San Sebastián, destino recomendado

San Sebastián, Donostia en euskera, fue fundada en 1150 e incendiada y destruida por completo en 1813 por tropas británicas y portuguesas que expulsaron a los franceses que ya la habían ocupado.

Por esta razón es que el casco antiguo se nutre en su mayoría de edificios del siglo 19 en adelante. En ese sector también se encuentran infinidad de bares y restaurantes donde se destaca la tradicional cocina vasca.

Es ahí donde está la taberna argentina “La cuchara de San Telmo” donde se paladean exquisiteces locales como costillas de cerdo ibérico, “manos de ministro” (cerdo) salteados con compota, queso de cabra asado relleno con verdura, cochinillo asado a baja temperatura o kokotxa de bacalao. Pero antes de una comida es recomendable detenerse en algún bar de la calle Fermín Calbeton para probar los célebres pintxos (similares a las tapas).

Entre los templos más antiguos se destaca la iglesia San Vicente, del siglo XVI, símbolo de la ciudad vieja y referente del estilo gótico. Del mismo modo, sobresale la Basílica Santa María, levantada sobre los cimientos de una antigua iglesia románica.

Sin embargo, el punto vital de la ciudad está en la Plaza de la Constitución donde se realizan la mayoría de las fiestas tradicionales. Ese espacio está rodeado por lo que fue Casa Consistorial, de grandes columnas.

Más adelante, en la calle 31 de Agosto, la única que sobrevivió al incendio de 1813, hoy es uno de los principales ejes históricos de la ciudad.

El Ayuntamiento de San Sebastián está en uno de los extremos de los jardines de Alderdi Eder, donde hubo un casino hasta que el juego fue prohibido a mediados de la década de 1920.

La Catedral del Buen Pastor construida a finales del siglo 19 inspirada en los grandes templos medievales de Alemania y Francia atrae las miradas de los visitantes. En la cúspide tiene una especie de aguja que es el punto más alto de toda la capital de Guipúzcoa.

Caminar por el Paseo Nuevo, que rodea las playas de La Concha y de Ondarreta, permite pasar por el Aquarium, el Museo Naval, el Real Club Náutico (con forma de un buque), y el Palacio de Miramar, donde la reina María Cristina tenia su residencia veraniega.

Llega el turno de la “Construcción Vacía”, obra de arte de Jorge Oteiza, y luego, el Peine del Viento, del escultor Eduardo Chillida que consiste en tres esculturas de acero incrustadas sobre las rocas que miran al mar Cantábrico. Al recibir los azotes de las olas provoca un sonido muy especial que se repite más adelante en un sistema de salidas de agua y aire al que la furia del oleaje arranca sonidos.

En ese punto se observa toda la bahía de La Concha y la isla de Santa Clara, una experiencia fascinante.

San Sebastián impresiona y atrae porque es una ciudad moderna con mucha vida y está rodeada de una privilegiada belleza natural.

Numerosos hoteles y alojamientos, muy bien equipados y a buen precio, invitan a estirar la visita en esa ciudad cordial, cuyos habitantes no se resisten a cambiar el idioma natural para interactuar con los visitantes.