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Una mirada hacia el pasado

En una mansión virreinal de Lima se encuentra el Museo de Arte Precolombino Larco Herrera.
En una mansión virreinal de Lima se encuentra el Museo de Arte Precolombino Larco Herrera.

Lima fue la joya más codiciada del Virreinato de España, y durante 300 años la ciudad más rica de América.

Lima fue la joya más codiciada del Virreinato de España, y durante 300 años la ciudad más rica de América. A falta de palacios para sus reyes, florecieron en ella iglesias que guardan valiosas colecciones de arte como el templo de San Francisco con finas pinturas coloniales, una antigua biblioteca con más de 20 mil volúmenes, y las famosas catacumbas. Allí reposan alrededor de 70 mil cuerpos de monjes y vecinos, ordenados en círculos concéntricos, en espera de la reencarnación.

Asimismo, sobrias y hermosas, las casonas de origen colonial, le han dado carácter y un merecido prestigio arquitectónico al centro histórico de Lima.

En ese recorrido hay paradas obligadas como en la Casa de Riva Agüero, el Palacio de Osambela, y la Casona de la Universidad Nacional de San Marcos. Todavía es posible atisbar, entrecerrando los ojos, a las célebres “tapadas limeñas”, ocultándose tras preciosos balcones, como en la época de los virreyes.

Lima es además una ciudad de museos fastuosos que guardan el oro y la plata y los tesoros inmateriales de las culturas prehispánicas. Museos como Larco Herrera, especializado en arte precolombino, se encuentra en una mansión virreinal erigida, a su vez, sobre una pirámide del siglo VII.

Allí destacan colecciones de oro y plata, y la sala de huacos eróticos. Mientras que en el Museo de Arte de Lima se pueden recorrer tres mil años de historia: desde la cerámica chavín, mantos paracas, hasta llegar a pintores y escultores de la actualidad.

Convenientemente ubicado en la Plaza Bolívar, bello escenario de Pueblo Libre, el Museo de Arqueología, Antropología e Historia posee piezas emblemáticas de la arqueología peruana como la Estela Raimondi y el Obelisco Tello, obras maestras de la cultura chavín.

Fin de fiesta. Precisamente, en Pueblo Libre, en medio de casonas de jardines familiares, se encuentra la Bodega Santiago Queirolo, con vinos y piscos de su propia cosecha que se pueden degustar en el bar. Sus puertas batientes hacen recordar las cantinas del lejano oeste, las viejas fotografías y artefactos que adornan las paredes también remiten a viejas épocas, pero apenas uno se sienta alrededor de las mesas de mármol la fiesta se instala en el local.

En San Isidro, las barras de los restaurantes son propicias para departir con tragos y “piqueos”. Pero si se busca un buen pisco sour, entonces hay que visitar La Calesa.

En Miraflores, se impone conocer La Esquina, por su variada tabla de vinos y tablas de queso.

En Barranco, una hermosa casona antigua recibe a los parroquianos de Ayahuasca. Y uno frente al otro, se ubican Santos y Picas, bares de moda, con sus listas de sours de frutas exóticas.

Lima es una ciudad que calma la más fina sed en bares legendarios y modernos, donde hay conciertos en vivo, rockolas y música lounge. Si lo suyo es más tranquilo, entonces pida una cerveza bien fría, pierda su mirada en el mar, y deje que la tarde decida su destino.

Qué se puede hacer. En medio día. Recorra la Plaza Mayor, ingrese a la Catedral y a las catacumbas de San Francisco. Luego camine por el jirón de La Unión y llegue hasta la Plaza San Martín. Si tiene tiempo visite el centro comercial Larcomar, en Miraflores. O la feria artesanal, en la avenida Petit Thouars, en el mismo distrito.

En un día. Acudir al sitio arqueológico de Pachacámac, media hora al sur de Lima, uno de los más imponentes con grandes templos piramidales y edificios con rampas. Fue el lugar de peregrinación más importante del Antiguo Perú.

Otra sugerencia es almorzar en la Hacienda Mamacona, donde también se puede montar a un muy recomendado caballo de paso.

Aproveche el resto del tiempo para apreciar notables joyerías de plata como Ilaria, Casa Banchero, Carati, Mili y Joyería Aldo. Y finos tejidos en Kuna y Alpaca 111.

En un fin de semana. A tres horas al sur de Lima se halla la Reserva Nacional de Paracas, con abundante vida marina, y extraordinarias playas. Todo se facilita con la existencia de hoteles cinco estrellas (La Hacienda, El Doubletree y El Libertador), frente al limpio mar turquesa.

Los más intrépidos pueden aventurarse hasta la laguna Huacachina, un oasis en pleno desierto, cuyas nobles dunas se pueden recorrer en tubulares y sandboard.