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Ingapirca: ruinas y fusión de culturas

INGAPIRCA. Vista general del complejo ceremonial religioso.
INGAPIRCA. Vista general del complejo ceremonial religioso.

El complejo arqueológico de Ecuador es la mejor construcción precolombina y fusiona la arquitectura de la cultura cañari y la incaica imperial. En un apacible paisaje montañoso, con coloridas parcelas cultivadas, están los testimonios del desarrollo aborigen.

A dos horas de la ecuatoriana ciudad de Cuenca se encuentra Cañar, una pequeña población ubicada a 3.120 metros sobre el nivel del mar, que es la antesala del Ingapirca, el más importante complejo arqueológico de Ecuador.

Ese complejo es la mejor construcción precolombina que fusiona la arquitectura de la cultura cañari y la incaica imperial.

Uno de los objetivos estra¬tégicos de los incas en el área, fue controlar el país cañari, es decir la ruta por la que circulaba la concha spondylus desde la costa hacia el sur. Esa conquista fue atribuida al inca Túpac Yupanqui.

Según diversos investigadores fue un centro ceremonial y astronómico de original diseño, ya que incorporó curvas y por su construcción superpuesta, sobresale lo que se llama el Castillo de Ingapirca.

La zona fue habitada por la cultura cañari desde el 400 antes de Cristo hasta la conquista incaica que construyó luego sobre la ciudad anterior, aunque respetaron la base urbana.

Los cañari edificaban a través de formas elípticas y redondas, que todavía se pueden observar en la parte inferior de las construcciones.

Ingapirca fue un sitio ceremonial religioso, donde los chamanes mediante rituales curaban los males que afectaban el “interior y el exterior” de los seres humanos.

Para ello utilizaban plantas alucinógenas que sanaban el “mal aire”, el “viento”, el “susto”, el “mal ojo” y también realizaban “limpias”.

En pleno siglo 21 estas prácticas se mantienen vigentes a través de los chamanes actuales a los que acuden los pobladores en busca de sanación.

La principal fiesta de Ingapirca se realizaba cada 21 de junio para el solsticio de invierno, llamado el Inti Raymi, que se prolongaba varios días, con ceremonias y sacrificios.

Al encuentro asistían peregrinos desde el norte del imperio a través del Camino del Inca, que llegaba desde Quito.

Distribución. El complejo arqueológico consta de varios sectores, cada uno cumplió funciones específicas.

El ingreso es a través del área Pilaloma, sitio de habitaciones cuadradas en torno a un patio.

En el centro se observa un montículo de piedras circular en cuya base se encontró un -enterramiento colectivo de ¬mujeres y en los bordes se pueden visualizar una serie de estructuras circulares llamadas kullcas, donde se almacenaban granos.

Desde este lugar hacia el norte se distribuyen enormes terrazas de formas elípticas donde hoy pastan llamas, y en la parte más baja, se observa un canal que conducía el agua hacia piletones donde se realizaban baños ceremoniales.

En el lado norte de la elipse está La Condamine, edificio con habitaciones dispuestas a ambos lados de un patio central. Los arqueólogos suponen que era el área destinada al personal de servicio del templo mayor llamadas Vírgenes del Sol. Allí también fueron encontrados restos de 39 personas.

Templo del Sol. El Templo del Sol o castillo es la principal de las construcciones y se apoya en una plataforma elíptica de 37 metros por 12 con el eje mayor orientado en dirección este-oeste.

El terraplén envuelve un pequeño cerro con muros de sillares de frente almohadillado, de cuatro metros de altura al estilo de los del Cuzco.

Para su construcción se utilizó andesita verde, piedra volcánica cuya cantera se encuentra a un kilómetro del complejo.

Los incas construyeron el templo en una plataforma de los cañari que se distingue por el estilo de la cantería de la parte inferior y en lo alto, hay dos cuartos estancos, separados por un muro medianero transversal.

El carácter ceremonial relacionado con el culto al sol se evidencia por la disposición de las puertas, una hacia el levante y otra hacia el poniente, que en ocasión de la fiesta del solsticio de invierno, los rayos entraban por una de las puertas. Su luz llegaba a un cuadrado tallado en la piedra de la pared divisoria, bañada de oro que irradiaba su reflejo al exterior.

En el Templo del Sol se descubrieron enterrados esqueletos femeninos, una sacerdotisa de avanzada edad y 10 jóvenes. Se presume que fueron ofrendas humanas que se hacían tras una selección de las integrantes más bellas del imperio. Ellas marchaban al sacrificio en la convicción de tener mejor vida en el otro mundo.

El conjunto arqueológico ofrece amplias panorámicas del valle al que conectaban los acueductos, que alimentaban las habitaciones donde se realizaban baños rituales de purificación.

Aún los descendientes de culturas aborígenes usan el agua para purificarse antes de hacer una fiesta.

Antiguamente el ritual se hacía en las terrazas incas, previa caminata entre plantas alucinógenas y aromáticas como el floripondio, la chilca y el guanto, entre otras.

Sobre un costado de las terrazas se conserva la cancha, sitio destinado a la recreación que consistía en torneos de cintas (se cuelgan cintas de colores de un palo alto y a través de la danza se forma un colorido trenzado) y el juego del gallo pitina (sacrificio del ave).

Completa el recorrido un sendero que baja a la quebrada del Intihuayco, donde se hallan los baños del inca consistentes en tinas talladas en roca; un lugar de sacrificio y en un peñasco cuyo perfil rocoso evoca un rostro humano al que se llama “Cara del Inca”.

Es un recorrido estimulante por la belleza del paisaje donde las nubes cubren las cimas montañosas mientras por debajo se dibujan coloridas parcelas cultivadas.

Al finalizar el recorrido todos los visitantes coinciden en admirar los progresos alcanzados por esas culturas en disciplinas tales como ingeniería y astrología y su aplicación en una visión cósmica y mística.

Lo que hay que saber

Servicios: el predio se encuentra abierto todos los días. Tiene un museo, sanitarios e información turística. Entrada: U 6 por persona.

Guías. El recorrido con guía es obligatorio. Entregan muy buen material gráfico.

En los alrededores se venden artesanías y en almacenes, alimentos y bebidas.

El lugar y el tránsito hasta el complejo es seguro.

Cómo llegar: desde la Terminal de ómnibus de la ciudad de Cuenca viaja al complejo la Cooperativa de Transportes Cañar que ofrece dos turnos diarios. El viaje es de dos horas y cuarto.

Pasaje: U 2,50.

Qué se puede hacer: hay dos recorridos guiados: uno de una hora y el otro de dos que visita la Quebrada de Intihuayco.