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Un tesoro escondido en la costa africana

En el océano Índico se esconde un sitio de gran belleza que permaneció aislado del mundo exterior durante casi un siglo. Sus playas blancas y sus aguas azules son dignas del paraíso.

Es extraño que las playas de Ibo no aparezcan en los rankings mundiales que nuclean a las mejores del mundo. La isla se ubica en el océano Índico, frente a la costa de Mozambique, en el archipiélago de Quirimbas.

Pisar esta tierra equivale a viajar en el tiempo, ya que parece haber permanecido aislada de las influencias del mundo exterior durante casi un siglo. La única opción para hospedarse aquí es Ibo Island Lodge, que mantiene una arquitectura de estilo colonial original y cuya azotea se posiciona como el mejor lugar para obtener una vista privilegiada de la arena blanca y el agua turquesa.

Safaris de delfines, esnórquel, kayak de mar, observación de aves y buceo en algunos de los arrecifes de coral más hermosos de África son algunos planes para descubrir la isla. Pero, sobre todo, una de las mejores experiencias es hacer contacto con la población del lugar y conocer su estilo de vida, que no ha cambiado durante años.

Un poco de historia

Los comerciantes árabes fueron los primeros en acceder a la isla, y en el siglo XVI lo hicieron los europeos. En 1609, Ibo fue fortificada, y para 1763 fue reconocida como ciudad portuguesa.

A fines del siglo XVIII se convirtió en la ciudad más importante de Mozambique fuera de la isla, y cien años después sirvió como sede de Niassa Company, un organismo privado autorizado por la familia real portuguesa para patrocinar el desarrollo económico en el norte de Mozambique. Sin embargo, en 1904 el organismo se trasladó a otra ciudad e Ibo quedó en el olvido.

Por aire o por agua

Se puede acceder a la isla de Ibo a través de un vuelo de 25 minutos en un solo motor desde la ciudad de Pemba, Mozambique (donde se deberá obtener una visa por 85 dólares), o un viaje en bote desde uno de los resorts isleños vecinos.