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San Petersburgo de la mano de Dostoievski

La “capital cultural” de Rusia tiene, además de museos con lo mejor de las “bellas artes”, un costado bohemio y melancólico. La vida y la obra de Dostoievski encontraron aquí su apogeo.

Bares de mala muerte, calles llenas de charcos y una ciudad sucia y gris. Así describía Fiodor Dostoievski a San Petersburgo en sus novelas un siglo y medio atrás. Pero el viajero puede quedarse tranquilo, porque de aquellas características hoy sólo se mantiene el gris del frío clima que azota a la región gran parte del año. El resto ha sido superado con creces, aunque su mística y su bohemia siguen intactas.

La ciudad ubicada sobre el mar Báltico tiene el sello del escritor mezclado con su pasado pomposo, como si se tratara de las dos caras opuestas de una misma moneda. Es decir que, además de los paseos que la sitúan junto a la más "alta cultura" occidental (como el Hermitage o el Palacio de Peterohf), San Petersburgo resguarda con orgullo las marcas de los lugares en donde Dostoievski inspiró sus novelas, en especial su obra cumbre: Crimen y Castigo.

El barrio

El escritor cambiaba constantemente de casa; algunos dicen que por manía y otros que por problemas económicos. Vivió en 22 lugares distintos en los 29 años que residió en la ciudad. Sin embargo, muchos de esos sitios quedan en la zona comprendida entre Nevsky Prospect y la avenida Voznesensky. Esta fue además la franja por donde se movieron los principales personajes de sus novelas, mientras de fondo sonaban las campanadas de la Catedral de Kazán.

El recorrido puede comenzar en la esquina entre las calles Grazhdanskaya y Stolyarnyy. Allí verá una estatua y una placa en la fachada del departamento en donde Dostoievski redactó Crimen y Castigo. Luego bastará caminar hasta los alrededores de la Plaza del Heno y tomar el Canal Griboedova al anochecer para imaginar el sórdido y asfixiante paisaje que tiñó la novela ubicada entre esas calles y canales. Estos puntos se encuentran próximos a la icónica iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada, punto ineludible de la ciudad.

Muy cerca de allí podrá dirigirse a dos sitios clave de la obra: Grazhdanskaya al 19 es la dirección en la que el escritor imaginó la pensión donde se hospedaba el protagonista, Rodion Raskolnikov, y Griboedov 104, el lugar donde vivían las hermanas usureras víctimas del asesinato. Según la novela, entre ambos puntos había 730 pasos exactos, aunque si los camina se dará cuenta de que son muchos más.

DATOS. Información útil para recorrer San Petersburgo.

Su casa, un museo

La última morada del escritor, en Kuznéchny 5/2, funciona ahora como el Museo oficial de Dostoievski, e incluso una de las calles laterales lleva el nombre de este célebre de la literatura.

Si bien este centro cultural ubicado en el segundo piso del edificio no es exuberante (en general los rusos de la actualidad no lo son), cuenta con material que perteneció al escritor y algunas recreaciones de los ambientes dispuestas como Dostoievski y su mujer y editora, Anna Grigóevna, los solían tener. Verá los estrechos espacios en los que vivían y recibían a unas pocas amistades. Encontrará el famoso escritorio donde se gestó su última novela, Los hermanos Karamazov. También podrá apreciar una perlita: sobre una pequeña mesa redonda hay un antiguo reloj que marca las 20.38. Esa, dicen, fue la hora en la que el escritor dejó de existir aquel 28 de enero de 1881. La leyenda asegura que el reloj quedó detenido desde ese instante.

En cada habitación podrá encontrar láminas con explicaciones de su vida, su obra y la colaboración decisiva de Grigóevna en el trabajo y edición de sus novelas. Todo está disponible en inglés, y la entrada cuesta 75 pesos.

Día propio

El primer sábado de julio la ciudad estableció la fecha oficial para recordar al escritor. Como su nacimiento y su muerte –en noviembre y febrero, respectivamente– fueron en meses  de intenso frío, se aprovecha los largos días del verano ruso para dar marco a actividades que involucran distintas expresiones artísticas.

La agenda resulta muy interesante para los amantes de la literatura, la música y el teatro, pero el idioma puede ser una traba a la hora de disfrutar de algunas iniciativas dispuestas sólo en ruso. Pese a esto, ciertas citas bien pueden ser para extranjeros.

Además, San Petersburgo ofrece siempre arte en sus calles. Encontrará pintores que, al igual que Dostoievski, se inspiran en la Catedral de Kazán, y también bandas de rock que intentan teñir la zona de notas melancólicas, tal como lo hacía el escritor a través de sus líneas.

Días largos

No sólo el “Día de Dostoievski”, sino muchas otras actividades se dan en el marco del verano petersburgués. Lo curioso de esta época del año es que los días (sobre todo en julio) duran más de 20 horas y la noche no llega nunca a ser cerrada, por lo que se puede aprovechar para hacer más paseos a pie por la ciudad. Además, el clima es suave (entre 20 y 30 grados), aunque algunas lluvias pasajeras pueden opacar ciertas visitas