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Por el pedraplén al paraíso: Cayo Santa María

Desde Santa Clara, la icónica ciudad cubana donde descansan los restos del Che, hasta el cayo Santa María, hay un pedraplén sobre el mar. Una vez allí, las playas se encargarán de justificar el viaje y confirmar que es el camino que lleva al paraíso.

Decir vacaciones, para los mediterráneos como los habitantes de esta provincia, es pensar en playas; mencionar el Caribe, remite automáticamente a palmeras, arena fina, sol, mar cálido y colores vibrantes, y esto es sinónimo de la mayor parte de los destinos playeros de esa región.

Pero si me veo obligado a elegir una, como me pasó recientemente con un amigo que me “exigió” que me definiera, no dudo: de todas las playas caribeñas que conozco –y no son pocas– las de Cuba se llevan el premio mayor, por cantidad y calidad.

Un mojito, un cigarro y música, qué más. Cayo Santa María.
Un mojito, un cigarro y música, qué más. Cayo Santa María.

Y las ventajas comparativas provienen de su misma conformación: la República de Cuba es un gran archipiélago formado por la conocida como “isla grande”, la llamada Isla de la Juventud y más de cuatro mil islotes y cayos. Al norte, las costas son bañadas por el Océano Atlántico, y al sur por el Mar Caribe. Uno de esos cayos, al que no conocía y visité recientemente, es el Santa María, que se encuentra en la costa centro norte de la isla.

Para llegar allí hay que viajar desde Santa Clara, capital de la provincia de Villa Clara, a cuyo aeropuerto arriban los vuelos de Copa Airlines, por tierra hasta los cayos, a través de un pedraplén de 48 kilómetros.

Se trata de una impresionante obra de ingeniería realizada por el Estado, que comenzó en 1995, construida sobre aguas poco profundas y que cuenta con 45 puentes que permiten la circulación normal del agua y la preservación de la vida marina.

Ya durante el viaje, uno puede ir haciéndose una idea de lo que encontrará, pues a ambos lados del pedraplén las vistas son fantásticas: una línea de arena blanca bañada por un mar de un color turquesa imposible de relatar –hay que verlo– y manglares de un verde intenso.

En la zona hotelera, la oferta es amplia y contempla los formatos familiar y solo para adultos, en casi todos los casos con el sistema todo incluido (all inclusive), para que la única preocupación sea a qué hora vamos a la playa y qué trago pedimos.

Un crucero por los cayos es la mejor opción para descubrir las bellezas de ese paraíso terrenal. Los colores del agua son indescriptibles.
Un crucero por los cayos es la mejor opción para descubrir las bellezas de ese paraíso terrenal. Los colores del agua son indescriptibles.

El alojamiento asignado fue el impresionante hotel Valentín Perla Blanca. La vista que se tiene al ingresar al lobby, a espaldas del bar, es indescriptible. Una maravilla de colores, entre los que vuelve a ser protagonista el color del mar.

Con salida directa a la playa, estratégicos bares donde proveerse de mojitos o daiquiris y algunas fiestas nocturnas imperdibles, la propuesta es recomendable.

Estatales y privados

Los hoteles tienen un estatus muy especial: las propiedades son del Estado cubano, pero la administración está en manos privadas, generalmente de las cadenas hoteleras internacionales, como Meliá o Iberostar.

Sin embargo, el hotel Playa Cayo Santa María es una experiencia distinta, ya que es totalmente estatal, propiedad y administración, y ha resultado absolutamente exitoso, con una ocupación promedio del 95%. La administración está en manos de la agencia Estatal Gaviota, similar a Cuba Tour.

Este año terminará en los cayos con 13 hoteles, 95% de ellos de 5*, y con 9.000 camas de capacidad.

Si bien las bellezas naturales y las comodidades mencionadas invitan a hacer lo mejor que se puede hacer en vacaciones, o sea, nada, se pueden conocer dos pueblos cercanos: Las Dunas y La Estrella. Los buses turísticos lo llevan desde los hoteles por 2 CUC, pero si quiere ir por su cuenta, un taxi le costará de 5 a 7 CUC, la moneda corriente para los turistas, también llamada Peso Cubano Convertible.

Varadero, con sus 20 kilómetros de playa, un clásico de Cuba.
Varadero, con sus 20 kilómetros de playa, un clásico de Cuba.

Se trata de dos caseríos, con formato de shopping a cielo abierto, en los que abundan los bares, restaurantes, y hasta spa, además de puestos de artesanos locales. Un detalle: se puede regatear y, por ejemplo, un sombrero de palma de 14 CUC se puede obtener a 10 CUC.

Pero el detalle distintivo de estos dos pueblos, que en realidad es de toda Cuba, es que lo recibirán con música y en cada uno de los bares encontrará un grupo que le hará mover los pies sin querer, con sus ritmos de salsa, merengue, rumba o sones cubanos.

Porque la música es una presencia constante en todo el pueblo cubano. Así, desde tríos o cuartetos con sus guitarras, tambores, güiros y maracas, hasta solitarios músicos o dúos improvisados, todos están empeñados en hacerle sentir el ritmo en la piel.

Y para seguir hablando de playas, nos vamos a la más famosa de Cuba: Varadero.

Varadero

Podrá decirse, sin temor a equivocarse, que la isla con forma de caimán tiene otras playas, más lindas y vírgenes y no tan llenas de turistas como Varadero, pero este clásico conserva lo que lo llevó a serlo.

Una magnífica escenografía de playa: palmeras, vegetación autóctona, arena blanca y fina (que no quema los pies por su origen volcánico) y el mar, con sus increíbles tonos azules y turquesas y su cálida temperatura, son la postal de Varadero.

La calidez del mar permite que, si la situación lo amerita y se siente motivado o está bien acompañado, un baño de mar nocturno es absolutamente posible y recomendable.

Si a eso se le suma la oferta de hoteles y resorts, all inclusive, ubicados en la primera línea de playa, la propuesta es completa. En nuestro caso, nos alojamos en el hotel Iberostar Varadero, un resort familiar 5* de la cadena española, con un estilo claramente caribeño y gastronomía y música cubana, para disfrutar la estadía a pleno.