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Una guía por las playas cariocas

En Río de Janeiro, las playas son las arterias por donde late el pulso de la ciudad. Cuáles son las que no te podés perder.

"Minha alma canta, vejo o Río de Janeiro”, canta Tom Jobim en su Samba do avião. Pocas ciudades se ven tan lindas desde el aire: las playas en forma de medialuna de Copacabana, Ipanema y Leblon, como una uña de arena blanca contra el mar; los cerros verdes; la laguna de Freitas y el Cristo Redentor, de brazos abiertos como si estuviera a punto de ponerse a bailar. La combinación única de mar, montaña y selva le valió a Río ser la primera ciudad del mundo en recibir de la Unesco el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad.

El veinte por ciento de su superficie está cubierta de plantas, lo que la convierte en la floresta urbana más grande de la tierra. Las orquídeas florecen en plena calle, un detalle más de una batalla constante entre mundo verde y hombre que los cariocas parecen felices de perder.

COPACABANA, IPANEMA Y LEBLON SUMAN APENAS NUEVE KILÓMETROS DE LOS CASI 50 DE PLAYAS QUE OFRECE LA CIUDAD

Aquí las playas no son un mero accidente geográfico: son las arterias por donde late el pulso de la ciudad, el lugar comunitario donde el carioca pasa gran parte de su vida. En Río, playa es acción. Tumbarse al sol es una de las últimas cosas que hace un nacido en estas tierras.

Copacabana, Ipanema y Leblon suman apenas nueve kilómetros de los casi 50 de playas que ofrece Río. Desde el centro histórico hacia el sur, Copacabana es una gran bahía separada de la siguiente que forman Ipanema y Leblon juntas, por un macizo rocoso llamado Praia do Arpoador. Desde allí, además de tener vistas fantásticas a ambos lados, se puede tomar una clase de surf o mirar cómo el sol se pone al final de Leblon, detrás de los cerros Dos Irmãos, algo que se festeja con aplausos.

DATOS ÚTILES. Información útil para disfrutar del sol en Río de Janeiro.

 
 
 
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Una publicación compartida de Voy de Viaje (@voydeviajeok) el21 Ene, 2019 a las 8:28 PST

Los “postos”

Mientras que Copacabana, próxima a las grandes cadenas de hoteles, fue “cedida” a los turistas, Ipanema y Leblon son concurridas por los locales. Estas tres playas, que están entre las más famosas del mundo, se dividen en doce postos que identifican clubes secretos: del 1 al 6 sobre Copacabana, del 7 al 12 en Ipanema y Leblon. Desde la rambla parecen todos iguales –un guardavidas, vestuarios, duchas, wifi gratis y un bar en la vereda–, pero no lo son.

En el 5, mezclados con los turistas, se ven cariocas que pasan los 50 y chicos de las favelas cercanas que suelen bajar a mostrar sus habilidades con la pelota. El posto 8 en Ipanema es el enclave LGTB, más precisamente en la bajada de la calle Farme de Amoedo, mientras que al 9 van los jóvenes. El canal Jardín de Alá que une la laguna de Freitas, cuatro cuadras a la espalda de la playa, con el mar, divide Ipanema de Leblon. El 10 es el preferido por las familias con hijos chicos, el 11 es el elegido los cultores del fitness y el 12, sobre el final de Leblon y próximo a Dos Irmãos, dicen que convoca a las mujeres más lindas de Río.

Fútbol y mar

Algo que atraviesa los nueve kilómetros de ambas playas es el semillero de “Neymares” y “Coutinhos”: a donde uno mire, verá hasta seis pelotas en el aire al mismo tiempo, signo de que están jugando altinho (varios en círculos mantienen la pelota en el aire).

A lo largo de la avenida costanera, hay una senda exclusiva para bicicletas y rollers que se suma a la anchísima vereda –cada una con su dibujo: ondas en Copacabana, círculos en Ipanema y Leblon– y se vuelve peatonal durante el fin de semana.

Del otro lado del cerro de Dos Irmãos está Saõ Conrado, preferida por los surfistas y por los aladeltas que aterrizan allí después de haberse lanzado desde el cerro del mismo nombre. A continuación le siguen la pequeña playa de Joatinga y los 18 kilómetros de las amplias playas de Barra da Tijuca, donde ya las construcciones van desapareciendo hasta llegar a las agrestes Prainha y Grumarí, un área protegida, donde todo es naturaleza pura.

Solamente por la belleza de sus playas, Río bien se merece el nombre de cidade maravilhosa.