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Bolivia: cholitas que son titanes

La tarde de los domingos el Coliseo Multifuncional Heriberto Gutiérrez, en la ciudad El Alto, en la periferia de La Paz, se colma de público local y extranjero, para seguir las alternativas de las contiendas de lucha libre de mujeres. Un exitoso show que provoca polémicas.

Al caminar El Alto, ciudad ubicada en el área metropolitana de La Paz, la capital de Bolivia, la atención de los turistas confluye en los avisos publicitarios callejeros, que a los memoriosos les recuerdan a Titanes en el ring.

Si bien no está Martín Karadajian, La Momia, La Viudita o El Hombre de la Barra de Hielo, las participantes promocionan el espectáculo en los sectores donde se mueve el turismo.

Además, el show es difundido por los tours que ofrecen empresas turísticas con transporte, catering y venta de merchandising para presenciar lo que ya es un tradicional espectáculo: la lucha libre femenina.

Todos los domingos la gente se agolpa en los ingresos del Coliseo Multifuncional Heriberto Gutiérrez de El Alto, a 3.900 metros sobre el nivel del mar. Largas filas de público avanzan por las veredas, entre improvisados puestos de comidas y venta de caretas que imitan los rostros de las luchadoras, mientras desde un camión un altavoz anuncia el programa.

El coliseo es un enorme espacio bajo un tinglado que aún está en obras. Allí, en el centro, está el ring rodeado por tribunas populares y un área exclusiva a pasos del cuadrilátero, destinada a los extranjeros.

Pone en clima la entonación de Humo sobre el agua, de Deep Purple, con instrumentos andinos y tecno huaynos bolivianos. La música aturde, un aparato desprende humo y burbujas y el olor a fritangas de pollo inunda el ambiente.

Un locutor saluda al público, da la bienvenida a los extranjeros y anuncia a viva voz la primera contienda. En este caso, la Princesa contra Claudina, la “Mala”.

Se corren las cortinas y aparece la Princesa, ataviada con un lujoso traje, sombrero y joyas. Se desplaza por la pasarela al compás de la música y la pollera gira, en un espectáculo de color y gracia andina. Tras recorrer el ring baja para sacarse fotos y saludar a sus seguidores. Ella encarna a la luchadora “buena”.

A continuación, aparece Claudina, que baila con elegancia, pero tiene actitudes más agresivas, el público le silba y le grita.

Segundos afuera

Cada una de las luchadoras se ubica en la esquina correspondiente. Se quitan los sombreros bombín, chales y joyas, hacen elongaciones sobre las cuerdas, se trepan a ellas y las luces de colores las enfocan.

Ya en el medio del ring se toman de los brazos y comienza el forcejeo, una llave y las polleras describen haces de colores con las vueltas. La Princesa cae, Claudina se sube a las cuerdas y con agilidad se tira sobre la contrincante y la aplasta.

Todo parece terminado, el árbitro comienza la cuenta, pero la Princesa se levanta y aplica un golpe a la rival y la tira del cuadrilátero. Abajo el público grita, se enfervoriza y pide más.

Claudina es agarrada por el cuello, tras una toma es puesta de espaldas en el suelo y llega la cuenta definitiva.

El público festeja el triunfo de la Princesa, o sea, el bien sobre el mal. Una metáfora con la vida real que demuestra que los buenos también pueden ganar, en esa sociedad tan desigual.

Se suceden las peleas y a medida que avanza el show se vuelve más anárquico.

Llega la lucha de hombres, muchos con sobrepeso y edad avanzada. Lucen trajes pegados al cuerpo y siempre en esa dualidad bueno - malo; tierno -bárbaro.

Siempre el fallo de los jueces es polémico, es parte del juego, lo que compromete a un nuevo enfrentamiento para el domingo siguiente.

Son las 19.30 y el frío en el polideportivo es intenso porque se cuela un viento helado. El espectáculo llega a su fin, salen los luchadores a saludar, algunos con magullones y otros rengueando. El público abandona el estadio excitado y comenta lo observado.

Los extranjeros son invitados a sacarse fotos con las luchadoras sobre el ring. Intercambio de sombreros y fotos, junto a los ídolos populares de polleras.

El origen

Sobre el origen del espectáculo hay muchas historias. Una dice que la lucha libre de cholitas la creó un grupo de madres campesinas, décadas atrás, como reivindicación a las mujeres indígenas en contra de la violencia masculina. Otra, afirma que deriva de una tradición cultural basada en fiestas populares incaicas como el Tinku, ritual y danza folklórica.

Algunos aseguran que fue Edgar Zabala, conocido como el “Comandante” en el ambiente del catch, quien sumó las cholas al espectáculo aunque otros se lo adjudican a Juan Mamani, obligado por el desinterés en las peleas de hombres. Con ese fin lanzó una convocatoria de mujeres, se anotaron 200 y quedaron más de una docena. Les enseñó la dura disciplina y las polleras subieron al ring a partir de 2003.

El espectáculo es exitoso y mezcla de combate, melodrama, destreza y juego. donde las mujeres son las principales protagonistas. Sin embargo, en los espectadores extranjeros hay quienes lo apoyan y quienes lo rechazan.

Benita, la “intocable”

Benita tiene 29 años, es secretaria en una oficina y vive de su empleo, al igual que otras luchadoras. Es hija y nieta de luchadores y esta actividad es para ella una herencia.

Tiene hermosos rasgos indígenas, de piel morena, cabello negro con dos trenzas y viste el tradicional traje con cuatro enaguas y falda con pliegues. Por debajo, lleva una faja para proteger los riñones y la columna y en el torso luce una blusa bordada y un chal con flecos al tono. Su sombrero bombín se inclina hacia la izquierda e indica que está soltera.

Comenta que cuando personifica a Benita la “intocable” se hace odiar porque interpreta a la mala, pero se trata de una actuación. Lucha desde hace siete años, le gusta sentir la adrenalina que le genera la subida al ring. Integra la categoría peso liviano que le permite mayores acrobacias.

La voz del locutor calla. Queda sólo la música. Termina el domingo. Benita y sus compañeras mañana se enfrentarán al combate de la vida cotidiana, el trabajo, la familia, el entrenamiento.

El espectáculo genera adhesiones y rechazos, pero es una realidad que por ignorarla no deja de existir.

Lo que hay que saber

Dónde: el show tiene lugar en el Coliseo Multifuncional Heriberto Gutiérrez de la ciudad de El Alto, junto a la ciudad de La Paz.

Entradas: el costo por persona varía desde $ 100 a $ 200 según la empresa turística que proporciona un guía y la compañía de una luchadora; se encarga del transporte, ida y vuelta, y ofrece snack, área exclusiva, recuerdos y foto con las protagonistas.

La entrada popular desde las tribunas cuesta entre tres y cuatro pesos.

Clima: El Alto se encuentra a 3.900 metros sobre el nivel del mar y siempre hace frío porque todavía no tiene terminados los muros exteriores. .

Horarios: el espectáculo se realiza los domingos desde las 16 y termina cerca de las 20.

En cine: el filme Mamachas del ring, de la estadounidense Betty M. Park, narra la historia de la luchadora Carmen Rosa, “la Campeona”.