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Ver(de) todos los colores

Son varios los paseos que se ofrecen para apreciar su nutrida y colorida naturaleza.

De una hoja del panamá que se alcanza a divisar en el veloz viaje hasta el hotel, se derrama una gota. Una gota tan obesa que parece una lágrima de Gulliver y una hoja con la fortaleza suficiente para dejarla deslizar, sin ceder a su fluir. Panamá se revela con la majestuosidad de su árbol, monumento a la magnificencia natural.

Son varios los paseos que se ofrecen para apreciar su nutrida y colorida naturaleza.

Gatún es un lago artificial construido por la mano del hombre a los fines del funcionamiento del canal. En las cercanías se encuentra Gamboa, un poblado reconocido por la exuberancia de su fauna y flora silvestre y el jardín botánico Summit. Desde la Rampa Pública de Gamboa se puede visitar la isla Monos, hacer avistaje desde el lago Gatún y hacer un reconocimiento diferente del canal, desde las entrañas de su intenso y pulposo verde.

Uno de los principales atractivos del valle de Antón es su localización. A 580 metros sobre el nivel del mar, el valle se extiende sobre el cráter de un volcán, razón que explicaría la existencia de colinas y rocas volcánicas que lo circundan.

Está rodeado, además, por los cerros Caraiguana y Gaitán desde los cuales se pueden ver ambos océanos. Se trata de una extensión de selva virgen en la que los árboles cuadrados, las ranas doradas, las aguas termales y las impresionantes caídas de agua, son los principales puntos de visita.

Al regreso, se puede disfrutar de una variada feria de artesanías y asistir al mercado de frutas, verduras y plantas, instalado a la vera de la ruta. Entre “góndolas” improvisadas con cajones de madera se puede escuchar el piropo panameño por excelencia: “priti”, que vendría a ser la versión panameña del inglés pretty.

Panamá en playas. Otra de las particularidades de Panamá es que, a diferencia de sus hermanas americanas, el sol se asoma por el Pacífico y se esconde por el Atlántico. Asistir a ese espectáculo natural desde alguna de las muchas playas que este país tiene para ofrecer, es cita obligada.

Tanto en la costa pacífica como en la atlántica, las actividades que se ofrecen son múltiples y acordes a las preferencias de cada quien. Recomiendo un paseo en velero hasta que la costa no sea más que una línea de fuga, recostarse sobre el velero y adivinar el movimiento del mar con el paso del agua entre los dedos de la mano.

Si el efecto sedante de ese paseo no fue suficiente, quizás un bote a pedal llegue a agotar esa reserva de energía para luego dedicarse a la relajación contemplando desde la suave arena de la playa del hotel la nueva, salada y ahora ondulante línea de fuga.

Constructor del canal

José tenía dos grandes debilidades: las mujeres y el hambre de aventuras. Como el Cid y nuestro Martín Fierro, dejó mujer e hijos en busca de la subsistencia.

Con escasos 30 años, desde Murcia (España) a Panamá y, como quien toma un colectivo, un barco lo acercó a su nueva profesión: constructor del canal de Panamá.

Al ver la majestuosidad de la obra, un escalofrío me recuerda cuanto sudor, esfuerzo e historia carga cada piedra removida. Tantas personas, como mi tatarabuelo, abandonaron sus vidas en búsqueda de algo más prometedor y gracias a ese espíritu aventurero estoy acá escribiendo cifras que alcancen a dibujar un croquis de lo que significa el canal.

Es una obra de ingeniería que comunica los océanos Atlántico y Pacífico en uno de los puntos más angostos del istmo de Panamá. Se extiende a lo largo de 80 kilómetros, distribuidos en tres complejos de esclusas en los que el rol del lago Gatún es imprescindible. Las obras se comenzaron en 1881 pero luego de directivas francesas y estadounidenses, recién lograron operar como canal desde 1914. El circuito turístico ofrece un Museo del Canal Interoceánico, ubicado en el casco antiguo, el Centro de Visitantes de Miraflores, en las esclusas homónimas, y un hermoso edificio administrativo en Balboa.