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Un museo de ramos generales

En el noroeste de Córdoba, sobre la ruta nacional 38, un pequeño pueblo de 1.200 habitantes lucha contra el olvido.

Según la memoria colectiva, Paso Viejo nació sobre el antiguo camino que bordeaba al río Pichanas y que desde Córdoba se dirigía a San Juan. Con la irrupción del ferrocarril y el trazado de la ruta nacional 38 en 1935, el camino quedó en desuso.

Silencioso y tranquilo, Paso Viejo ve pasar el tiempo en una llanura antes tapizada de cultivos de algodón y olivos.

Desaparecidos los algodonales por los malos vientos de las políticas económicas, los olivares continuaron su producción hasta ser la principal actividad de la zona.

En la actualidad, Paso Viejo es artífice de la elaboración de un aceite de oliva orgánico que se exporta a los Estados Unidos.

A un costado de la ruta, en una vieja casa, bien pintada y conservada, donde flamea la bandera argentina, resalta el cartel escrito con letras negras: Museo El Viejo Almacén. Del otro  lado, la antigua estación de trenes recuerda que desde 1891 el convoy que atravesaba esos parajes se dirigía a Deán Funes, al norte de Córdoba y luego tomaba rumbo a Chumbicha, en la provincia de Catamarca. En 1909 el ramal se unió al Córdoba - Cruz del Eje pero hoy es la imagen del abandono, como tantas otras estaciones abandonadas a su suerte.

El recuerdo de esos tiempos llena de orgullo a una familia constituida por cinco hermanas que quisieron que sus hijos y nietos conocieran el pasado del pueblo que los vio nacer. Primero, decidieron mostrarlo a los niños, luego a todo aquel que tuviera interés.

De esta manera, en abril de 2009, crearon el museo en el mismo espacio que ocupó el viejo almacén de ramos generales.
Antiguas carameleras, faroles "sol de noche", una báscula con pesas de bronce, balanzas, latas de galletas, registradora, libros de cuentas, tinteros, secantes, viejos billetes y tantas cosas más, están dispuestos en repisas y el mostrador, tal cual estaban entonces.

Desde un retrato en la pared,   Aziz Michel Dahbar, el inmigrante que con escasos 16 años dejó Yabrut, su pueblo natal en Siria para llegar a América, parece dar el consentimiento a la iniciativa. El intrépido Aziz arribó a las costas argentinas en 1929 en un barco premonitoriamente llamado Córdoba.

Muros con memoria. El edificio donde se encuentra el Viejo Almacén es el más antiguo de Paso Viejo. Fue construido hacia 1890 por don Bernabé Peralta para donarlo a las hermanas dominicas como casa de retiros espirituales. La distancia y la soledad de esos parajes rodeados de extensos montes hizo desistir a las religiosas del ofrecimiento. Entonces fue adquirida por Aziz  Dahbar quien instaló un almacén en 1933.

Piso de madera y oscuros mostradores donde los parroquianos se acodaban a tomar un trago mientras comentaban cosechas, sequías y las noticias que llegaban con el tren.

El “Turco”, tal como llamaban en el pueblo a Aziz, siempre estuvo dispuesto a anotar el consumo y cobrar en la siguiente  cosecha. Si no era buena, sabían que podían contar con el apoyo hasta que los malos tiempos pasaran.

Todas las mercancías (alimentos, monturas, semillas) llegaban por tren.

El almacén fue también parada oficial de ómnibus, así lo certifica el viejo cartel de “Cotil”, que hoy descansa en un rincón.

El Museo El Viejo Almacén  mira a la ruta y a la vieja estación. Prolijo y ordenado abre sus puertas para que los nostálgicos del pasado puedan sumergirse en los viejos libros de contabilidad, antiguas propagandas y diversos elementos de época.

Todo el conjunto exhuma el costumbrismo de los pueblos tranquilos de otros tiempos.