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Una Navidad de película en Nueva York

Pinos gigantes, pistas de hielo, vidrieras decoradas y hasta talleres de Papá Noel forman parte de la escenografía navideña en la ciudad que nunca duerme. Aquí, un recorrido por esa mágica postal.

Es de noche y sobre el ruido de la Quinta Avenida se escucha una hermosa canción navideña. Al ritmo de la música, luces de colores –rojas, doradas y verde esmeralda– forman un castillo a tamaño real sobre la fachada de la tienda Saks Fifth Avenue. La increíble escena es una de las tantas que dan a Nueva York ese encanto mágico durante los días de Navidad. Un encanto que parece de película. Es fácil, de hecho, tener la sensación de estar dentro de una.

Frente al inmenso castillo de fantasía, está nada menos que el famoso Árbol de Navidad del Rockefeller Center, con la pista de hielo a sus pies: para entrar, los turistas llegan a hacer fila toda la noche. Al estar allí, es inevitable recordar ese adorable abrazo entre Kevin (Macaulay Culkin) y su mamá sobre el final de Mi Pobre Angelito 2. La postal vale unas buenas selfies, aunque sea entre la multitud. Si no, el fotógrafo oficial cobra a partir de 400 pesos por una toma perfecta.

Otras escenas increíbles, para ver y filmar, son las vidrieras de las grandes tiendas. Algunas tienen efectos especiales que deslumbran, como las de Bloomingdale’s y Bergdorf Goodman.

Aunque lo cierto es que toda la ciudad se viste de fiesta, con guirnaldas, villancicos y juegos de luces en cada calle y rincón. En los barrios más alejados se puede ver, como en el cine, a niños jugando con la nieve y casas con techos a dos aguas y jardines llenas de adornos. Una de las zonas más famosas es Dyker Heights, en Brooklyn, con sus exuberantes arreglos navideños entre las calles 83 y la 86 y las avenidas 11 y 13. Allí, algunas familias gastan miles de dólares en decoración, en una competencia no oficial que se renueva cada año.

DATOS. Información útil para conocer Nueva York en navidad.

Patinar de la mano

Una de las claves para pasar una Navidad inolvidable en Nueva York es ir a alguno de sus parques y pistas de hielo -si es Central Park con nieve, mucho mejor-. El oasis de Manhattan invita a emular a alguno de los personajes de Hollywood y pasearse por el puente Gapstown o patinar de la mano por Wollman Rink con los rascacielos como telón de fondo. La pista está abierta casi todo el día y es ideal para niños y principiantes, sobre todo en la semana, cuando el precio es más bajo.

El parque se puede recorrer también a bordo de un elegante carruaje tirado por caballos (unos 800 pesos los 10 minutos) o de una bici-taxi (unos 1600 pesos la hora). Y luego, terminar el día en el adorable mercado navideño de Columbus Circle, con un reconfortante chocolate o café caliente y unos waffles o, incluso, unos churros con dulce de leche.

Papá Noel multiplicado

El gran bonachón de barba blanca vestido de rojo es el ícono de la Navidad en Estados Unidos, y en Nueva York hay muchos lugares para conocerlo, como Macy's. La tienda fue escenario de la película Milagro en la Calle 34, que hizo famoso el emblema de animarse a "creer" (believe, en inglés).

En el último piso del shopping sobre la calle 34, está Macy’s Santaland, una mini aldea navideña con juguetes por doquier y guías disfrazados de elfos que no paran de sonreír, donde grandes y chicos pueden pedirle a Santa sus regalos y, por unos 300 pesos, tomarse una foto.

Existen más versiones de Papá Noel en la ciudad y más mundos mágicos como Dylan’s Candy Bar, una tienda boutique con olor a caramelo y miles de dulces; y Christmas and the City, un local en Little Italy  que tiene una villa navideña –con taller de Santa y todo– que está abierta todo el año. Y hay, sobre todo, muchas opciones para comprar regalos. En Nueva York, la magia de la Navidad es así un negocio encantador que nunca se acaba.