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Toronto, la ciudad de cristal

Así se la conoce a Toronto, por la cantidad de edificios acristalados. La CN Tower es una de las maravillas del mundo moderno, según los ingenieros civiles. Una ciudad para recorrerla a pie.

Canadá es un país al que muchos usan como “unidad de medida” para comparar, ya que Toronto, dicen, es la Nueva York canadiense, y el lago Ontario uno de los más grandes, aunque la cantidad total de lagos supera los dos millones. Tanto se dice de Toronto y de Canadá que cuando llegó la oportunidad de viajar no se dudó en aprovechar. Y la visita sirvió para corroborar algunas cosas, relativizar unas y descartar otras.

Se trata de un país con un territorio de más de 9,984 millones de kilómetros cuadrados, más de tres veces y media la superficie de la Argentina. O sea, es grande, muy grande. La capital administrativa es Ottawa, pero la capital económica y ciudad más poblada es Toronto, con casi tres millones de habitantes, que se duplica con su área metropolitana.

Hay cosas que caracterizan a Toronto y que la hacen comparable con Nueva York: su bolsa de valores, el Toronto Stock Exchange, es la mayor de Canadá y la sexta del mundo y cuando ocurrió el 11-S en Nueva York, la mayor parte de las operaciones de Wall Street se mudaron a la bolsa canadiense. En consecuencia, Toronto se hizo fuerte en finanzas.

Pero también lo es en telecomunicaciones, servicios, industria aeroespacial, publicidad, educación y turismo, además de otras actividades productivas y de servicios, como cine y televisión. Es por eso que la ciudad también es conocida como escenario de muchas de las producciones de Hollywood (hay quienes dicen que el 25 por ciento), ya que muchas películas y series fueron filmadas en sus calles y edificios. Algunas de las más conocidas son Chicago, Mi gran casamiento griego, X-Men y Capote, entre otras.

Otra comparación -odiosa para muchos “torontorianos” (gentilicio de sus habitantes)- con la ciudad de Nueva York surge de su perfil urbanístico. Es incesante la construcción de grandes edificios vidriados, lo que le ha valido otro apelativo: “la ciudad de cristal”. Es impresionante ver las grandes “cigüeñas (grúas) que, en una especie de danza, van levantando esas torres y cómo, a medida que avanza la construcción, el edificio se “forra” de cristal.

Y dentro de los motivos para comparar con su par norteamericana, está la CN Tower, una torre de 553,33 metros de altura, inaugurada en 1976 y construida para facilitar las comunicaciones, ya que al comenzar a levantarse muchos rascacielos, aquellas se veían interferidas. Hasta 2010 fue la más alta del mundo.

La CN Tower es el ícono de Toronto y en cada fotografía de la ciudad está presente. Además, como nos aseguró Eduardo, nuestro guía ecuatoriano, funciona como un auténtico “mojón”: “Cuando alguien se pierde en la ciudad, busca la torre y sabe que ella está al sur e inmediatamente se puede orientar hacia dónde quiere ir”.

Pero esta “maravilla del mundo moderno” (así catalogada por los ingenieros civiles), tiene otros “detalles” que la hacen atractiva y que motivan que más de dos millones de personas la visiten cada año. El ascensor que lleva hasta el mirador de la torre (Lookout), a 346 metros, tarda 58 segundos desde la planta baja y tiene piso transparente, para que la adrenalina vaya fluyendo a medida que se sube. Las vistas de la ciudad y del lago Ontario que se obtienen desde allí son realmente incomparables.

Más arriba, a los 351 metros, está el restaurante 360, giratorio, y la bodega más alta del mundo, certificada por el libro Guinness de los récord. Y seguimos subiendo para ubicarnos en los 356 metros, donde, desde hace poco, se realiza una actividad no apta para cardíacos ni quienes tengan vértigo: el Edgewalk. En el exterior de la torre, sobre el techo del restaurante, sin barandas ni rejas, los intrépidos que se animan son atados al muro con cuerdas de seguridad vestidos con trajes apropiados de color naranja. El instructor los insta a caminar hasta el borde del abismo, primero de espaldas y luego de frente, y finalmente, asomarse.

Dicen quienes lo hicieron (confieso que no me sentí lo suficientemente “motivado” para hacerlo), que la sensación es inolvidable y la adrenalina invade hasta la última célula del cuerpo.

