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Tayrona, naturaleza y descanso

Tayrona, ubicado en Colombia, es un parque nacional que combina bosque y playa.

Cuando uno se imagina un destino de playa siempre piensa en palmeras, agua cristalina y hamacas paraguayas montadas sobre arena clara. El Parque Nacional Tayrona, en Colombia, es justamente esa foto, esa postal caribeña. Pero además, al tratarse de una reserva, el viajero puede adentrarse en la selva y conocer a los habitantes originarios sin perder las comodidades en alojamiento que necesitan los turistas más exigentes.

Tayrona resulta una combinación de bosque tropical y playa a la que todos los años arriban colombianos y extranjeros, mochileros y no tanto, a zambullirse en sus aguas y a olvidarse de que a escasos kilómetros hay bulliciosas ciudades portuarias que han crecido al fragor de la inversión inmobiliaria.

DATOS. Información útil de Tayrona.

Lo más común es llegar hasta allí luego de visitar Cartagena, Barranquilla o Santa Marta, ubicada a tan sólo 34 kilómetros. En esta última ciudad van a parar la mayoría de los turistas que quieren desembarcar en Tayrona. El resto –los más jóvenes y osados – lo hacen en un lugar contiguo a la reserva llamado Taganga, un diminuto poblado que otrora vivía de la pesca y hoy subsiste gracias a los cientos de alojamientos baratos que ofrece.

“Laundry” por acá, “rent a room” por allá, “drugstore” por allá. Todo el pueblo vive al servicio de los viajeros, en especial de la inmensa cantidad de europeos que llegan a la zona en búsqueda de experiencias excitantes y baratas. En su pequeño centro es imposible identificar un solo idioma, ya que la procedencia de los foráneos es, a veces, desconocida.

Si uno no quiere arriesgarse a no poder dormir durante toda la noche, debido a la ruidosa música que emanan sus polvorientas calles, debe optar por alojarse en la ciudad de Santa Marta. Esa opción resulta más cómoda y segura.

IMÁGENES. Postales de Tayrona

En una playa junto al mar

Para llegar a Tayrona se pueden contratar taxis particulares, lanchas grupales o ir en combis de turistas en las que, posiblemente, lo animarán con videos musicales de vallenato (música típica de esa zona colombiana) y reguetón grabado en Miami. De todas formas, cuando el transporte se acerque al lugar los guías explicarán perfectamente en varios idiomas las condiciones para entrar en la reserva. Lo mismo harán los guardafauna del ingreso al parque.

Una vez en conocimiento de las condiciones, uno puede tomar el estrecho sendero y empezar a caminar por la selva por escasos minutos hasta encontrarse con pequeños miradores que van adelantando la espectacularidad del paisaje de playa.

Primero, se le saca una foto a la bahía desde lejos y luego, más adelante, uno se da cuenta de que hay cientos de vistas mejores a medida de que se acercan las dos primeras paradas de la reserva: Cañaveral y Arrecifes. En ambos lugares se pueden alquilar coquetos “ecohabs”, confortables cabañas en distintas alturas y con diferentes vistas a las paradisíacas playas. Hacia un lado aparece la selva colombiana con una biodiversidad inabarcable y, del otro lado, el mar esmeralda profundo.

Quienes se conforman con el descanso que ofrecen los spa de esta zona se quedan varios días allí y atrasan el reloj hasta perder la noción del tiempo. Por otro lado, quienes buscan aventuras naturales siguen camino y se abren paso entre los árboles por más de una hora bajo el intenso calor mitigado por la vegetación hasta llegar a la última parada con alojamiento: Cabo San Juan del Guía.

[video:https://www.youtube.com/watch?v=yB29L0RNDPM]

Allí hay dos opciones para pernoctar: una es en pintorescas hamacas junto a la playa, que se alquilan por muy poco de forma individual, y la otra incluye carpas que provee la propia reserva.

El atardecer desde los miradores o desde las hamacas, con el sol poniéndose a lo lejos, completa la postal que da paso a noches apacibles y casi sin luz artificial, excepto en los lugares comunes como el baño y el comedor. Al dormir prácticamente a la intemperie, el sonido de las olas comienza siendo mágico, luego algo molesto y, finalmente, se transforma en un bálsamo para conciliar el sueño.

Aborígenes Tayrones, del pueblito Chairama

Es el recorrido más osado por su nivel de exigencia física. Queda hacia la parte alta del bosque. En la entrada al sendero hay un cartel que reza: la caminata es de exigencia media, de una duración de 1,5 hora y está prohibido el ingreso a personas mayores y a niños.

Quienes quieran disfrutar de ese trayecto deben saber que la humedad y el calor de la zona lo hacen más difícil, por ende deben llevar suficiente agua. La mayor cantidad de flora y fauna se puede ver en esas horas de caminata. Al llegar al asentamiento, es posible conocer la vida cotidiana de los originarios del lugar. Para evitar este esfuerzo, una opción consiste en contratar un caballo y tomar un camino alternativo, que bordea la playa.