buscar

San Pablo: claroscuros en la colosal ciudad

PLAZA DE LA REPÚBLICA.
PLAZA DE LA REPÚBLICA.

Es la ciudad más grande de Brasil y si en el siglo 20 fue el mayor centro industrial, hoy es corazón financiero de ese país. Entre un universo de rascacielos y colosales espacios públicos, “adivinadoras” del futuro tiran las cartas y mantienen vivas antiguas creencias.

Entre las nubes y la gran polución es difícil encontrar los límites de San Pablo, la ciudad más grande de Brasil, aún desde el avión.

El área central es un sector que a través de la arquitectura manifiesta los distintos momentos históricos, donde se produce el encuentro de la heterogénea población con distintas etnias y clases sociales.

Transitar las populosas calles y plazas del área central de la colosal urbe acerca al contradictorio mundo moderno, donde aturde el ruido producido por los helicópteros que transportan empresarios y se observa la multitud que circula por las calles.

Por la zona central. La zona central administrativamente es extensa, pero los puntos de mayor interés se encuentran a una distancia que se puede recorrer a través de caminatas. En este sentido la Alcaldía organizó nueve recorridos temáticos para abarcar los diversos intereses de los visitantes: arquitectura, cultura afro, café, fútbol y arte, entre otros.

Nos decidimos por el circuito que recorre la arquitectura y los parques públicos, donde se concentra la vida popular paulista.

Se puede partir desde la Pla¬za de la República, rica en vege¬tación con enormes ficus, palmeras y bambúes; además de tener un recorrido por estanques con puentes que comunican entre sí.

La Plaza de la República ocupa el lugar de la antigua plaza de toros del siglo 19. Desde allí se sigue por la calle peatonal Bañado de Itapetininga, con solados de dibujos de guardas en blanco y negro, hasta la plaza Ramos de Azevedo, donde el Teatro Municipal convoca las miradas.

La fachada del establecimiento, con basamento ricamente trabajado y cuatro monumentales atlantes, coronan las puertas. Este edificio es definido como el más ricamente decorado de la ciudad y fue recientemente restaurado por lo que muestra todo su esplendor.

El recorrido continúa por la calle que se hace puente sobre el viaducto Prestes Maia y más adelante recibe un parque en lo que fuera el valle del río Anhangabaú.

Una enorme avenida se pierde bajo tierra para dar lugar al parque. En el puente las adivinadoras de futuro vestidas con trajes típicos tiran las cartas o caracolas y bajo sombrillas protegen la identidad del cliente.

En un entorno de lo más moderno con gigantescos edificios vidriados tiene lugar misticismo, creencias y la búsqueda de respuestas fuera de racionalidad.

A pocos pasos se encuentra el Pórtico de la Plaza del Patriarca, estructura metálica contemporánea de más de 40 metros de luz que marcan el ingreso a la galería de arte subterránea Prestes Maia, entre enormes edificios de 30 plantas. En la entrada acampan los más vulnerables entre cartones y nailon, que con su presencia marcan, una vez más, los contrastes de la gran ciudad entre la opulencia y la escasez.

Trabajo se ofrece. A lo largo del circuito por la peatonal concentra la atención del visitante los promotores de "recursos humanos" que utilizan los pies de las farolas para colgar las ofertas laborales.

Atraen con chalecos que anuncian los rubros que promueven. Una caja con la leyenda: “deje aquí su currículum”, concentra a desocupados que esperanzados dejan sus carpetas. Las personas de todo nivel recurren a este sistema para la búsqueda de empleo.

Entre viaductos y edificios corporativos se llega a la plaza Da Sé, enorme espacio público multiuso con fuentes, esculturas urbanas y múltiples paseos.

Sobre uno de sus ejes entre dos filas de palmeras se destaca la Catedral, obra de arquitectura neogótica con dos torres de 97 metros de altura. A través de una escalinata se llega al pórtico donde los apóstoles controlan el ingreso.

El interior del templo con arcos ojivales franquean la entrada al recinto teñido de luces de colores que emanaban de los 54 vitrales de las fachadas laterales. Lo destacable de estos es que la iconografía incorporó a los animales nativos entre los motivos religiosos.

De nuevo en la calle, llama la atención el Palacio de Justicia que altivo mira a la plaza.

