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Venecia, entre puentes y canales

La canción dice “cuando todo en Venecia me hablaba de amor”. Y podemos agregar: de canales, puentes y góndolas; de calor intenso, de carnavales y máscaras.

Venecia, conformada por 120 pequeñas islas que se extienden sobre una laguna pantanosa en el mar Adriático, es la capital de la región de Véneto, Italia. Aproximadamente 150 canales forman el entramado que, a modo que calles, desembocan en el Gran Canal y casi 500 puentes conectan a estas islas entre sí. Una ciudad entera sobre el agua.
Actualmente, con una población de 270 mil habitantes, es una de las zonas más seguras de Italia. Sin embargo, el viajero no deberá descuidarse ante la existencia de carteristas en las zonas más turísticas.

La de los canales. El Gran Canal cumple la función de una inmensa avenida por la que transitan una multitud de embarcaciones, principales medios de transporte en esta ciudad. Los venecianos le llaman el canalazzo, porque con casi cuatro kilómetros de largo y entre 30 y 70 metros de ancho, es el más largo y ancho de todos y lo atraviesan cuatro puentes.

Aparte de contar con uno de los aeropuertos internacionales con mayor tráfico de Italia, a Venecia se puede acceder también desde tierra firme, por el Puente Libertad, ya sea en tren o en auto, aunque esta última opción no es conveniente porque al ser una ciudad sin calles, el vehículo no servirá de nada y los estacionamientos son costosos.
Los italianos que la visitan generalmente eligen estacionarlos en Mestre, la ciudad que se encuentra antes de cruzar el puente, ya que allí las tarifas son notablemente menores.

Lo mismo ocurre a la hora de elegir un lugar dónde hospedarse. Es bastante complicado encontrar buenas alternativas, que además sean económicamente accesibles. Por ello, es mucho más útil reservar en Mestre, que cuenta con una amplia oferta en hoteles, hostels y albergues. En cuanto a la distancia no habrá complicaciones ya que el acceso a Venecia desde allí está a sólo un puente de distancia.

Teniendo en cuenta que es una urbe pequeña, lo más práctico es manejarse a pie. No obstante, cuando hay que trasladarse por los canales es necesario contar con un medio de transporte acuático. En ese sentido, Venecia cuenta con un amplio abanico de opciones en cuanto a tipos de embarcaciones.

Están los vaporetti que cumplen el papel de autobuses urbanos. La "línea 1" es la más popular porque recorre lentamente el Gran Canal desde la Piazzale Roma hasta la isla de Lido. Si se adquiere una tarjeta Travel Card, por 28 euros, el uso de  estas embarcaciones y de los autobuses terrestres durante el transcurso de 48 horas, es ilimitado.
También hay taxis acuáticos, cuya flota está compuesta de barcas grandes y lujosas que pueden transportar a grupos de hasta 10 personas. No es una opción muy económica, por eso es poca la gente que se traslada en ellos.

Los traghettos son otro tipo de barcas que se utilizan para cruzar el Gran Canal por los lugares en donde no hay ningún puente. Son muy económicos, por sólo 50 céntimos se realiza  este viaje.

Pero la clásica embarcación de Venecia es, sin dudas, la góndola, bote largo y estrecho a remos. Actualmente no son usadas como transporte diario, sino que se han convertido en un atractivo para turistas o se utilizan para bodas, funerales y otras celebraciones especiales. Sin embargo, hace siglos las góndolas constituían el principal medio de transporte de esta ciudad.
Un recorrido por los canales, disfrutando de los paisajes, mientras el gondoliere deleita con sus canciones, podrá hacernos descubrir el lado más romántico de Venecia. Lo cierto es que ningún visitante querrá irse sin dar un paseo en estos botecitos comandados por hombres fornidos de remera a rayas azules, que además tienen fama de ser muy cultos. Llevarse ese recuerdo a casa cuesta cerca de 80 euros los 40 minutos.

Además de estos medios de transporte, en cualquier día corriente pueden verse también ambulancias, coches de policía, el servicio de correos, todos ellos acuáticos.

"O sole mio". Se dice que comer en Venecia es algo caro, pero uno no puede irse de la ciudad sin haber degustado sus famosas pizzas. Hay una gran variedad de lugares donde se venden por porciones a 1,50 ó 2,50 euros.

Las pizzas enteras, en cambio, van desde los cinco hasta los 13 euros, dependiendo del tamaño y de los ingredientes. Eso sí, si uno decide sentarse a comer, lo más común es pedir una pizza por persona. El mozo lo mirará con una cara de profundo asombro si son dos personas y piden sólo una. La razón de esto es que los tamaños son menores a los que estamos acostumbrados en Argentina.

Además de la pasta y la pizza, la gastronomía de Venecia también está intensamente unida al mar. Hay numerosos restaurantes especializados en pescados y mariscos. Otros platos típicos son el carpaccio y el risotto.

Si al viajero se le antoja, en cambio, tomar un café, podrá encontrar los mejores y más conocidos lugares en la misma Plaza de San Marcos. Algunos de éstos son el Café Florian o el Café Quadri, en donde las consumiciones mínimas rondan los 10 euros. Eso sí, hay que tener en cuenta que los precios varían si uno decide sentarse en el tavolo (mesa) o en el banco (barra). Se recomienda tomar un café mientras algún músico interpreta la típica canción O sole mio.

El verano es la estación ideal para viajar a Venecia; durante el día las temperaturas son altas y las noches son muy agradables. En invierno no es muy recomendable viajar, salvo que se quiera disfrutar de los carnavales.

Como es una ciudad sobre el agua, desde tiempos inmemoriales Venecia sufre inundaciones periódicas, fenómeno al cual se le ha llamado acqua alta.

En primavera y otoño asciende el nivel del mar Adriático y es frecuente que hasta la Plaza de San Marcos se llene de agua. Para ello, se colocan pasarelas para que los transeúntes puedan caminar con tranquilidad. Se calcula que la marea sube casi 100 veces al año.