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La ciudad recuerda a su patrono

Iglesia San Jerónimo, en el cementerio del mismo nombre.
Iglesia San Jerónimo, en el cementerio del mismo nombre.

Próximo a celebrarse el Día de San Jerónimo, declarado patrono de Córdoba por Jerónimo Luis de Cabrera, la Dirección Municipal de Turismo realizará una visita guiada a la iglesia que lleva su nombre, ubicada en el cementerio homónimo de la ciudad. 

Hacia 1831, los límites de la ciudad de Córdoba se habían extendido, de tal modo, que las distancias supusieron un cambio en las costumbres de la época. En el margen oeste del pequeño nodo urbano, crecía un asentamiento originario conocido entonces como el Pueblito. Sus habitantes comenzaron a reclamar la construcción de una iglesia más cercana donde cumplir con los preceptos religiosos.

Al mismo tiempo, era urgente la necesidad de encontrar un predio apto para el enterramiento de los fallecidos y se decidió que en el mismo sitio se levantara una capilla que otorgara el servicio espiritual solicitado.

Mientras unos entendían que ese cementerio y capilla debían estar en la zona del Pueblito, otros se inclinaban más por la quinta Santa Ana. La discusión fue zanjada recién 12 años después, cuando el gobernador Manuel López firmó el decreto por el cual se fijó que el cementerio de Córdoba se erigiría en “el predio que está hoy cercado de tapia y dos cuadras cuadradas, en las inmediaciones del Pueblito”.

El cementerio público se inauguró el 15 de septiembre de 1843 y en ese mismo acto, se dispuso que la capilla fuera consagrada al patrono de la ciudad y llevara por nombre San Jerónimo.

El fundador de Córdoba, Jerónimo Luis de Cabrera, ya había designado a San Jerónimo, su santo, como patrono de la ciudad en tiempos de la fundación, y dispuso por entonces misa, procesión y fiesta los días dedicados al santo. Estas actividades se habían cumplido en los años sucesivos, pero no existía hasta el momento ninguna iglesia dedicada a su veneración.

A pesar del interés inicial, la humilde capilla del patrono no recibió la asistencia y el mantenimiento requeridos y con el transcurso del tiempo se produjo un deterioro general.

En 1870, el obispo de entonces, monseñor Álvarez, designó una comisión para impulsar la construcción de una nueva iglesia, que fue inaugurada al público el 18 de diciembre de 1887, con el madrinazgo de Elisa Funes, esposa del presidente Juárez Celman y en 1900, la capilla se convirtió en parroquia.

La barriada 

La construcción de la parroquia y el cementerio significaron un polo de desarrollo en los sectores aledaños al centro urbano de la ciudad de Córdoba.

La barriada de manera paulatina se comenzó a extender en los alrededores con el asentamiento de nuevos pobladores que vieron grandes posibilidades en la zona. En efecto, el lugar se convirtió en el paso obligado hacia otros nuevos barrios.

El cementerio creció en proporciones y en obras, tales como la ejecución de la plazoleta central que lleva una escultura en bronce que representa la resurrección de Jesucristo.

La obra artística fue realizada por el escultor polaco Alejandro Perekrest, quien vivió en Córdoba hasta su muerte.