buscar

Tres propuestas para descubrir las islas griegas

Grecia tiene unas 6.000 islas; muchas, con características diferentes. Para conocerlas, hay desde opciones de un día hasta cruceros de más de una semana.

Nadie que ponga un pie en Europa debería perderse la posibilidad de visitar Grecia. Enclavada muy cerca de grandes centros turísticos europeos como Italia o Francia, Atenas es uno de los puntos de conexión entre oriente y occidente. La capital griega oficia de nexo para aquellos que quieran visitar las bellísimas playas de ese país, que figuran entre las más preciadas del mundo.

La clave para disfrutar de sus más de 6.000 islas (de las cuales sólo 100 están habitadas) es la buena conectividad que existe por mar y por aire. El tiempo no es una excusa, porque con sólo tener un día libre uno se puede ir con un somero panorama de esta cultura volcada hacia el mar. Para aquellos que disponen de más tiempo, las opciones se multiplican: hacer un crucero de una semana por las mejores islas del Egeo o visitar las elegidas, quedándose unos días en cada una de ellas.

La recomendación es aprovechar sus cálidas aguas y su intenso sol desde junio hasta octubre, intentando saltear los meses de julio y agosto, que se encuentran atestados de turistas europeos.

DATOS. Información útil para disfrutar de Grecia.

Crucero exprés

Cuando a uno le muestran el folleto del crucero de un día por las islas griegas, no lo puede creer. Casitas blancas con puertas  y ventanas de colores colgadas de acantilados y montañas a la orilla de un mar transparente. Para aquellos que sólo tengan unos días en Atenas, esta es la opción ideal: recorrer tres islas en una sola (y larga) jornada.

El paseo arranca temprano, con un barco que zarpa desde Atenas y se dirige hacia la isla de Idra, la más alejada de las que visitará la excursión. Mientras el crucero se acerca hacia la bahía sobre la que se monta el pueblo, uno descubre una vida de ensueño: pequeños barcos que parecen flotar sobre el mar turquesa y construcciones sacadas de un catálogo de arquitectura griega. Idra es la más chic de las islas y su impronta bohemia –adquirida por la visita de artistas décadas atrás– todavía perdura. Dato clave: es un pueblo peatonal al que no acceden los autos. También tiene tiendas de arte que asombrarán hasta al más avezado coleccionista.

El recorrido sigue en Poros, una isla separada del Peloponeso por apenas 350 metros. Es más grande y habitada, ya que su cercanía con el continente permite el traslado de autos y personas sin inconvenientes. Allí uno deberá perderse por las calles y subir hasta el mirador que se encuentra en una de sus laderas. Desde ese punto se puede observar el intercambio entre esa porción de tierra y el Peloponeso. Requiere esfuerzo físico, pero vale la pena.

Por último, y antes de observar la caída del atardecer sobre el mar Egeo, se pasa por Egina, la isla que alberga el Templo de Afaya, del siglo XIII AC, y la imponente Catedral de Nektarios, un templo de la Iglesia Ortodoxa Griega. Egina fue durante el período clásico la gran rival de Atenas. En su puerto es posible merendar en una clásica taberna griega, en la que sólo ofrecen pescado y ouzo, bebida típica a base de anís.

Las “elegidas”

Otra opción es utilizar la enorme cantidad de vuelos internos que conectan a Atenas con las islas más conocidas. De esa forma, en poco más de media hora uno llega a Mykonos, y en otro tanto, en Santorini. Ambas pueden visitarse en un par de días.

Mykonos es sin duda sinónimo de postal griega, con sus casas pintadas a la cal y aberturas azul marino. Perderse por sus calles es un placer impagable y comer en algún restaurante con vista al mar, también. En temporada baja los alojamientos son muy accesibles y la comida, una de las más baratas de Europa. Las playas más turísticas como Ornos o Paradise pueden tener música y gente aún en temporada  baja, pero en auto es posible llegar hasta el otro lado de la isla, a playas deshabitadas como Panormos. La clave: alquilar un auto o un cuadriciclo.

La segunda opción es Thira, más conocida como Santorini. Está formada por cráteres de restos volcánicos y tiene adeptos entre los turistas más exigentes. Si bien registra mucho movimiento casi todo el año, en temporada baja se pueden encontrar dentro de la isla pueblos que son mansos para el descanso, como Oia. Para disfrutar de Santorini, lo mejor es tomar un buen vino del lugar mientras se cena en alguna de las terrazas que miran al mar. Ese atardecer sobre el Egeo es invaluable.

Para los exigentes

El crucero de varios días es la mejor forma de conocer las islas, ya que permite descansar a bordo mientras se recorren las distintas opciones. Los hay desde cuatro días saliendo de Atenas hasta de más de diez días, con conexión a Italia, Turquía o Croacia.

La alternativa recomendada es de ocho días en total, con Atenas incluida. Se agregan además Mykonos, Creta, Rodas, Patmos y Santorini. De todas, Creta es la isla más grande y cuenta con playas para todos los gustos, pero lo más importante son sus yacimientos arqueológicos de Cnosos. Rodas mezcla lo clásico con lo moderno; en su interior se encuentra Templo de Lindian Atenea (del IV AC) y su ciudad antigua es Patrimonio de la Humanidad. Estas opciones son excelentes para combinar lindas playas con cultura. La clave: aprovechar el tiempo libre que el crucero dispone en cada lugar o las excursiones que no están incluidas.