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Para pedalear sin límites

Caminos vecinales enlodados no son obstáculo para dar rienda suelta al cicloturismo en distintas épocas del año y por diversos paisajes.
Caminos vecinales enlodados no son obstáculo para dar rienda suelta al cicloturismo en distintas épocas del año y por diversos paisajes.

Tres días de cicloturismo por la frontera entre Córdoba y Santiago del Estero por lugares que fueron hábitat de quebrachos y algarrobos, hoy reemplazados por campos de soja, sorgo y maíz. Antiguos pueblos que sobreviven a la vera de vías donde ya no circulan trenes. 

E l agua de las lluvias (antes casi inexistentes) en las tierras planas ya no tienen capacidad de absorción y forman lagunas. Las vías del exferrocarril Central Argentino de la línea Belgrano son ideales para seguir en un planificado recorrido en bicicleta desde Obispo Trejo en el norte de Córdoba y a través de distintas poblaciones hasta traspasar el límite provincial y llegar a Paso de la Cina, un ignoto pueblo ya en jurisdicción de Santiago del Estero.

El periplo cada 25 kilómetros sorprende con algunas de las antiguas estaciones de tren y la hermosa arquitectura que las caracteriza. A su alrededor se distribuyen mansos pueblos que al desaparecer el tren hoy luchan por sobrevivir.

Acompañan as viejas torres de los telégrafos que ofrecen viviendas colectivas a la población de loros de la zona.

Por esos días Obispo Trejo se sobreponía a grandes inundaciones, cuya intensidad quedó marcada en los muros de los antiguos caserones.

Avanzamos con rumbo norte y por asfalto hasta La Posta, en un trayecto poco concurrido, sólo acompañados por bandadas de loros y palomas que se desplazaban entre los maizales.

Cuando la ruta llega a su fin se arriba a La Posta, poblado de pocas casas sobre una calle central. Era hora del almuerzo y en el bar El Cacuy, Hugo, el dueño nos preparó una mesa en la vereda junto a otros lugareños. El tiempo en esos pueblos tienen otra dimensión y los apuros no tienen cabida.

Cada uno de los parroquianos se presentó y luego conocimos el interior del local donde miles de objetos de campo colgados en las paredes reclaman atención: herramientas, pequeñas máquinas domésticas, bozales, botellas, sifones, radios y muchos más. El entusiasmo que demostramos alentó a Hugo a mostrarnos su casa donde tiene una colección mucho mayor. Tal como si fuéramos viejos conocidos mostró fotos, contó anécdotas y aportó elementos históricos. Episodios como estos sólo se viven en pueblos donde la confianza es marca registrada.

Llegó el momento de la partida hacia Las Arrias, llamada Capital del Carbón, por un camino con mucho barro que en tramos se tornó muy pesado. En esa oportunidad, las figuras destacadas fueron los caburé (aves rapaces) que nos observaban desde los postes de los alambrados.

Importantes plantaciones de tuna dieron la bienvenida a Las Arrias, en cuya plaza, mate de por medio, conversamos con un grupo de chicos. Tras la pausa retomamos la marcha hasta llegar a Sebastián Elcano donde dormimos.

Hacia Sol de Julio

El segundo día de travesía continuamos rumbo al norte por caminos a cuyos lados hay campos sembrados y antiguas vías del tren atrapadas por la vegetación.

Después de 25 kilómetros llegamos a la comuna Eufrasio Loza (nombre que recuerda al primer gobernador radical de Córdoba) que consta de una antigua estación de trenes y un puñado de casas. Algunas viejas casonas con veredas de ladrillo y elevadas marcan la característica general del caserío. Todo es viejo, como detenido en el tiempo, el silencio domina las calles de tierra por donde la población monta a caballo y algunos menos, en bicicleta.

Nuestro arribo coincidió con las tareas que un grupo de pueblerinos hacían en la cancha local para el campeonato de fútbol del día siguiente. Una postal hermosa de un pueblo como los de antes.

De nuevo en la ruta recta y con mucho barro llegamos hasta el cartel que corta el camino y anuncia Gutemberg (alguien le quitó el palito a la “g” y quedó Cutemberc). Ingresamos por la calle principal en la que sobresale el que fue edificio administrativo del ferrocarril, en ladrillo de máquina y en excelente estado. Más adelante, una bandera roja en la puerta de una carnicería avisaba a los vecinos la reciente carneada.

Era mediodía y aprovechamos a almorzar las vituallas que llevábamos y no tardaron en acercarse algunos lugareños a conversar, confirmando una vez más que en el interior, las relaciones son espontáneas y no conocen de protocolos.

Lo que hay que saber 

Recorrido total: 250 kilómetros.

Alerta. Cuidado con las espinas, típicas del monte chaqueño. En las salinas se suman los mosquitos por eso se recomienda llevar repelente.

Recomendaciones. En La Posta es interesante visitar el bar y hospedaje El Cacuy; en Gutemberg la estación de trenes; en San Pedro la fábrica de quesos de cabra La Majadita; en Sol de Julio la represa de Báez y en Paso de la Cina el bar, almacén y hospedaje del mismo nombre.

Alojamiento. En todos los pueblos el alojamiento con baño compartido se consigue desde $ 50 y con baño privado desde $ 120 por persona.

Distancia. De Sol de Julio a Paso de la Cina hay 68 kilómetros de distancia aunque los carteles indican 80 kilómetros.