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París: cuando el arte es inabarcable

Claves para poder recorrer los museos y centros culturales más importantes de la “ciudad luz” y no morir en el intento.

Todos aquellos que van a París saben de su patrimonio artístico. Sin embargo, cuando llegan muchos se encuentran con que la oferta es aún mayor que la que esperaban.

Esto no sería un problema si se dispusiera un mes libre para recorrer sus calles y “perder” el tiempo sin tener control del disfrute.

Sin embargo, en la mayoría de los casos esto no es así. Gran parte de la gente que tiene la fortuna de poder viajar a París lo hace en el marco de un viaje por Europa que contempla seguramente otras ciudades clave como Barcelona, Roma, Florencia y Londres. En promedio se calcula que el mínimo de tiempo en el que se puede recorrer la Ciudad Luz es de cuatro días.

Si se dispone sólo de ese tiempo hay que hacer una grilla que contemple los paseos clásicos como La Torre Eiffel, el Arco del Triunfo, un paseo por el Sena y los museos más reconocidos.

El arte por el arte

París cuenta con uno de los museos más importantes del arte occidental: el Louvre. Emplazado en una zona estratégica de la ciudad, a pocos metros del río, el Louvre se yergue monumental durante los casi 300 metros de largo que ocupa el palacio que alguna vez fue denominado por Luis XIV como una “pocilga” a la que no le entraba suficiente luz.

Una de las primeras cosas a tener en cuenta es que generalmente hay que hacer una extensa cola para ingresar al museo y más aún si es temporada alta. Sin embargo, pocos saben que esto se puede solucionar a medias si se intenta ingresar por la segunda vía que posee el edificio a través del Carrusel del Louvre, un pasaje al que se ingresa directamente por vía subterránea desde el metro línea 1, estación “Palais Royal - Musée du Louvre”. De esta forma desmitificamos que la única entrada al museo sea la que se encuentra frente a las pirámides de cristal.

Hay que tener en cuenta que el Louvre es un museo gigante y que es imposible visitarlo por completo a no ser que se lo recorra durante dos semanas seguidas, sin comer y sin dormir y dedicando sólo un minuto a cada obra. Como esto es imposible para cualquier turista, es necesario planificar cuáles son las cosas que nos interesaría conocer o recurrir a los siempre bien ponderados “imperdibles” que plantea el folleto del museo.

Estos imperdibles, según el catálogo son La Gioconda de Da Vinci, La Venus de Milo, El Código de Hammurabi, El Autorretrato de Durero, La Encajera de Vermeer y la Coronación del emperador Napoleón de David, entre otras obras.

Como recomendación se puede decir que el sector dedicado a Egipto es una de las reliquias del Louvre. Gran parte del patrimonio del país africano se encuentra expuesto en Francia. Esta sección es interesante para aquellos que no tienen pensado darse una vuelta por África, ya que pueden tener una muestra del esplendor egipcio a través de sus momias y sarcófagos.

Otros museos

Si bien el Louvre es un clásico parisiense, ninguno que visite la ciudad debe dejar de ir al Museo de Orsay. Una antigua estación que estuvo a punto de ser demolida, fue remodelada para terminar siendo el hogar de una vasta e importantísima cantidad de obras.

Al igual que con el Louvre, es imposible recorrerlo por completo en una sola visita. Por esta razón también corre la recomendación de recurrir a los “imperdibles” o al top ten (los mejores 10) de las obras más ilustres. Entre los destacados encontrarán una gran cantidad de pinturas de Vincent Van Gogh, con obras como el Autorretrato y la Iglesia de Auvers-sur-Oise.

El museo recibe a los visitantes con su reloj gigante, como símbolo del esplendor de otra época. Hay que tener en cuenta que el Orsay también requiere de muchas horas para su recorrido exhaustivo. También podrán hallar salas con obras principalmente impresionistas, aunque no exclusivamente. Se pueden encontrar piezas de Gauguin, Delacroix, Redon, Signac, Tolouse-Lautrec, Derain, Renoir, Munch y Klimt.

Además, hay salas dedicadas a la arquitectura, el arte decorativo y la fotografía. Hay que reconocer que la colección de esculturas vale la pena ser apreciada con detenimiento.

El ticket de ingreso a Orsay se puede comprar en combinado con el del museo de l\'Orangerie (de la Orangeria) a 16 euros. Este último fue montado sobre lo que antiguamente era un depósito de frutas - principalmente de naranjas- que eran plantados para abastecer al palacio real situado en el Louvre.

