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Bocas del Toro, de cara al mar

(Fotomontaje de Javier Candellero).
(Fotomontaje de Javier Candellero).

No se concibe otra forma de vida, ya que en Bocas del Toro todo gira alrededor del mar o, mejor dicho, es el Caribe el que marca el ritmo de la vida. Con nueve islas, 55 cayos y 200 islotes, no podría ser de otra manera. Nuevo destino panameño a descubrir.

Hay lugares marcados por la impronta de los accidentes geográficos que los enmarcan. Así, los pueblos montañeses tienen sus características propias, al igual que aquellos ubicados en fértiles valles o en áridos desiertos.

Bocas del Toro, en el litoral Caribe de la República de Panamá, es uno de esos casos y muestra al recién llegado su especial estilo de vida: de cara al mar.

Se trata de un territorio insular enclavado en el Caribe panameño, con nueve islas, 55 cayos y 200 islotes, muchos de ellos deshabitados. Con sentido “marketinero”, muchos lugareños dicen que son 365 islas, una para cada día del año. No es difícil entonces entender lo de vivir “de cara al mar”.

La isla principal es Colón, pero los lugareños le llaman Bocas, porque está en la provincia de Bocas del Toro. Pero, también hay una provincia Colón, que no es la misma. ¿Se entiende? Si no lo entiende va a tener que ir a conocer el nuevo destino que está promocionando la Autoridad de Turismo de Panamá (ATP), algo así como el Ministerio de Turismo.

No se arrepentirá, por eso acá le adelantamos algo de lo que encontrará en esa zona.

Si se decide, el viaje es así: sale de Córdoba a la 1.50 con el vuelo de Copa; llega al aeropuerto de Tocumen, en Panamá, a las 6.30, y luego de los consabidos trámites de migración y retiro del equipaje, sale de la estación aérea internacional.

Superado el “golpe” de calor húmedo que lo recibe, se dirige a escasos 50 metros, a la Terminal Doméstica de Tocumen, desde donde a las 10.30 sale el vuelo de Air Panamá, que a las 11.30 lo deposita en el aeropuerto de Isla Colón, en Bocas del Toro.

Por ahora, los vuelos de Air Panamá cubren dos frecuencias semanales, los jueves y domingos, pero más adelante, según los planes de la ATP, se verán incrementados.

El paisaje que lo recibe en la isla se puede resumir así: silvestre y rural, en su apariencia; con mucho color caribeño, en sus casas y gente; exuberante, en su vegetación selvática; cálido en su clima, e informal en su ambiente.

Como no puede ser de otra manera, tratándose de un archipiélago, la comunicación entre las islas y cayos es marítima, con lanchas rápidas para 12 pasajeros, que surcan las aguas de un lado para otro.

Se puede decir, sin temor a exagerar, que en Bocas del Toro ya tienen problemas de tráfico, pero no de autos, sino de lanchas, a tal punto que es obligatorio el uso de luces en las embarcaciones, cuando las sombras van ganando terreno, para evitar choques.

Las aguas del mar por allí son tranquilas, ya que el archipiélago está rodeado por una barrera coralina, el 95 por ciento de los arrecifes coralinos del Caribe, según el Smithsonian Institute de los Estados Unidos, cuyos técnicos y biólogos marinos van a especializar sus estudios allí.

Y espacios para estudiar no les faltan, porque todo el archipiélago es un área natural protegida, particularmente el Parque Nacional Marítimo Isla Bastimentos, con más de 13.000 hectáreas y un riquísimo tesoro natural con miles de especies de flora y fauna.

Dentro del parque Bastimentos se ubican dos cayos con un nombre muy particular: Zapatilla. Vistas desde el aire, se comprende el porqué de esa denominación, ya que parecen dos pisadas de esos calzados. Son uno de los sitios a visitar en alguna de las excursiones.

Promocionar turísticamente esas maravillas naturales es un objetivo plausible, pero la preservación del ecosistema es primordial. Es por eso que las autoridades apuntan a un turismo “boutique”, sostenible, con pequeños grupos de visitantes que se renuevan todas las semanas.

También por eso, los principales atractivos para los visitantes de Boca del Toro, además de disfrutar de las playas, son el buceo y el snorkeling. Es que sumergirse en esas aguas transparentes y poder observar la vida en los arrecifes, es un espectáculo inolvidable.

En Bocas del Toro conviven siete culturas nativas distintas, de las cuales dos son las principales: los aborígenes naso o teribe y los ngobe. Los naso teribe son gobernados por una monarquía, cuyos reyes son siempre de la familia Santana.

También se encuentran grupos familiares de kunas (que ahora reclaman que se los llame gunas), que venden sus artesanías en algunos puntos turísticos de las islas.

Párrafo aparte merece el tema del alojamiento. La mayoría de los hostels, hostales y hoteles son de madera, como el Gran Bahía, edificio construido en 1905 y donde estuvo asentada la sede de la United Fruit Company. El que se sale de esa constante es el Playa Tortuga Hotel & Resort, con 117 habitaciones, construido con hormigón y el único que tiene playa propia.

Caminando por la calle 3ª, la principal, podrá ver todo el pintoresquismo de esas casas de madera, con sus alegres colores y las infaltables hamacas colgando en sus galerías. Allí están los principales negocios, supermercados y hasta un casino.

En la calle 1ª, la costanera, descubrirá que hacia la calle está la parte trasera de las casas; el frente, con sus balcones, terrazas, decks y hamacas, está de cara al mar.