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Los misterios de Cartagena

de Cartagena son una  “marca registrada”, pero hay detalles por conocer: los espantabrujas, esas puntas en flecha en el extremo de los tejados.
de Cartagena son una “marca registrada”, pero hay detalles por conocer: los espantabrujas, esas puntas en flecha en el extremo de los tejados.

Cuando los conquistadores españoles llegaron a lo que creían las Indias, como parte de la colonización fundaron ciudades. Una de ellas, en Colombia, es Cartagena de Indias, Patrimonio de la Humanidad, en la que la impronta fundacional tejió historias para ser contadas.

Cartagena de Indias, con su ciudad amurallada, Patrimonio de la Humanidad, es uno de los destinos más bellos y demandados del Caribe colombiano.

La muralla, que comenzó a ser levantada en 1614 para proteger a la ciudad de los ataques de piratas y filibusteros, entre ellos el tristemente célebre sir Francis Drake, tiene hoy 11 kilómetros de largo.

Claro que sufrió algunos cambios, ya que a mediados del siglo 20 Cartagena entró en un período de decadencia y, para integrar sectores urbanos a la parte histórica y favorecer el comercio, fueron destruidos algunos tramos de la fortificación. Pero al margen de esas medidas tan terrenales y economicistas, una vez que logró su título patrimonial ha sido preservada, restaurada y conservada como un auténtico tesoro colonial.

Y dentro de esas murallas se desarrolló gran parte de aquel “realismo mágico” del que hablaba el gran Gabo.

Historias y secretos 

Allí, cuando la ciudad era una de las colonias españolas de esta América que los conquistadores creían India, la vida de los cartageneros tejió secretos e historias que hoy forman un importante acerbo cultural.

Por ejemplo, Cartagena tiene 1,6 millones de habitantes, el 95 por ciento de los cuales es mestizo, o sea, mezcla de africanos con blancos. El primer barco “negrero” traído por los colonizadores llegó en el siglo XVI para contar con mano de obra, y desde que los primeros esclavos pisaron tierra estuvieron planeando escapar, para volver a ser libres.

Aquellos que lo lograban eran llamados “cimarrones” y su idioma era el palenque.

En la actualidad, muchas de esas mujeres, con los coloridos vestidos típicos de la colonia y sus grandes canastos de frutas sobre la cabeza, que se ofrecen para tomarse fotografías con ellas a cambio de unos pesos, hablan esa lengua y son palenques. De hecho, viven en un área cercana a la ciudad, con sus costumbres e idioma. Como Velinda, la de la foto que acompaña estas líneas.

Otro secreto guardado en las callejuelas empedradas de Cartagena tiene que ver con la arquitectura. Muchas casas, sobre todo “de alto” (de dos pisos o más), tienen en las esquinas del techo de tejas unos triángulos salientes, como puntas de flecha. Esas puntas eran puestas allí para espantar a las brujas y que no entraran a esa casa.

Y si hablamos de brujas, téngase presente que en esa época de inquisiciones las mujeres que pesaban menos de 50 kilos eran consideradas brujas.

Al mencionar a la “santa inquisición”, hay que considerar que en Cartagena, frente a la plaza Simón Bolívar, donde está uno de los monumentos ecuestres más importantes del libertador sudamericano, está el Palacio de la Inquisición.

Entrar y recorrer sus salas, hoy museo, es tener una aproximación al terror de las torturas y castigos que se imponían para lograr confesiones. Cualquier similitud con nuestra historia contemporánea no es casualidad.

Pues bien, para descubrir a las brujas y hechiceras de aquellas épocas, los inquisidores contaban con la complicidad de los denunciantes anónimos.

Para cumplir con ese cometido, en una de las paredes laterales del museo de la inquisición existe un ventanuco llamado “ventana de la denuncia”, donde los miembros del tribunal del santo oficio recibían a los denunciantes anónimos para iniciar las investigaciones de prácticas consideradas “alejadas de la fe católica”.

