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San Mamés descuelga las redes

SAN MAMÉS.
SAN MAMÉS.

En este fin de semana, el mítico estadio de San Mamés, hogar del Athletic Club de Bilbao, vivirá su despedida oficial tras casi un siglo de históricos sucesos deportivos protagonizados por uno de los clubes más antiguos del mundo.

La arquitectura recuerda a los viejos estadios ingleses, una caja de zapatos cerrada con viseras en los cuatro costados, sostenidas en algún lateral por columnas de hierro que se incrustan en las gradas y que obstaculizan a algunos espectadores la visión total del terreno de juego.

El recinto, que puede albergar a 40.000 personas sentadas, será derrumbado en los próximos meses para dar paso al nuevo San Mamés Barria, con 50.000 butacas, y cuya novedosa estructura ya va dominando el paisaje contiguo.

El estadio está al borde del río, encajado en el casco urbano y cada encuentro es un acontecimiento tanto social como deportivo, en el que abundan las familias enteras y peñas de aficionados vestidos, en un altísimo porcentaje, con la tradicional casaca albirroja.

El ritual continúa pocos minutos antes del silbato inicial, cuando la aguda voz del locutor oficial implosiona en el estadio con un encendido “Athleeeeetí” (estirando la “e” no menos de cinco segundos y acentuando con vigor la “i” final).

Allí, la piel del forastero no puede evitar un erizamiento inesperado, haciendo suya la comunión con la pasión futbolera de miles de gargantas que en esos momentos, al compás del himno del club, saludan la salida al campo de “Los Leones”.

Todo el plantel, sin excepción, tiene ascendencia vasca, por una ley no escrita que se respeta desde siempre y que algunos empiezan a considerar anacrónica y hasta perjudicial para la evolución del club.

En este campo de juego destacó hace muchas décadas un delantero muy efectivo, llamado Rafael Moreno Aranzadi, más conocido por “Pichichi”, nombre de un trofeo que el diario deportivo Marca otorga desde los años 50 al máximo anotador de cada temporada.

Cuesta imaginar que el goleador de la Liga Cordobesa pudiera ser honrado con ese mote, a medio camino entre lo infantil y lo escatológico, sin ser sepultado por toneladas cargadas.

Da la casualidad que al frente del equipo que clausurará “La Catedral”, como se conoce también al centenario estadio, está Marcelo Bielsa, único entrenador argentino que se ha sentado en el banco local. Ha sido inevitable pedirles una opinión a varios simpatizantes, sobre tan peculiar personaje y los pareceres coinciden en reconocerlo como uno de los técnicos más capaces y sabios del mundo y, además, algunos lo admiran por mantener unos valores morales y éticos ya inusuales en el deporte moderno.

En el partido al que asistimos, contra el Mallorca, parte de la hinchada coreó varias veces un “Bielsa quédate” que el rosarino, en la conferencia de prensa posterior, agradeció. Pero nada más. Él decidirá, como prometió, al final del presente torneo, si será el entrenador que inaugure en la próxima temporada, el flamante San Mamés.