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Nayarit: picante, como su comida

AGUACHILE. Uno de los platos típicos (y picantes) de Nayarit (Andrés Blanco / La Voz).
AGUACHILE. Uno de los platos típicos (y picantes) de Nayarit (Andrés Blanco / La Voz).

Cuando un mejicano habla de picante, lo dice en serio. En la Rivier Nayarit, sobre la costa mejicana del Pacífico, hay platos variados y la gastronomía es uno de los atractivos del lugar.

En un viaje a la Riviera Nayarit, la comida merece un capítulo aparte. Aunque todo es picante, las cartas son amplias y se caracterizan por la predominancia de pescados frescos y mucho marisco. Los sabores deleitan hasta el paladar más exquisito.

"Todo lo que sea mariscos lo vas a encontrar aquí y no te lo puedes perder", dice en una tonada argento-mejicana el chef Calixto Gattás (es argentino de sangre pero mejicano por adopción).

Su restaurante, en el pequeño pueblito de San Pancho, ofrece comida orgánica.

Pero cuando los mejicanos hablan de mariscos y pescados, no se refieren únicamente al almuerzo o a la cena. Sus desayunos son muy potentes y se sirven con, desde huevos y salsa picante, hasta ceviche de algún pescado fresco, muerto la noche anterior. Todo se acompaña con tortilla de maíz.

En el bistró orgánico del Hotel Cielo Rojo, Calixto recomienda optar por un “Fuc tonic” en ayunas, antes de comenzar con el maratón de platos que ofrecerá el desayuno. Se trata de una mezcla sólo apta para valientes, hecha a base de agua de coco, tumérico, jengibre y limón. Como todo en México, pica.

Si se hace una pausa en la comida (cuando se está de vacaciones en esta zona uno se dedica a comer, aunque no quiera) se podrá apreciar que los vecinos de San Pancho parecen tener muy en claro lo que es la vida en comunidad.

En la entrada del pueblo, en la calle principal, hay un centro educativo independiente que ofrece talleres para los chicos, con una mirada sustentable. Allí separan la basura que genera el pueblo, para reciclarla y reutilizarla.

Con esos materiales fabrican juguetes, entre muchos otros objetos, que luego venden en otras localidades. Con ese dinero se sostienen (no reciben aporte estatal) y ofrecen talleres para los más pequeños.

A pocos kilómetros de allí se encuentra Sayulita, un poblado cuyas calles ofrecen mucho color y en las que se respira juventud. Este lugar es elegido por los turistas para practicar surf, sobre todo principiantes. Es que, aunque sus aguas ofrecen olas grandes para los más experimentados, hay sectores en la playa con olas bajas ideales para iniciarse en el deporte en unas pocas horas.

Los jóvenes son los que más eligen este destino dentro de la Riviera, porque ofrece lo necesario para desconectarse, con toques de vida al aire libre, buena música y mucha arena.

En la playa hay reposeras y muchas sombrillas y las tablas de surf tienen su espacio ganado entre las olas. Niños y jóvenes, sobre todo, son quienes se adueñan del mar para ponerle color y adrenalina a una tarde de playa.

A metros de allí, los bares ofrecen comida picante y bebidas frescas.

En Sayulita se puede caminar por las calles empedradas tapadas de arena, mientras se escucha algo de música local. En los negocios que desbordan las veredas con artesanías y mucho color, se pueden encontrar desde cuadros de estambre, arte típico de la cultura huichol, hasta la fusión que se ofrece en el local de un francés que combinó la tradición local con toques europeos.

El arte y la tradición están muy presentes en Sayulita, aunque su mención sirve como ejemplo de lo que la Riviera ofrece en cada uno de sus pueblos.

El Día de los Muertos es una celebración mejicana que data de la época precolombina, en la que se honra a los difuntos. Significa el retorno de ellos a la tierra de los vivos, para convivir con sus familiares; se celebra los primeros días de noviembre.

Por eso, en muchos locales se pueden encontrar calaveras decoradas con mucho color. Es la combinación entre la alegría de la vida y lo tétrico de la muerte.

El clima en esta zona es el ideal para hacer playa y disfrutar del aire libre. La temperatura máxima media permanece cerca de los 30° durante todo el año, con lo que el invierno resulta una temporada ideal si lo que se busca es temperatura pero no calor extremo. Y si se quiere tranquilidad, qué mejor que la temporada baja que comienza en mayo, y que además ofrece buenos precios.