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Trinidad, encanto caribeño

Su casco céntrico es Patrimonio de la Humanidad. Se puede combinar cultura cubana, playa y montañismo. Tiene una noche vibrante, a fuerza de tragos y música.

La ubicación estratégica de Trinidad, cerca del Parque Nacional Topes de Collantes y de playa Ancón, hacen que la visita a este poblado cubano no se agote sólo en unas vueltas por su casco histórico. Es verdad que la clásica foto de la ciudad se repite en todos los folletos de viaje: casitas de colores vivos, caminos empedrados y una vida social que casi siempre se desarrolla en plena calle. Sin embargo, la zona ofrece mucho más que eso. La clave está en salir un poco de La Habana y su clásica combinación con Varadero.

La parte colonial de Trinidad fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1988, junto con la zona llamada Valle de los Ingenios. Actualmente, ambas partes se encuentran muy bien conservadas. Si bien el encanto de la zona es conocido desde hace tiempo, en los últimos cuatro años -con la inclusión de los emprendimientos por cuenta propia que habilitó el Estado cubano- la ciudad tomó un dinamismo algo frenético que la hace muy dependiente del turismo.

DATOS. Información útil para conocer Trinidad.

Ciudad para caminar

Pasear por las calles de Trinidad implica sortear, a menudo, a vendedores ambulantes o a los propios comerciantes que salen a las veredas de sus locales para cantar ofertas a la buena cantidad de extranjeros que hoy visitan este destino turístico.

Pese a ello, la magia del lugar reside en caminarlo todo a pie y perderse por las asimétricas calles para descubrir que su hermosa arquitectura colonial se mixturó con los vaivenes de la economía cubana, para dar lugar a algo muy diferente al resto de la isla.

La forma más práctica de aprovechar el tiempo en Trinidad es hacer playa por la mañana para huir un poco del calor caribeño, regresar temprano para pasear por algunos sitios históricos y terminar la noche con algún trago y buena comida de la isla.

La “gozadera”

Gran parte de los turistas que llegan al lugar vienen recomendados por otros que les hablaron muy bien de la noche trinitana. Acercándose cada vez más a la Plaza Mayor (en el casco céntrico de la ciudad) cuando cae la tarde se puede disfrutar de una cultura caribeña que late al son de la música.

En algunos casos, sólo se representa el estereotipo cubano para no decepcionar al foráneo, pero en otras oportunidades se puede disfrutar de excelente salsa, más allá del clásico “guantanamera, guajira guantanamera…” y de buenos tragos, además del famoso Cuba libre.

¿Cómo saber, entonces, cuando el cuadro es montado? Es muy simple, basta con pasar por la plaza, tomar algún mojito servido en la calle o pagar una entrada en la Casa de la Música y, luego, salir de ahí haciendo sólo algunas cuadras por las vías empedradas. Quizá, la tenue luz que alumbra los pórticos de las casitas le generarán sensación de inseguridad al turista, pero todos los cubanos aseguran que no hay de qué preocuparse: es sólo escasez de energía eléctrica.

Más allá de los muros imaginarios que se le imponen al turista, se encuentra una serie de pequeños bares de tragos y grupos musicales. También hay una amplia variedad de paladares, como se llama a los comedores atendidos por sus dueños. En todos ellos, siempre se escucha alguna música movida, porque a los cubanos de cepa les gusta la “gozadera”.

Nostalgias, trova y poesía

Pero no todo es noche en Trinidad, el circuito que rodea a la Plaza Mayor se roba los aplausos también de día. Se puede hacer a pie o en carros tirados por caballos. En sus alrededores, es posible visitar la magnífica iglesia de San Francisco, conocida porque su antigüedad data de la época de la colonia (siglos XVIII y XIX).

Otra opción consiste en rememorar el pasado de esplendor azucarero que hubo en la zona. Para eso, hay que visitar el Museo de Historia. Por último, si se quiere conocer más sobre las culturas precolombinas y pueblos originarios, lo recomendado es ir al Museo de Arqueología Guamuhaya.

Dentro del mismo casco histórico se encuentra la mencionada Casa de la Música, creada a comienzos del siglo XVIII. Recién en las últimas décadas fue destinada a exposiciones musicales para promocionar el arte local. Cuenta con un pequeño

anfiteatro que suele ser el punto de encuentro de turistas y locales. Este espacio cultural tiene a la venta el material discográfico producido por sus miembros, lo que representa una gran oportunidad para tomar contacto con la cultura local, muy poco difundida.

Muy cerca de allí también se puede dar una vuelta por la Casa de la Trova y conocer un poco más de ese género cubano. Tal vez por su largo pasado, al trinitano le gusta mucho la nostalgia de la trova y la poesía.

Más allá del mar

Para hacer un recorrido en la montaña, se puede ir hasta la zona del Parque Nacional Topes de Collantes, una reserva natural que ofrece bosque tropical, ríos, cuevas y cascadas. Allí es posible caminar por circuitos demarcados o contratar a un guía para que nos muestre la vasta cantidad de aves, reptiles e insectos de la zona.

El ingreso cuesta 150 pesos y el taxi para llegar desde Trinidad puede salir 400 pesos, un importe a compartir entre todos los pasajeros. El transporte público hasta la zona es ineficaz, por no decir inexistente.