En las fuentes los habitantes de la calle se bañan, otros lavan ropa y usan las esculturas como hábitat. En las chimeneas del metro la ropa se seca con la salida de aire caliente y parecen banderas al viento.

Atrás quedó la plaza y se circula por calles dedicadas al comercio mayorista, organizado en cuadras especializadas en textiles, electrónica, herramientas, hasta negocios con estanterías llenas de lentes de aumento clasificados por graduación y otras estanterías repletas de anteojos Ray Ban, de a miles.

En este sector los edificios fueron residencias del siglo 19, de líneas neoclásicas, ahora transformadas en locales comerciales.

Las personas invaden todos los espacios con promotores en la calle que invitan a ingresar y tornan dificultosa la circulación. Invaden olores a comida, vendedores de jugo y los que caminan la calle como si estuvieran en sus casas.

Sector colonial. La ciudad tiene la virtud de ¬permitir trasladarse en el ¬tiempo, dejar el siglo 19 e in¬gresar al único sector colonial que sobrevive de esa época en San Pablo.

En ese lugar se ofreció la primera misa el 25 de enero de 1554 fecha de la fundación. Luego los jesuitas instalaron el colegio e iglesia que dieron origen al Patio del Colegio e Iglesia del Beato José de Anchieta. Una pequeña plazoleta con monumento en forma de columna conmemorativa genera un espacio muy agradable para el descanso y la contemplación, poco común en pleno centro de una ciudad tan inmensa y trajinada.

Cerrando el espacio urbano de la plaza se ubican los edificios de la Secretaría de Justicia en estilo neoclásico y el Tribunal de Justicia como ejemplo art decó.

Con solo caminar unas cuadras se alcanza la plaza Antonio Prado, con jardines de exuberante flora. Aquí dos muestras del esplendor de San Pablo de principios del siglo 19: el edificio de la Alcaldía llamado Martinelli, que entre 1929 y 1936 detentó ser el más alto del mundo, y el edificio Altino Arantes que superó el título del anterior hasta 1953.

En la parte superior del Arantes un mirador permite observar desde la altura la ciudad en una vista de 360º al ilimitado horizonte de edificación, coronado por la bandera paulista.

Cuando ya termina el recorrido se arriba al convento Sao Bento, otrora monasterio benedictino hoy alberga un colegio e iglesia. Lo destacable del templo es la decoración que combina estilos egipcios, bizantinos, y románico y distintas formas de expresión como vitrales, pinturas, esculturas y mosaicos.

El retorno es o por bulliciosas callejuelas comerciales que conducen por la avenida Ipiranga nuevamente al Parque de la República. De esta manera finaliza el recorrido por el área central de San Pablo y sus principales atractivos. Este recorrido se puede complementar con la visita a museos y centros culturales, galerías temáticas singulares: de rock, de skate o de peinados afro.

Esta ciudad es un descubrimiento continuo para aquel que guste sentir la cultura y formas de vida de sus ciudadanos, mezclándose en la vida cotidiana. Gustan decir los paulistas: “ para andar por la ciudad hay que pasar inadvertido y andarás tranquilo”, buen consejo para el viajero curioso.

Lo que hay que saber

Datos útiles. Para conocer San Pablo tenga en cuenta que se puede obtener muy buena información en los Centros de Información turística ubicadas en plazas y paseos. La atención está a cargo de profesionales bilingües que entregan material gráfico con circuitos temáticos y buenos consejos.

Opciones. El recorrido se puede realizar a pie o en bicicleta (se alquilan por una jornada).

Seguridad. En la zona central hay mucho control policial lo que torna seguro la visita.

Cuándo ir: por el tipo de clima de San Pablo cualquier temporada es apropiada para visitarlo. Dicen que el clima se modificó por el casco de polución que produce efecto invernadero que incrementan las temperaturas. Casi no registra invierno.

Servicios: en la mayoría de los atractivos la entrada es gratuita.

Sorpresa: en todo el recorrido no es posible observar un solo niño o adolescente en la calle. Según dicen esto es producto de políticas educativas de inclusión.

Costos: jugo de naranja exprimido 5 reales, "brazuca" (sándwich de mortadela) desde 40; cerveza desde 4, y desayunos populares 12 reales.