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Tristán de Acuña, la isla perdida en pleno Atlántico entre Sudáfrica y Argentina

La mayoría de sus 245 habitantes vive en Edimburgo de los Siete Mares. (123RF)
La mayoría de sus 245 habitantes vive en Edimburgo de los Siete Mares. (123RF)

Es la isla habitada más remota del mundo: su vecino más cercano está a 2.400 kilómetros.

En el medio del océano Atlántico, a mitad de camino entre Sudáfrica y Argentina, se encuentra la isla habitada más remota del mundo. Es Tristán de Acuña, un archipiélago formado por cuatro territorios: Tristán de Acuña (la principal), Gough (con una estación metereológica), Nightingale (deshabitada) e Inaccesible (rodeada de acantilados) y dos islotes.

La isla principal tiene 98 kilómetros cuadrados y 245 habitantes, y su vecino más cercano es el islote de Santa Elena, que está a unos 2.400 kilómetros de distancia. Fue descubierta en el siglo XVI por los portugueses, aunque actualmente es un territorio británico de ultramar, que se mantuvo deshabitado hasta bien entrado el siglo XIX.

Quien se anime a visitarla debe saber que no tiene playas, pero sí acantilados de más de 600 metros (la isla entera es un volcán activo) y una flora y fauna variadas; además de un bar y un pequeño museo. La mayoría de los habitantes está asentada en Edimburgo de los Siete Mares.

Cómo llegar

Tristán de Acuña no tiene aeropuerto, y llegar a este destino no es tarea fácil no sólo por su ubicación sino también por los permisos que hay que gestionar como turista.

Sólo se puede acceder en barco desde Ciudad del Cabo (Sudáfrica), en un recorrido que tarda una semana. Por año pasan nueve barcos, aunque desde marzo, por la pandemia del coronavirus, tienen la entrada prohibida hasta nuevo aviso, ya que el territorio se mantiene libre de Covid-19.

En circunstancias normales, para desembarcar hay que realizar previamente trámites municipales vía internet, en los que se debe explicar el motivo de la visita, aportar documentación y someterse a la aprobación del Consejo de la Isla. Si se consigue esa aprobación, hay que quedarse en el lugar por tres semanas, hasta que pase el siguiente barco.