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Viaje ilustrado al pasado aborigen

Conocer Cueva de las Manos es una enriquecedora experiencia que se multiplica si para llegar al sitio se monta una bicicleta. El arte rupestre durante miles de años fue el cuaderno de bitácora en el que los aborígenes reseñaron su vida en las paredes rocosas.

La partida en bicicleta es en la localidad de Perito Moreno, bien temprano para esquivar el viento patagónico.

El silencio impera en la inmensidad mientras sobre el oeste se observa el cordón de los Andes, con sus cumbres nevadas. El resto del paisaje es una gran meseta sin fin. Se trata de una formación geológica, al que llaman meseta Gambarana, con algunas barrancas y bardas.

Poca vegetación, sólo unos arbustos bajos y pastos duros, donde comunidades de guanacos tienen su hábitat. Cruzan en majadas la ruta y el macho emite un sonido y golpea las patas delanteras, como si marcara el territorio a los intrusos, mientras el resto huye.

La Patagonia sin viento es inmensa, mágica. Al avanzar las ruedas de las bicicletas en el ripio se las escucha y ese sonido tiene un efecto tranquilizador cual Mantra.

Cuando llegamos a cubrir 50 kilómetros, un cartel a la izquierda nos avisa el ingreso a la Estancia Cueva de las Manos, primer objetivo del día. Al encarar el desvío, la meseta se transforma. La tierra muestra una diversidad de colores amarillos, ocres y rojos.

Rodamos cinco kilómetros en un permanente subibaja y desde lo alto se divisa el casco de la estancia en un valle.

Alrededor, corrales y miles de ovejas balan en simultáneo al silencio patagónico.

La estancia ofrece distintos tipos de alojamiento: habitaciones, cabañas y dormitorios colectivos. Optamos por la última alternativa. Estamos solos con buenos sanitarios, dos grandes salamandras y camas para elegir.

Afuera, un intenso viento del oeste hace girar a toda velocidad los molinos generadores de electricidad que aportan la energía al complejo.

Don Tiburcio Sayhueque, encargado de la estancia nos aporta las indicaciones para llegar al cañadón del río Pinturas, a 18 kilómetros para visitar la Cueva de las Manos.

El rostro de Tiburcio confirma lo que nos cuenta: desciende de los antiguos habitantes de la región y por su sangre, corren vestigios del bravo cacique araucano Sayhueque, quien se opuso a la expedición del Perito Moreno en 1875 en su avance al lago Nahuel Huapi.

Con indumentaria campestre, botas de cuero en fuelle, camisa blanca, bombacha negra, boina caída a la derecha y pañuelo al cuello, Tiburcio lleva un ostentoso cuchillo de plata cruzado a la cintura y un rebenque en mano, que usa para gesticular.

Finalizado el encuentro, monta en su Toyota para continuar con las tareas.

En camino

Según lo indicado, seguimos rumbo sur por un camino que se interna en la estepa y conduce a la barranca norte del cañadón del río Pinturas.

Poco a poco la fauna patagónica se deja ver como las mulitas, que inmutables ante nuestro paso, siguen con su afán de escarbar. En una gran laguna, cisnes y gansos y más adelante una pareja de suris con sus charabones corretean de un lado a otro. Y aparecen los guanacos, mimetizados entre los arbustos.

Al cumplir un recorrido de 18 kilómetros, un cerco de alambre nos indica el final del camino mientras un zorro cumple el papel de centinela.

Apoyamos las bicicletas en un alambrado, medio ocultas entre los pastos y comenzamos a bajar el cañón, hacia el río.

Un sendero de piedra suelta, nos conduce hasta un portal de roca, desde donde se ve la Cueva de las Manos, enmarcada entre pilares de piedra.

Comenzamos a bajar el barranco y en el empinado sendero hay acumulaciones de ceniza volcánica. Llegamos al río Pinturas y la vista desde abajo es alucinante: a los lados, dos enormes paredes de piedra de unos 150 metros de altura cerrados encima por el cielo.

Cruzamos el río por un viejo puente colgante y nos sumergimos en un monte de mimbres.

Comenzar a trepar exige mucho empeño. Una escalera pone dirección al último tramo para arribar al Centro de Interpretación del sitio arqueológico Cuevas de las Manos - Cañadón del río Pinturas.

Un mirador ofrece las mejores vistas del cañadón.

La pared norte y el sendero por el cual bajamos hacia el río, es una expresión conmovedora de la naturaleza.

Lo que hay que saber 

Cómo llegar: desde la localidad de Perito Moreno por ruta nacional 40 hacia el sur hay que hacer 60 kilómetros y para ingresar a la estancia cinco kilómetros más. Llegar hasta el cañadón requiere 18 kilómetros aunque otra opción es hacer 28 kilómetros por ruta nacional 40 y tomar el desvío hasta el sitio.

Horario de atención. La Cueva de las Manos está abierta durante todo el año. Las visitas se organizan en grupos que salen cada dos horas. Abre a las 9 y el último contingente sale a las 19.

Visita. Por las distancias de los centros urbanos la visita demanda toda una jornada.

Alojamiento: hay diversos tipos en la localidad de Perito Moreno y en el caserío de Bajo Caracoles.

Estancia Cueva de las Manos: servicio de hostería, cabañas y albergue. Teléfono (0297) 156-238811. E-mail: zoyenperitomoreno@hotmail.com

Estancia Casa de Piedra (a 20 kilómetros al sur del sitio). Organiza salidas de trekking al cañadón, brinda alojamiento, posee camping y vende algunos productos de almacén. Teléfono (02963) 43-2199.

*Especial