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Valparaíso, la joya del Pacífico

Entre cerros, playas, paredes coloridas y hoteles de lujo, el litoral central chileno es una gran opción para vivir la historia y el presente de un país en permanente transformación.

Llegar a Chile desde Argentina por aire supone una de las mayores aventuras para la imaginación. “¿Cómo habrán hecho para cruzar todo esto a lomo de mula?” es la pregunta que surge automáticamente cuando la Cordillera de los Andes aparece en la ventanilla. Pero la majestuosidad del cordón montañoso y la cercanía del Aconcagua son apenas las primeras de varias sorpresas que ofrece el país vecino, destino ideal para miles de viajeros argentinos con un presupuesto no demasiado abultado.

DATOS. Información útil para viajar a Valparaíso.

De la montaña al mar

A hora y media de Santiago en bus (entre y el trayecto), Valparaíso recibe al viajero con su encanto bohemio y su mística de puerto. Llegar a las costas del Pacífico atravesando sólo 120 kilómetros de cerros y bosques ya es toda una novedad para quienes estén acostumbrados a pampas y llanuras casi infinitas. Basta con ingresar dentro de los límites de la segunda región más grande de Chile (la Quinta Región) para entender que aquí las dimensiones del espacio son otras y que cada rincón es aprovechado.

Construcciones imposibles en laderas que amagan con ser verticales aparecen por todas partes, desarrollando un modelo urbano que define a la ciudad: el que fue el puerto comercial más grande del país es abrazado por un total de 44 cerros que, unidos por escaleras y calles empinadas, se convirtieron en Patrimonio de la Humanidad.

Valparaíso es una mezcla perfecta entre una nostalgia ligada al mar y los barcos y un colorido que tiene tanto de tradición como de modernidad. Barrio Puerto es, por su historia, el inicio ideal de una aventura no apta para rodillas débiles. A orillas del Pacífico, empedrados centenarios ofrecen un panorama de los años de oro de la ciudad, cuando marineros e inmigrantes de todo el mundo llegaban en busca de un trago o un futuro. Ideal para comer pescado y viajar un rato en el tiempo, la zona sur de la parte “plana” también invita a investigar que sucede allí arriba, en los cerros que se asoman cada vez que uno levanta la vista.

Para ello solo basta caminar un poco hacia arriba o tomar cualquiera de los ascensores (funiculares) que se esconden entre bancos, empanaderías y vendedores. Con un costo promedio de , los elevadores trasladan hacia las partes más bellas de la ciudad. Allí, entre arte callejero de todos los tamaños y paredes enchapadas que recuerdan a los conventillos de La Boca, la ciudad florece como un conjunto de callejuelas en forma de laberinto, con una identidad propia que la distingue no sólo en Sudamérica, sino en todo el mundo.

En busca de playa: Viña del Mar y Reñaca

A solo 8 kilómetros de Valparaíso y 20 minutos en bus (), Viña del Mar muestra una cara totalmente diferente. “Ciudad jardín” pensada por y para el turismo, Viña es la antítesis de la calidez porteña de Valparaíso, y un complemento realmente contrastante. Más cerca de Miami que de cualquier otra playa latinoamericana, hace gala de su orden, su prolijidad y sus edificios. Un poco más al norte, el balneario de Reñaca se destaca por su arquitectura escalonada y su evidente crecimiento económico. Allí, las frías aguas del océano y el viento característico de la región invitan a echarse bajo el sol para disfrutar de la brisa y del ir y venir de las olas.