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Santiago del Estero: en bicicleta por el Camino Real

En el ingreso a Sumamao, pueblo tradicional de raigambre religiosa.
En el ingreso a Sumamao, pueblo tradicional de raigambre religiosa.

El emblemático camino, en su paso por Santiago del Estero, articula pequeños pueblos, algunos levantados sobre antiguos asentamientos aborígenes. Sencillas comunidades con capillas y referencias del paso de los ejércitos, en tiempos de campañas libertadoras.

Ya quedó atrás el paisaje de las salinas de Ambargasta con su rala vegetación y manchones blancos, y sobre la ruta 9 hay niños que venden tortugas y boas (dos especies en extinción) entre pilas de carbón, leña y pequeños cactus.

Colgadas, flamean las colchas de fuertes colores, tejidas al telar, que ponen color al apagado paisaje.

Nos acercamos a Loreto, donde comenzará la travesía, que transitará parte del Camino Real de Santiago del Estero, de manera paralela al curso del río Dulce y hasta la capital provincial.

Es mediodía y comenzamos a rodar con rumbo norte desde Loreto. Una ciclovía que corre a la par de la ruta nacional 9 nos sirve para acercarnos al desvío que conduce a Sumamao, paraje ya mencionado en escritos sobre el Camino Real.

Un hito marca el cruce y un gran tronco ahuecado aloja la imagen de la Virgen y la gente que pasa por el lugar se detiene como en plegaria, tocan la imagen y siguen su marcha.

Iglesia Nuestra Señora de la Merced, en Sumamao.
Iglesia Nuestra Señora de la Merced, en Sumamao.

Sumamao

Ingresamos a Sumamao (Pueblo Lindo) cuya iglesia Nuestra Señora de la Merced domina las visuales. Es la construcción más alta y blanca del pueblo y se enfrenta a una gran plaza de tierra, en cuyo centro está entronizado San Esteban, figura de unos cinco metros de alto y en colores rojo y amarillo.

En el templo unas mujeres que realizan distintas tareas nos franquean la entrada y ya en el interior observamos la humildad del lugar que adornan con flores de tela y papel que aportan colorido. Se destaca la arquitectura del techo armado con grandes vigas de algarrobo dobladas que forman un arco. En torno a la patrona se observan varias imágenes de santos que cubren la nave y están en tránsito porque son prestadas. La feligresía agradece y pide favores a todos.

En el exterior, dos horcones de quebracho con una viga atravesada arman el campanario cuyo responsable de hacerlo sonar para llamar a la oración es un paisano del lugar.

Don Rulo Cáceres, viejo poblador y vecino de Sumamao, nos cuenta que el Camino Real pasaba por la zona pero por el cambiante curso del río por las crecidas lo hizo desplazar. Añade que por esa traza histórica y rumbo al norte pasó la campaña libertadora de San Martín y Belgrano, entre otros.

Tras la despedida retomamos la marcha entre grandes enramadas que a la vera de la ruta brindan sombra a los peregrinos. Pasamos por el Santuario de San Esteban, un gran predio donde se realizan cada diciembre los festejos por su día.

Hasta ahí llega la procesión de miles de fieles que partieron varios días antes desde Maco, donde se alza el santuario principal. Esa procesión se hace a pie y es precedida por detrás de cientos de acordeonistas que acompañados por bombistas interpretan, entre una variedad de temas, la chacarera de San Esteban y la marcha del santo.

En pagos del mistol

En el caserío Campo Alegre, nos desviamos unos siete kilómetros para visitar a Villa Silícica, el pago del mistol. Se trata de un pueblo muy antiguo que fue parte de un asentamiento indígena y que en la actualidad cuenta con algunas casas, algarrobos, quebrachos y la capilla de Nuestra Señora de Monserrat, que ocupa el centro de una gran plaza cercada con tapial.

Como siempre sucede en parajes de este tipo, las bicicletas llaman la atención y atraen a los vecinos.

Vamos a conocer la capilla que tiene la particularidad de contar con un altar a la vieja usanza, donde el cura daba la misa de espalda a los fieles, hoy con algunas modificaciones se ha adaptado al ritual contemporáneo.

A semejanza del templo de Sumamao se destaca la estructura del techo hecha con duras vigas de madera achuelada a dos aguas que constituye un interesante detalle artesanal.

En todos los pueblos sencillos, las fiestas patronales son el encuentro anual más importante y el día de la Virgen de Monserrat se celebra en febrero. Allí se fusionan tradiciones que perduran en el tiempo: la procesión como rito religioso precedida por la ejecución del erke (instrumento aborigen de viento) y la elaboración del “bolanchao” una especie de albóndiga de mistol y harina de algarroba que se reparte a los fieles.

Don Florindo Acuña vecino de Silípica es el instrumentista que toca el erke, además de ser el que los fabrica con caña, cuero y cuerno de vaca, una tradición que su familia tiene la misión de hacerla perdurar.

Desandamos los siete kilómetros realizados para visitar el caserío y regresamos al camino rodeado por un extenso y espinoso monte en el, que de vez en cuando, se asoma entre el follaje el río Dulce.

En el trayecto de 10 kilómetros que separan de Tuama se observan pocos y desvencijados ranchos de adobe y hornos de elaboración de carbón.

Capilla Santa Bárbara, en la localidad de Manogasta.
Capilla Santa Bárbara, en la localidad de Manogasta.

Tuama

De pronto, un punto blanco anticipa la cercanía de la capilla de la Inmaculada Concepción de Tuama, también llamada Virgen India, a pocos metros del río, y el cementerio.

La historia cuenta que fue un importante centro productivo en la conquista, porque allí se sembraba trigo, hoy en esos áridos solares sólo quedan tres familias.

El cementerio ubicado frente a la iglesia muestra antiguas tumbas. Es muy interesante recorrer esos pasillos que remontan a cientos de años atrás.

En uno de los vértices del camposanto, encontramos un blanco vestido de novia, con el rastro de un incipiente fuego en su centro y un arrugado papel escrito, en una pequeña depresión de la tierra.

En ese punto, la imaginación del espectador comienza a volar para desentrañar el extraño conjuro.

Cada uno en sus cavilaciones arribamos de nuevo a la ruta. Entre la iglesia y el río enramadas y algarrobos, de troncos monumentales, aportan sombra a los fieles que cada 8 de diciembre llegan para adorar a la Virgen.

Es que en la capilla se hace la tradicional procesión que conduce a la Virgen cinco kilómetros hasta el paraje La Higuera. El cortejo va acompañado de jinetes que danzan en círculo mientras dan vivas a la patrona.

Miramos a nuestro alrededor y estamos solos y parece increíble que cada diciembre a las puertas del verano se junte tanta gente. Son costumbres de un pueblo con historia y creencias arraigadas en su gente.

El sol en su ocaso marca el tiempo y ahora nos encuentra rodando por el nuevo asfalto realizado en el marco del proyecto de revalorización del Camino Real.

Los sembrados reemplazan al bosque nativo y en medio del camino un algarrobo seco, levanta sus ramas con dramatismo. Según una agrupación Sanmartiniana el lugar es un hito histórico donde hubo una posta del Camino Real en la que descansó el general José de San Martín.

Al frente, en dirección al río está la capilla Santa Bárbara y el cementerio, en la localidad de Manogasta cuya patrona es Santa Bárbara y la fiesta en su honor es el 4 de diciembre.

El anuncio de la noche apresura la marcha hacia la sede comunal donde nos ceden la oficina del lugar para descansar.

*Especial