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Madrid es todo, es mucho

Para visitar la capital de España, nada mejor que hacerlo de la mano de un madrileño(a), sobre todo cuando se trata de aprovechar el tiempo para ver lo mejor de Madrid.Flamenco, museos, monumentos, gastronomía; hay mucho para conocer.

No esperéis en esta nota una visión objetiva de la ciudad. Soy madrileña de cuarta generación (algo casi imposible), cuya familia ha pasado por monarquías, repúblicas, dictaduras y guerra civil. Madrid es todo, Madrid es mucho.

Como decía el Séneca, la verdad requiere palabras sencillas, y algo simple pretendo con este artículo: animar a los cordobeses a venir a Madrid a disfrutar de su cultura, de su historia y a pasárselo en grande.

Madrid es, hoy en día, una gran ciudad, una metrópolis de cinco millones de habitantes, pero cuando estas dentro de ella surge el milagro: te olvidas de su tamaño y sientes que el grande eres tú en una ciudad cercana, energética y colorista.

Para hacerse una idea de esta maravillosa dualidad, basta con pasear desde la Fuente de Cibeles hasta llegar a la Puerta del Sol, entrar por la calle Mayor en el Madrid de los Austrias, la ciudad que Felipe II hizo capital de España, capital de un imperio donde nunca se ponía el sol.

Menos de una hora es suficiente para comprender esta versatilidad de Madrid: de las grandes avenidas, pasamos a caminar por pequeñas calles donde todo convive, desde animadísimos bares, tiendas centenarias, mercados bulliciosos y toda la alegría del mundo.

Madrid es monumental y hay mucho patrimonio que ver, pero también muchas tentaciones, es fácil distraerse. Qué importa, para eso son los viajes.

La gastronomía es extraordinaria. Sólo aquí se tiene la oportunidad única de probar lo mejor de la cocina española, de todas sus regiones. Recorrer la Cava Baja entre aromas de asados y guisos; encontrarte a Lucio, uno de los cocineros más famosos del mundo, que te saluda, que recuerda a tu padre con cariño, y otro tabernero de postín te invita a un vino, porque hace un mes que no te ve. ¿Es el paraíso? Casi. Es una calle de Madrid.

¿Qué decir del Museo del Prado? Sólo por ver el blanco de las túnicas de Zurbarán o el negro de las pinturas de Goya; la luz que flota en el aire de los cuadros de Velázquez o las lágrimas de las mujeres en el Descendimiento de Van der Weyden, merece la pena venir a Madrid.

Poca gente sabe que Francis Bacon, el artista británico, vino al Prado y se quedó a vivir aquí para poder visitarlo a diario. A mis conocidos siempre les recomiendo que visiten el museo un día con un guía, para seleccionar lo que más les guste, y que vuelvan más tarde solos a disfrutar con toda su alma.

Es arrebatador caminar una mañana fresca, bajo el cielo azul intenso de Madrid, por el Paseo del Prado entre fuentes, museos, jardines verticales y botánicos, y atravesar el Retiro, entre rosas y estatuas. Sentarse un rato en el Palacio de Cristal y recordar ante su estatua a don Benito Pérez Galdós, para descubrir, minutos más tarde, que su Madrid vibrante, castizo y encantador aún existe.

Y no podemos olvidar el matrimonio más feliz del mundo: el flamenco y Madrid. Los dos viven un idilio que dura más de 200 años y que convierte a Madrid en la mejor ciudad para disfrutar de este arte universal.

Madrid es salir, es “tirarse a las calles”, es estar en las terrazas, en la Gran Vía, en las verbenas, en las festividades,

Las tabernas son el salón de la casa de un madrileño. En ellas se cuentan penas y alegrías; se juega a las cartas; se habla de fútbol, de toros y de la vida entera, mientras se bebe y se come sobre sus barras de mármol, donde siempre corre el agua fresca. Nadie se siente solo en la vida si tiene una taberna donde ir.

Ernest Hemingway, un enamorado de la ciudad, hizo su último viaje a Madrid días antes de quitarse la vida, en un intento de recuperar la alegría de la juventud, pero a los pocos días volvió a Estados Unidos y le dijo a un amigo: “Madrid es un lugar para vivir, no para morir”.

Y eso es lo que Madrid ofrece: vida. Es una ciudad para vivir. Muchas veces cuando camino por sus calles, pienso en todos los que antes pisaron esas mismas plazas y calles: Lope de Vega, Cervantes, Velázquez, Goya, Quevedo. Y también en los que, como vosotros, las pisarán detrás sintiéndose también madrileños, ya que el único requisito que se necesita es el deseo de serlo.

La ciudad de los madrileños

La ciudad es grande, pero hay que vivirla con tranquilidad; es bonito dejarse llevar para perdernos un poco en nuestra propia ciudad. Madrid es seguro y tiene excelentes medios de transporte. Los lugares históricos se recorren andando y además, hablamos el mismo idioma. Los madrileños somos charlatanes y me parece que los cordobeses, también ¿no? Pues todo solucionado.

¿Por qué no empezar o ir ver Madrid a vista de pájaro? Nos gusta subir a la terraza del Palacio de Correos, en Cibeles; a la magnífica azotea del Círculo de Bellas Artes, o a la cafetería del Corte Inglés de Preciados. Miras desde arriba para luego sumergirte en la ciudad.

Desayunar en el hermoso café de Oriente y mirar el Palacio Real, para adentrarnos en el Madrid de los Austrias y sus cientos de iglesias y conventos: San Ginés; San Antonio de los Alemanes (sus frescos son una joya); la catedral de San Isidro, y San Miguel. Nadie se debe perder el Convento de las Descalzas Reales y vivir la paz de un jardín en mitad de la gran ciudad.

