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La fe mueve montañas y turistas

BASÍLICA DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS.
BASÍLICA DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS.

Dentro de la industria del sector, se ha posicionado fuertemente lo que se ha dado en llamar el turismo religioso.

Desde hace décadas, el turismo religioso –aquel que es motivado por la fe de sus cultores– ha tomado un progresivo auge, fenómeno del cual los argentinos, y los cordobeses en particular, somos testigos temporada a temporada. Lo mismo ocurre en otros países, de profunda raigambre católica, como Colombia, donde las tradiciones y monumentos de la fe católica que se profesa, son considerados en la actualidad como atractivos turísticos de gran valor.

Cada vez más viajeros optan por destinos asociados a sus intereses. De acuerdo con un estudio sobre turismo religioso elaborado en 2009 por la Secretaría de Desarrollo Turístico de Guanajuato (México), el deseo de acercarse a la religión, recorriendo sus lugares más representativos, hace parte de esta tendencia.

Así, es posible rendir culto a la Virgen en un templo construido hace un siglo, en medio de un abismo, o cumplir una promesa al ascender a pie por la ladera de un cerro ubicado a más de 3.000 metros de altura, sobre el nivel del mar.

Al primer grupo lo integran las procesiones de Mompox, Pamplona y Popayán, cada uno con elementos diferenciadores. La antigüedad o las multitudes que congregan a su alrededor han despertado el interés de los viajeros al mismo tiempo que reconocimientos inter¬nacionales.

Uno de ellos fue la declaración de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, hecha en 2009 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), del tradicional desfile de esculturas que reproducen la pasión y muerte de Cristo por las calles de Popayán, en el departamento colombiano del Cauca.

Igual le tocó en 1995 a Santa Cruz de Mompox, una pequeña población en el departamento de Bolívar (norte) que fue declarada Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad por la Unesco y donde se realizan las únicas procesiones de marchas en Colombia.

El municipio de Pamplona, en Norte de Santander, se destaca no sólo por la devoción, sino por los detalles de las figuras con las que se lleva a cabo el Vía Crucis o la recreación de los 14 pasos de Cristo desde su aprehensión en el huerto de los Olivos hasta la sepultura.

La fe entra por los ojos. Además de intervenir en las prácticas de la Semana Santa, las personas que viajan a Colombia con propósitos religiosos también procuran hacer visitas a los edificios y monumentos

que fueron construidos durante los más de seis siglos que completa la adhesión del país al cato-licismo.

El Santuario de Nuestra Señora de las Lajas, en la localidad de Ipiales (Nariño), y la Basílica del Señor de los Milagros, en Buga (Valle del Cauca), son muy populares entre los extranjeros.

El santuario, llamado “milagro de Dios sobre el abismo”, por la aparición de la Virgen del Rosario a finales del siglo XVIII, sorprende por su majestuosidad y su conservación. Son tres naves erigidas sobre un puente que cruza el río Guaítara y una plaza que une con el otro lado del cañón, cuya formación rocosa hace parte de la estructura, lo cual le ha valido ser catalogada como una maravilla arquitectónica por los expertos.

En tanto, la misma reacción tienen los visitantes, mayoritariamente de Centro y Sudamérica, al conocer la Basílica del Señor de los Milagros, en Buga. El templo, al que le fue concedido ese título en 1937 por el Papa Pío XI, es catalogado como ícono del turismo religioso en Colombia.

Sobresale entre los atractivos colombianos por su imponente arquitectura, valiosos ornamentos como la estatua del Santísimo Redentor forjado en hierro que reposa entre las dos torres y el sonoro campanario de origen francés, pero especialmente por su popularidad entre los fieles.

Miles de peregrinos, nacionales y extranjeros, acuden cada año a este centro de oración para cumplir con una promesa, en retribución de un favor concedido o para hacer un pedido particular.

Los Santuarios del Niño Jesús y del Señor Caído de Monserrate, ubicadas en Bogotá, aglutinan también a un buen número de creyentes en torno a las celebraciones dominicales ya que las creencias populares les atribuyen propiedades para la cura de enfermedades.

Otras ciudades como Cali, en el Valle del Cauca (sudoeste), y Tunja, en el departamento de Boyacá (centro), albergan otro tipo de atractivos como museos y conventos o monasterios, donde se desarrolla, durante todo el año, una vasta programación académica y cultural, que va desde conciertos de música sacra, conferencias y exposiciones sobre arte religioso, hasta misas en latín.

Cuna de una nueva santa. La canonización de la Madre Laura (1874-1949), anunciada por el Vaticano el pasado 11 de febrero y que tuvo lugar en Roma el 12 de este mes, despertó el interés de los católicos por la fundadora de la Congregación de las Hermanas Misio¬neras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena.

Aunque su comunidad y el trabajo que realiza con las poblaciones indígenas se han expandido en el continente, la vida de la primera colombiana en ser designada santa transcurrió primordialmente en su natal departamento de Antioquia, lo que ha ubicado en el radar de los viajeros internacionales a esta región del noroeste del país.

Los operadores turísticos preparan un recorrido con los pasos seguidos por la misionera, que incluye la casa donde nació, convertida hoy en un museo; la pila en que fue bautizada, y el templo en Medellín, la capital antioqueña, donde reposan sus restos mortales.

El gobierno colombiano, tanto nacional como las au¬tori¬dades regionales, trabaja mancomunadamente para fortalecer la infraestructura turística de esa población, y con el propósito de capacitar a los operadores turísticos y prestadores de servicios en este nicho cultural, que actualmente se promueve en siete países de América Latina (Argentina, Brasil, Costa Rica, Ecuador, México, Puerto Rico y República Dominicana).