Para no alejarnos del tema, al llegar a la iglesia Santo Domingo, sobre la plaza del mismo nombre donde está la estatua de la Gorda de Botero, vale la pena conocer otro secretito cartagenero.

Cuentan la historia de un capitán español, conocido como Álvarez Darmen, hombre de mucha riqueza, natural de Sevilla que llegó a Cartagena con un mal de amores: su esposa le había sido infiel.

No bien arribado a las “Indias”, adquirió numerosas propiedades y fue a la iglesia de Santo Domingo a hacer un trato con los sacerdotes: pidió ser enterrado frente al altar mayor de ese templo a cambio de donar todos sus bienes para obras pías. Aceptada la oferta, cuando el hombre engañado murió, sus restos fueron a parar allí, frente al altar, justo donde los novios se paran cuando se casan en esa iglesia y pisan la lápida de don Álvarez, sin conocer la historia de traición que esconde.

Recorridos

Por último, esta no es una historia secreta ni de brujas ni de engaños, sino de cómo recorrer la ciudad amurallada de Cartagena. Una alternativa es a pie, la más indicada para no perderse detalle, pero si se tiene en cuenta la temperatura que impera en la ciudad, que normalmente supera los 30 grados, algunos aguaceros tropicales y la humedad, es también la alternativa más dura.

Otra es a bordo de carruajes tirados por caballos, del tipo de las Victorias de Viña del Mar o nuestro viejos y desaparecidos Mateos. Los conductores de estos carruajes son, a la vez, expertos conocedores de la ciudad y ofician de guías.

En los últimos años, muchos de los hoteles instalados dentro de la muralla ofrecen a sus huéspedes bicicletas para hacer recorridos por el casco antiguo y la novedad son unos vehículos de dos ruedas, extraña mezcla entre patinetas y bicicletas, con motor eléctrico. La hora de alquiler cuesta 12 dólares y dan un margen extra de 10 minutos.

Si aún no decidió su viaje para conocer Cartagena o volver a ir, le dimos aquí algunas pistas para que en su visita investigue y descubra los escondidos secretos que hacen a su idiosincrasia.

InterContinental Cartagena, nuevo eslabón colombiano

En Bocagrande, uno de los barrios más conocidos de Cartagena de Indias, fuera de la ciudad amurallada, abrió sus puertas hace unos años el hotel InterContinental Cartagena, un nuevo eslabón de la cadena internacional.

La torre se levanta entre las avenidas del Mar y San Martín, y combina confort, espacios glamorosos y lo último en diseño y tecnología, con una privilegiada vista al mar Caribe y a la bahía de Castillo Grande.

El hotel cuenta con 180 habitaciones de un total de 287, las cuales se habilitarán próximamente. La torre de 26 pisos forma parte del complejo de uso mixto, junto con el centro comercial NAO Fun + Shopping, y el Sun Nao Casino, operado por la marca Sun International una de las más reconocidas en el mundo.

Para satisfacer todos los paladares, el restaurante Kanuu se convierte en la innovadora propuesta gastronómica del hotel InterContinental en Cartagena. Cuenta con dos niveles y cuatro ambientes distintos.

Es un espacio ideal para degustar las variadas opciones de platos del mundo y de la región o la innovadora carta de platos para compartir, sin dejar de lado las delicias de postres exóticos, cafés y bebidas. Sus diversos espacios son OceaniKa Lounge, Sunset Pool Terrace, Fizz Bar, y el Cognac & Rum Deck.

Muy pronto, los huéspedes podrán disfrutar en el piso 15 el Club InterContinental, con servicios exclusivos para check-in y check-out VIP, desayuno continental, cócteles, servicio de mayordomo y dos salas de reuniones de uso exclusivo.

Para contemplar la magnífica vista de la ciudad y el mar Caribe, completa este piso The Roof Top Bar, que ofrece el escenario ideal para quienes quieran disfrutar la imponente puesta de sol.