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Puerto Vallarta, paraíso desconocido por argentinos

Desde lo alto de Vallarta, los techos se ven coloridos gracias a las plantas que los decoran (Andrés Blanco/La Voz).
Desde lo alto de Vallarta, los techos se ven coloridos gracias a las plantas que los decoran (Andrés Blanco/La Voz).

En la costa del Pacífico, donde se sitúa Puerto Vallarta, México ofrece playas de aguas tranquilas y tupida vegetación. Además, representa un lugar ideal para conocer la tradición mejicana y conectarse con sus pobladores. El cine la hizo famosa.

“¿Quieres sacar una buena foto de Vallarta?”, grita un hombre mayor desde adentro de una casa. Veía televisión en su sillón, con la puerta de calle entreabierta, cuando vio pasar a un turista con cámara en mano. “Desde el techo tienes una de las mejores vistas de Vallarta”, agrega. Y no se equivoca.

La ciudad está posada sobre la ladera de una baja sierra, que termina en el mar. Desde las zonas más altas de la ciudad se aprecian las pequeñas calles empedradas y el Pacífico azulado de fondo.

Los tejados de las casas brillan con el sol del mediodía y las plantas florecidas en las terrazas le dan color al paisaje. Asoma, de fondo, la corona de la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe.

La cúpula de la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe asoma entre las construcciones (Andrés Blanco/La Voz).
La cúpula de la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe asoma entre las construcciones (Andrés Blanco/La Voz).

Puerto Vallarta es de esas ciudades que no nacen para el turismo, pero que las vueltas de la vida las lleva a tomar nuevos caminos.

Esa es una de las razones por las cuales visitarla no significa internarse en un lugar atomizado por las grandes cadenas hoteleras, sino más bien representa una oportunidad para conocer otra cara de México.

La humildad y cordialidad de los lugareños hacen que la estadía se disfrute, porque con pocas palabras desnudan la calidez de su alma. “Es lo que nos distingue del resto”, explica Óscar, el director de Turismo de la ciudad.

En el River Café, uno de los restaurantes que nos agasaja con sus platos, el mozo nos contagia una sonrisa mientras ofrece algunos trucos de magia.

En Casa Velas, el hotel que nos hospeda, los conserjes posan su mano sobre el corazón cada vez que nos saludan.

Hasta los vendedores de aguas que uno se cruza en el malecón se muestran de buen humor.

Con cerca de 300.000 habitantes, Vallarta es una opción poco elegida por argentinos para vacacionar. Sus calles tranquilas, con gente que anda sin prisa, nos enseñan que elegir un lugar como este no sólo ofrecerá días de playa y arena, sino que también será una oportunidad para conocer de cerca, y sin intermediarios, la cultura y tradición de esta parte de México.

Su comida

En Puerto Vallarta, la comida se disfruta tanto como sus playas. Pescados y mariscos se consiguen en tantos restaurantes se visiten y sus sabores son deliciosos.

Pero hay un lugar que resalta del resto y es particularmente por la idea de su chef de romper toda regla conocida. En “La leche”, como decidió llamarlo en un gesto transgresor, no saben lo que es la carta.

Decorado con antiguos tarros de leche y todo pintado de color blanco, el mozo recibe a los clientes en las mesas con un pizarrón de esos que se encuentran en las verdulerías. Lo trae en un carro, y con humor, relata lo que se puede comer ese día.

Los platos que se ofrecen varían según lo que el mercado haya ofrecido esa misma mañana. No existen las recetas.

Así, la comida nunca se repite y los chefs están en constante innovación de sabores.

“La sopa de hoy es \'sopa de nada\', porque tiene de todo”, dice el chef y creador del lugar, Nacho Cadena. El nombre de la sopa lo dice todo: es imposible descifrar sus ingredientes. Pero es deliciosa y hasta Mafalda la tomaría con gusto.

La prepara un chico que comenzó a trabajar como lava platos.

Salto a la fama

En 1963 el director estadounidense John Huston decidió rodar en Puerto Vallarta el film La noche de la iguana y gracias a la atención que generó el rodaje la ciudad cobró protagonismo. Los detalles de esa historia, acá

Lo que hay que saber

Cómo llegar:

Aeroméxico vuela desde Ezeiza con escala en Ciudad de México (DF). Tarifa por pasajero, precio final, con impuestos, tasas y resolución 3550 Afip incluidos, $ 14.912.

Alojamiento:

Hotel Casa Velas (hay promociones según la temporada).

Excursiones:

México Escondido, $ 1.495 pesos mejicanos (U 90) por adulto.

Viva Tequila Experience, $ 780 pesos mejicanos (U 45) por adulto.

Excursión a Las Caletas $ 1.690 pesos mejicanos (U 100) por adulto.