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Desde el sur, un recorrido por la mítica ruta 40

La inmensidad patagónica se puede aprovechar mejor en el camino más emblemático de la Argentina. Elegimos los 750 kilómetros entre Junín de los Andes y Malargüe.

Icónica, desafiante, inmensa, emblemática. Así se podría definir a la ruta 40, el camino que los viajeros sueñan con recorrer alguna vez en su vida en un road trip. Vistas magistrales de montañas, desiertos, parajes, ríos y pueblos fantasma. Y no es para menos. Y está en Argentina.

Para llegar a la Patagonia se pueden tomar distintos caminos. La ruta más conocida, y de la que nadie se olvida, es la ruta 40. Quien haya ido al sur, seguro lleva una calcomanía como souvenir en el auto.

La ruta nacional Nº 40 atraviesa Argentina de sur a norte, con su kilómetro 0 en el extremo sur del continente en Cabo Vírgenes, Santa Cruz. Luego, realiza un recorrido paralelo a la Cordillera de los Andes que llega hasta La Quiaca, en Jujuy, sumando 5.000 kilómetros aproximadamente, uniendo 11 provincias y cruzando 21 parques nacionales. Fue elegida como una de las 10 rutas más memorables del mundo.

Para recorrerla completa se necesita planificación, un buen vehículo y, sobre todo, tiempo.

Sin embargo, elegimos el tramo que une Malargüe con Junín de los Andes, con 751 kilómetros de su mística, su paisaje y sus encantos.

En primer lugar, se aclara que “la 40” es mucho más que los tramos asfaltados. Son kilómetros llenos de polvo, para andar sin apuro, donde cruzarse con otros autos es casi la excepción y los paisajes son protagonistas. Para encararlos, es recomendable aprovisionarse de nafta, agua caliente para el mate y comida (los servicios escasean), tener el auto a punto y olvidarse de la señal de teléfono por un rato.

Desde Junín de los Andes hasta Zapala

Saliendo desde el centro de Junín de los Andes, la ruta 40 cruza la RP61 que lleva a la entrada sur del Parque Nacional Lanín y el río Chimehuin. El paisaje va mutando, dejando atrás esos bosques inmensos verde oscuro para adentrarse en un horizonte más árido, con árboles cada vez más pequeños. La estepa se empieza a imponer allí en toda su inmensidad.

La ruta sube poco a poco, hasta convertirse en una llanura calma rodeada de montañas sin picos y amesetadas, como parte de la precordillera.

No hay que confiarse tanto: 30 kilómetros más adelante, la ruta vuelve a ondularse. Comienzan a vislumbrarse los álamos patagónicos plantados a la vera del camino. Más adelante se puede ver el cruce con la ruta provincial 24 y una estación de servicio abandonada.

En temporada puede que un enorme rebaño de ovejas, cabras o vacas, corten el tránsito unos minutos. Hay que tomarse el tiempo de disfrutarlo, ya que es la única zona del país en donde se conserva la trashumancia, una antigua forma de pastoreo que traslada el ganado a tierras altas y bajas, según la época del año.

Desde Zapala hasta Chos Malal

Zapala es un verdadero nudo de rutas, cruzándose dos de los caminos más importantes de la provincia: la 40 y la ruta nacional 22. El ingreso a la ciudad es casi obligatorio para reponer energías y provisiones.

Alternando largas rectas con ascensos y descensos, y sobre todo mucho viento, se llega a la localidad de Las Lajas y finalmente a la localidad de Chos Malal, el hito que representa el centro del extenso recorrido de la columna vertebral de la Argentina.

La ruta 40 no cruza la localidad de Chos Malal por el medio, como en tantas otras ciudades de la Patagonia, sino que la esquiva de forma elevada, regalando una hermosa vista del entorno y de la ciudad. Ya del otro lado, el camino empieza a subir, siempre con la majestuosidad de la cordillera a la vista.

El resto del camino alterna tramos rectos con curvas pronunciadas. No hay que confiarse, especialmente en temperaturas bajas, ya que las elevaciones alrededor de la ruta generan sombra, por lo que suele formarse hielo.

Desde ahí, la ruta 40 siempre pintoresca, bordeando el volcán Tromen, desemboca en Buta Ranquil. El poblado es pequeño, pero las vistas son imponentes.

Sin mayores sobresaltos, visualizando por momentos el río Colorado que corre paralelo a la ruta 40 (o a la inversa), comienza un leve ascenso hasta el cruce con la ruta 53. Este camino lleva hacia el Cerro Bayo y la cara norte del Volcán Domuyo. Pasos más adelante se llega a la última localidad patagónica, Barrancas, prácticamente en el límite con la provincia de Mendoza.

Tramo final de la Patagonia y cruce a Mendoza

Partiendo desde Barrancas, sólo resta el puesto de la policía provincial y la última estación de servicio con combustible subsidiado para abandonar la Patagonia. Olvidadas las montañas, y en esta oportunidad rodeada de viñedos, la ruta regala un paisaje nuevo.

No existe habitante al que la ruta 40 le pase inadvertida, ya sea por extensión, por las historias, por las fotos o por algún documental. Si la charla es de viajes, si se habla de turismo en Argentina, siempre aparece la ruta 40 en algún punto de la conversación, y la sensación de haber recorrido un fragmento de ese enorme rompecabezas.

La 40 puede ser vista como un camino hacia el sur, pero también como un viaje en sí mismo.