Pasear por la Gran Vía, donde siempre ocurre algo interesante, hasta la plaza de Santa Ana y descansar en ese excelente ambiente de bares, flamenco, teatros. Allí nos gusta Viña Pola o la Cervecería Alemana. Ya casi estamos en el barrio de la Letras, donde vivieron los genios del siglo de oro.

Hermosa la casa de Lope de Vega y el convento de las Trinitarias, donde está enterrado Cervantes. En su casa está hoy Casa Alberto, la taberna más antigua de Madrid y una de las mejores.

Nos encanta la Plaza de la Paja y la del General Vara de Rey los domingos de rastro y comerse unas sardinas entre puestos de antigüedades, en Casa Santurce. Nadie se puede ir de Madrid sin comer un bocadillo de calamares en la plaza Mayor o sin entrar a algún mercado, como el de San Antón en el barrio de Chueca o el magnífico Mercado de la Paz, en el barrio de Salamanca.

¿Estoy escribiendo sólo de comida? No lo puedo evitar. Los madrileños paseamos y vivimos la ciudad parando casi a cada paso para comer y beber. Porque la cultura es inseparable de la gastronomía y no se concibe salir a pasear sin tomar algo, cañas o vinos.

Cuántas horas, cuántos momentos maravillosos hemos pasado en estos establecimientos emblemáticos de la capital. Comemos cocido y callos en invierno; pescadito frito y jamón en tabernas andaluzas todo el año, y fabada, queso de cabrales y sidra si estamos en una asturiana, pero si es gallego... ¡comemos todo!, porque todo lo hacen bien estos gallegos.

Si la taberna es valenciana o murciana, pedimos arroces, y si es castellana, cordero y cochinillo lechal. Dicen que Madrid, tan lejos del mar, tiene el mejor puerto, así que comemos mariscos y pescado siempre que podemos. Es mucha la variedad. Yo os recomiendo hacer un paseo gastronómico, como “El tapas tour”.

Fuera de la milla de oro del arte (museos del Prado, Reina Sofía y Thyssen) merece la pena la Casa Museo de Sorolla y, si os sobra un día, jamás dudaría en ir a ver el Monasterio del Escorial, a 50 kilómetros de Madrid y a 25 minutos en tren. Una vez más las palabras son insuficientes para describir la imponente creación de Felipe II.

Madrid y el flamenco han estado siempre unidos. La oferta de espectáculos es muy buena, tanto en teatros como en peñas y tablaos. El nivel es muy alto, yo diría que es la capital del flamenco.

Decía alguien que Madrid te da la vida pero también te la quita, con su noche interminable y la mejor fiesta del continente, que merece otro capítulo. Ya hemos comentado que las tentaciones son muchas y no conozco a nadie que se lo haya pasado mal en Madrid. Así que aquí os esperamos.

Lo que hay que saber

Transporte. Madrid está justo en el centro geográfico de España. Es perfecto para viajar a cualquier punto del país. El aeropuerto está a menos de 20 km de la capital. Hay un metro desde Barajas y autobuses. Con maletas, conviene un taxi (al centro, unos 30 euros). Hay bonos de 10 viajes (12 euros) que se pueden usar en metro y autobús.

Dónde dormir. Gran variedad y excelente calidad en la oferta de alojamiento. Palacio Kepa, hotel-palacio en la Plaza del Ángel con un excelente servicio. Hotel Wellignton, taurino y elegante. Muy buena ubicación, en pleno barrio de Salamanca. Hotel Regente, cómodo, céntrico y asequible. Con el mítico tablao Torre Bermeja debajo.

Dónde comer. Cocido madrileño, en Casa Carola, calle Padilla. Malacatin, en la plaza de Cascorro. Hermanos Blanco, calle Tabenillas, en la Latina. Todo está bueno, pero el bacalao con tomate, sus guisos, los callos y los caracoles, son imperdibles. Casa Dani, en calle Calatrava. Sus vinos y embutidos son los mejores y la taberna maravillosa. Casa Paco. Recomendables su queso y la carne roja. Casa Hortensia, restaurante asturiano, en la calle de la Farmacia. Donde Leo, en calle Pedro Heredia, ideal para pasar en un paseo taurino, tomarse un vino, escuchar cantar a Leo y comer uno de los mejores rabos de toro. Bodegas Ricla. Establecimiento centenario, enfrente del gran restaurante Botin (que se dice es el más antiguo del mundo). Asador de Aranda, en calle Diego de León, cordero asado. La Paloma, en calle Toledo. Mariscos y sus boquerones en vinagre son de antología. De Diego, en la calle de la Reina, un cóctel de primera.

Flamenco.Tablao Las Carboneras, excelente gastronomía y flamenco de primer nivel, en un espacio diferente. El personal, con Quique Ponce de León al frente, es impecable y simpático, lo que hace que siempre sea un placer pasar allí una velada.

Excursiones y paseos.Tour de tapas, cuesta 70 euros e incluye el primer vino y la primera tapa en todos los establecimientos de su recorrido. Paseo "experiencia flamenca", 150 euros, para vivir el flamenco. El paseo incluye la visita al mejor fabricante de guitarras, tabernas y lugares históricos de Madrid, con cena y espectáculo.

Más información. E-mail: carmencristino@yahoo.es

Agradecimiento: al Ayuntamiento de Madrid por ceder las fotografías.

En Internet: www.esmadrid.com