La particularidad que tiene este espacio son sus salas ovaladas, en donde los lienzos fueron montados sin bastidores de madera. Esa es la forma que tienen las estancias con obras de Monet de su colección de óleos llamados Los nenúfares. Se trata de ocho piezas de gran tamaño distribuidas en dos salas. Cuando uno se sitúa frente a cada obra tiene la sensación de que las flores y paisaje acuático lo rodean. El efecto visual y la sensación son encantadores.

En el museo también hay obras de Cézanne, Picasso y Auguste Renoir. Aunque no se comparan con la muestra impresionista de Monet.

Más alternativas

Otra de las visitas imperdibles que tiene París es el paseo por la zona de los artistas: Montmartre. Si se tiene poco tiempo, allí se puede contratar un tour ya armado. Caso contrario, lo ideal es marcar los principales puntos en el mapa y recorrerlos a gusto y placer.

Los lugares que no deben faltar son: La casa donde Vincent Van Gogh vivió con su hermano Theo y la famosa plaza de los pintores (Place du Tertre), ubicada a escasas cuadras de la iglesia del Sagrado Corazón (Sacre Coure).

En este espacio al aire libre se podrá disfrutar de todo tipo de arte relacionado con París. Aunque muchas de las obras están prácticamente dedicadas al consumo del turista, se pueden encontrar bellas piezas a costos diversos.

Un poco más hacia el norte, hay que visitar el museo de Montmartre, emplazado cerca del lugar en el que antiguamente funcionó el taller de Renoir y del que se recuerdan sus famosos jardines.

Si se quiere aprovechar por completo la estadía en Montmartre, se puede pasar por los históricos cabarés, tal como Au Lapin Agile (el burdel de cabecera de Picasso durante su estadía en París) y el famoso Moulin Rouge (Molino Rojo).

Para obras contemporáneas, el Centro Pompidou es una visita obligada. Este edificio es más que sólo un museo, es un centro cultural con amplísima variedad de disciplinas y una gran biblioteca. También es un buen sitio para aquellos que gustan de comprar en las tiendas de diseño, ya que cuenta con dos salas repletas de objetos y libros.

En su interior se destaca el Museo Nacional de Arte Moderno, en el que se pueden ver obras de Picasso, Joan Miró, Brancusi, Modigliani, Matisse y Francis Bacon, entre otros.

Se destacan obras de Marcel Duchamp (con su clásico mingitorio) y de Andy Warhol, con su obra dedicada a Liz Taylor. El valor agregado del Pompidou es la posible interacción de los visitantes con muchas de sus obras y también vale destacar que está permitido tomar fotos.

El cine y la literatura

Pese a que Montmartre es el principal lugar para los artistas plásticos, también se pueden encontrar otros recorridos relacionados con la fotografía y el cine, en diferentes calles como Rue Lepic.

Este último se hizo conocido mundialmente con la película Amelie, que fue filmada íntegramente en el barrio. Si se quieren recorrer sus puntos principales, no se puede dejar de visitar el carrusel de la ya mencionada iglesia del Sagrado Corazón, la Gare de l\'Est (estación del Este) y el famoso Café Les Deux Moulins (Café de los dos Molinos) en donde se rodó gran parte de la película.

Volviendo a la zona céntrica y cercana a Notre Dame, también se puede hacer un recorrido literario por el centro cultural por excelencia de los escritores: Shakespeare and company. Este lugar ha sido el refugio de célebres y anónimos escritores que acuden al lugar buscando un oasis en donde poder desarrollar su trabajo.

Para aquellos que no lo identifican, pueden recordar la escena en la que el personaje principal de Medianoche en París llega a su puerta en busca de alguna señal relacionada con su vocación. El edificio está pegado al río y muy cerca de la reconocida universidad de la Sorbona, en el Qarter Latin (el barrio Latino).

Si se dispone de un tiempo mayor, no hay que despreciar la visita al Museo de Arte Moderna de la Villa de París. Este último tiene una muestra estable a la que se puede acceder de forma gratuita y en la que se destaca una impresionante pintura llamada El hada electricidad, del pintor Raoul Dufy.

Esta obra (al igual que las de Monet en la Orangeria) está montada en un salón ovalado que envuelve al espectador de forma asombrosa. La pieza fue durante mucho tiempo la más grande del mundo sobre un soporte independiente.