Y para rematar, a los 447 metros, está el Skypod, el observatorio más alto de la torre. Lo que viene más arriba es una antena con un enjambre de redes y conexiones para comunicaciones.

Ahora, si quiere tener una dosis mínima de adrenalina, no comparable con la del Edgewalk pero también importante, a los 342 metros de altura está el Glass floor, o piso de vidrio, desde donde se observa la base de la torre.

Dejamos la CN Tower en su lugar, al lado del Roger Centre, el estadio sede de los Toronto Blue Jays, equipo de béisbol que participa en las grandes ligas de Norteamérica, y seguimos recorriendo Toronto, una ciudad para caminarla.

Los torontorianos son cosmopolitas. En la ciudad conviven, en una perfecta armonía que surge, incluso, de las propias leyes, más de 150 nacionalidades. Y una de las cosas que llama la atención es el hecho de que, tratándose de una gran urbe, es silenciosa. Los habitantes hablan en tono normal, no alzan la voz; rara vez se escuchan bocinas; el tránsito es ordenado, y las calles, avenidas y espacios públicos están limpios, algo muy valorable para un cordobés.

Pero eso no implica que sea una ciudad aburrida. Muy por el contrario, la noche en Toronto tiene mucha acción y la población universitaria le pone vida y color.

Y nos referimos a la multiculturalidad de la ciudad y a las leyes que la impulsan y protegen. Otro dato que nos dio nuestro guía Eduardo es que cualquiera de los colectivos que conviven allí, los de origen árabe por ejemplo, se agrupan, solicitan que se les otorgue una licencia para poner una empresa de taxis y cubiertas las formalidades y requerimientos legales, es aprobada.

Otra característica de Toronto: es la ciudad del mundo con mayor porcentaje de residentes (más del 50 por ciento) no nacidos en Canadá. Por eso la integración racial es tan importante en la sociedad, a tal punto que hasta el edificio del City Hall, es decir, el Ayuntamiento de Toronto, es un edificio conformado por dos cuerpos semicirculares, enfrentados, que semejan un abrazo contenedor.

Dijimos antes que es una ciudad para caminarla y una forma es perderse por sus barrios más característicos. Un bajo índice de criminalidad, el cuidado del medio ambiente y el alto nivel de vida, la hacen una de las ciudades mejor habitables del mundo.

Pero, algún defecto le íbamos a encontrar: en 2006 fue clasificada como la ciudad más cara de Canadá y, además, descubrimos numerosos homeless (los sin techo) y hasta un muchacho limpiando parabrisas en un semáforo.

Se hace camino al andar

Si hay algo que se debe hacer en un viaje a Toronto, es no perder el tiempo. Hay mucho para ver, conocer y descubrir, en una ciudad segura, amigable y de gente muy cordial. Lo primero que llama la atención es que, a pesar de ser la capital anglohablante de Canadá, toda la cartelería, de calles, plazas, espacios públicos y de interés, está, además de en inglés, también en francés.

Otro perfil que se destaca es el esfuerzo que se hace, desde los ámbitos oficial y privado, por conservar el ecosistema. Por ejemplo: hay más de 35 edificios públicos que son refrigerados en verano con grandes tuberías que suben y que llevan agua fría, proveniente del lago Ontario. El agua se recicla y se usa para riego.

Además, hay una ley (lo que sería una ordenanza nuestra) que exige espacios verdes en las azoteas de los edificios. Es común entonces, ver árboles que asoman de esas terrazas. El 28 por ciento de la ciudad está cubierto por espacios verdes, pero el objetivo es llegar al 42 por ciento de la superficie ciudadana.

Ese interés ecológico ha hecho que, muy cerca de la ciudad, se levante Evergreen, el primer gran centro ambiental de Canadá. Se trata de una antigua fábrica de ladrillos que iba a formar parte de un gran proyecto inmobiliario pero por ser zona inundable se descartó. Hoy es un gran espacio verde, abierto a la comunidad de Toronto, con especial dedicación a las escuelas y donde los sábados se realiza una feria de productores artesanales de alimentos.

Un detalle: la Foods Program Manager, algo así como la gerente del programa de alimentos, es una argentina, Marina Queirolo, apasionada por lo que hace allí.

