Voy por el Mundo
Si buscás “la vida en rosa”, conocé estas playas rosas que se le parecen bastante
Cuatro playas a anotar: en estos rincones del mundo la arena tiene colores que parecen sacados de un caramelo de frutilla.
Lo maravilloso de visitar pueblitos europeos tan antiguos es poder librarse a la aventura de transportarse en el tiempo, dejarse llevar por la historia y ser parte de ella. Así es el caso de Broto, un encantador pueblo en la provincia de Huesca, España, cuya existencia se registra desde 1076 y se encuentra ubicado en la falda del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
Caminar las callecitas de Broto que aún conservan las tradicionales casas pirenaicas es encantador. Propone un ambiente montañero y rural, en el que se respiran los prados verdes, mientras suena el cauce del Río Ara que atraviesa el pueblo.
En lo alto del recorrido -que vale la pena hacer a pie- se destaca la iglesia de San Pedro, construida en el Siglo XVI (1578) se diferencia del resto de las obras de la zona, ya que tiene dimensiones mayores y su estilo es una mezcla entre el renacentista y el gótico aragonés. Además, tiene un campanario terminado en almena, con aspilleras visibles en su fachada para su defensa. Siguiendo se llega a la antigua cárcel, que estuvo activa hasta el Siglo XX. Actualmente restaurada se puede visitar y ver una gran cantidad de grabados realizados por los presos en los calabozos que datan desde 1701.
A solo 5 minutos, por un sendero estrecho de fácil acceso, se encuentra la Cascada de Sorrosal con un salto de agua de unos 100 metros que se desploma sobre el río Ara. Su origen se debe a la combinación de la erosión glaciar y fluvial. Para los más aventureros, existe una vía ferrata que asciende a la parte superior de la cascada.
Otra visita obligada es Oto, localidad ubicada a un kilómetro de Broto, donde se obtendrán vistas más panorámicas aún.
A 7.3KM de Broto y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido es el auténtico corazón de los Pirineos y es considerado el macizo calcáreo de las Tres Sorores más alto de Europa. Además es el segundo Parque Nacional más antiguo de España.
Su mayor elevación es el Monte Perdido, del que descienden crestas montañosas y valles glaciares. En la visita con Voy de viaje la nieve acompañó casi todo el recorrido a pie sin mayor inconveniente.
Visitado por turistas del mundo entero, se estima una media de más de 600 000 visitantes que llegan en todas las épocas del año. El Parque contiene maravillosas excursiones que incluyen el Tozal del Mallo, la Cascada del Estrecho, las Gradas del Soaso (también conocida como Cola de Caballo) y el Bosque de las Hayas. Todo perfectamente señalizado.
En cuanto a flora, en el parque existen unas 1400 especies y supone dos terceras partes del Pirineo. La mezcla de influencias climáticas colabora en la diversidad de comunidades vegetales. De ese modo se han inventariado 112 especies vegetales, siendo los pastos y prados los más diversificados, mientras que los bosques ocupan solo el 20% de la extensión del parque.
En cuanto a fauna, los buitres, águilas, quebrantahuesos, sarrios y marmotas suelen ser los protagonistas a la vista. Se calculan unas 124 especies en total de mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces.
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