo más generoso y bullicioso de la ciudad. A pocos pasos, está la Vega Chica con ofertas de carnes de cerdo, vaca y pollo y un sector donde varios puestos ofrecen comidas típicas.

Al frente, tras cruzar el río Mapocho, está el Mercado Central, de 1872, donde cada día pescados y mariscos de la zona costera llegan a los mostradores.

Aromas y colores inician en un derrotero sensorial que estimula el paladar y conduce a El Galeón, restaurante dentro del mercado en el que el viajero se sumerge en una aventura para el paladar. Ceviche, combinación de mariscos y exquisitas corvinas blancas, son parte del menú, que cuesta desde U 25 con vino incluido.

La Piojera

A la vuelta del Mercado Central, La Piojera es una taberna a la que concurren los trabajadores de los mercados cercanos y los turistas extranjeros que buscan la esencia popular. Imperdible probar los tragos tradicionales como el “terremoto” (vino dulce de damajuana, helado de piña y Ferné); el “maremoto”, igual que el anterior pero con menta, y el “tsunami”, con granadina. Precio unos U 5 cada uno.

La recorrida tiene su epílogo en el barrio Lastarria donde está el Emporio de la Rosa, la mejor heladería del país, al decir de los santiaguinos, con exquisitas especialidades.

En el crepúsculo el capítulo barrios se cierra en el El Golf, urbanización de diseños vanguardistas con oficinas, restaurantes y la primera cancha de golf, en la comuna Las Condes.