Adónde ir

Hay barrios y sitios de la ciudad de Toronto que no pueden obviarse. Uno de ellos es West Queen West, o sea, al oeste de la calle Queen Oeste. Sí, aunque parezca un juego de palabras, así se llama este distrito de arte y tiendas de diseño, pintoresco y especial para recorrer sin apuro. Una de las tiendas se llama “El Almacén” y el dueño, Silvio Rodríguez, hijo de argentinos y con esposa mejicana, al enterarse de la visita de argentinos, les ofrece... ¡mate!

Como a los torontorianos no les gusta eso de compartir la bombilla, tiene una repisa llena de mates, de todo tipo y tamaño, para que cada uno tome del suyo.

Otro distrito que no se puede dejar de visitar es el barrio Chino. Como detalles significativos, cabe mencionar que allí convive una de las colectividades más grandes de chinos; que hablan alrededor de 50 dialectos distintos (mandarín, cantonés, etcétera), y que algunos de los habitantes del barrio, de hasta segunda generación, siguen hablando en chino, no hablan inglés.

Y a una cuadra de la avenida Spadina, que atraviesa el corazón del barrio Chino, hay una calle que es imposible dejar de recorrer. Se la conoce como Kensington Market y allí está plasmado el origen multicultural de Toronto. Mercados de frutas y verduras, mezclados con cafés y restaurantes de moda y tiendas de ropa de segunda mano y vintage. El colorido de las casas, las tiendas, los bares y la gente, son un muestrario de esa multiculturalidad. Otro detalle: no hay Starbucks o Mc Donald\'s a la vista.

Y hablando de Starbucks, los locales de esta cadena de cafeterías tienen una fuerte presencia en la ciudad aunque, tienen una fuerte competencia: Tim Hortons, una cadena canadiense con un café excelente.

Otro barrio para caminar y conocer es Yorkville, que en la década de 1970 era la zona hippie de Toronto y en 2001 se convirtió en el barrio de las celebridades, con tiendas de las grandes marcas y otras de diseño.

Y si algo caracteriza también a Toronto, es el hecho de que la ciudad en invierno soporta temperaturas de hasta -30º y queda cubierta por copiosas nevadas. Por ello, hay 28 kilómetros subterráneos por los que circulan miles de canadienses los días más rigurosos del invierno. Es el Path (sendero) al cual se accede por varias entradas, en distintos puntos de la ciudad y desde donde se puede ingresar a los edificios que están en la superficie. Además, cuenta con tiendas, bares, oficinas públicas y el subway, metro o subterráneo. La tarifa es de 3 dólares por viaje o 10 dólares por día.

Para comer

Algo que identifica a Canadá, por esa multiplicidad de culturas, es la gastronomía. La hay local, oriental, europea y hasta argentina, con las más extrañas fusiones que pueda imaginar.

En Swatoco, 309 Spadina Av, barrio Chino, se puede comer camarones fritos, desde U 7,50, hasta pato asado con salsas especiales, U 14,50. Otra alternativa es Ping Pong, en el 461 de King Street West que, como su nombre lo indica, además de comer se puede jugar al ping pong, con reserva anticipada de las mesas.

También para practicar un deporte, esta vez el bowling en canchas profesionales, The Ballroom, en el 145 de John Street. Y si prefiere unas ricas pastas o comida de chefs internacionales, Nota Bene, en 180 Queen St. West, o comida india en Filmi Dhaba, 9121 Airport Road, Brampton.

Esto no es todo lo que ofrece Toronto, hay mucho más, como el hermoso Sr Lawrence Market, el Distillery Historic District y excursiones en lancha por el lago Ontario. Pero esos sitios serán motivo de otras notas.

Lo que hay que saber

Cómo llegar. Con Air Canada, U 1.450 dólares canadienses. Si bien el vuelo se alarga porque hace escala en Santiago de Chile (1 hora), la atención a bordo es muy buena y los asientos son cómodos.

Alojamiento. Hotel Eaton Chelsea, 33 Gerrard Street W, Toronto, Ontario. Un muy lindo hotel, con más de 1.500 habitaciones y suites (el más grande de Canadá), ubicado en el centro de Toronto, en la zona bancaria. Muy buena ubicación, a metros del subway (subterráneo). Desde 159 dólares canadienses la noche.

Divisas. El dólar canadiense (CAD) cotiza prácticamente lo mismo que el dólar estadounidense: U 1 = 1,045 CAD.

Visa. Los argentinos necesitan visa para ingresar a Canadá. En Córdoba, a la gestión la realiza la Asociación Cordobesa de Agencias de Viajes (Acav).

Más información: Tourism Toronto www.seetorontonow.com