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Samaná, el paraíso que le hace frente a Punta Cana

Ubicada al nordeste de República Dominicana, la península se consolida como destino paradisíaco por sus playas, su gente y sus hoteles. Hay vuelos directos desde Córdoba.

"Soy el Diego Maradona de Samaná”, dice el anfitrión, parado en la puerta de su hogar en el medio de la selva. A juzgar por la apariencia, sólo por los rulos podría decirse que el dueño de esta casa de artesanías y tabaco se parece al astro del fútbol argentino. Bueno, y por la panza y también por la simpatía. El hombre sabe hacerse querer y sabe también que su carisma es fundamental para que Samaná siga creciendo y se abra paso frente a Punta Cana, su consagrada “hermana mayor” en República Dominicana.

"Maradona" es dueño de una casa en la que los turistas detienen la marcha cuando salen a recorrer la península. Camino a la increíble playa Rincón, está parado ahí para hacernos conocer costumbres y gustos locales. El lugar, tan pintoresco pero auténtico a la vez, suma su impronta a las características que describen a Samaná: paraíso natural con paisajes de ensueño y, también, con realidad a flor de piel. No sólo de hoteles está hecho su encanto. Hay un destino más allá de los all inclusive: sólo es cuestión de buscarlo.

¡Pegadizo! Un hit para Voy de Viaje en Samaná

Ubicado en el nordeste de Dominicana, Samaná es un centro turístico que combina naturaleza, misterio, cultura y lujo. La ciudad tiene aeropuerto propio, recibe vuelos desde Argentina y los cordobeses tienen la chance de un chárter especial que los deja allí cada semana. La comodidad de llegar y en pocos minutos disfrutar del lugar es uno de sus puntos fuertes.

Samaná es una paleta de colores. Pero, sobre todo, de verdes en todas sus formas y gamas. A los costados de la ruta, palmeras, lianas y especies autóctonas de nombres extraños bordean el serpenteante camino que recorre la península. Los ojos no pueden sino explotar frente a la exuberante muestra de la naturaleza que, hacia el final de la travesía, ofrece un catálogo de playas blancas que descienden hasta el Atlántico.

DATOS. Información útil para disfrutar Samaná.

Los lugareños (viven en la ciudad unas 100 mil personas) lo dejan en claro: Samaná ha dejado de ser una novedad y hoy es destino consolidado. Quizá no logre el crecimiento de Punta Cana, por espacio y geografía, pero su oferta es de alto nivel y su propuesta demuestra personalidad propia.

Samaná es naturaleza. Los cocoteros son el sello de la escenografía porque están por todas partes y forman parte de la alimentación diaria. También los cafetales, el ananá, mango y cacao. Una exhibición de la potencia natural del país. Es que todo crece en su suelo. Describir su fisonomía es describir un encanto puro, un encanto tan particular como sólo Centroamérica puede producir. Su exotismo, la calidez de su gente, su temperatura y también lo accesible de la oferta (no es imposible una escapada): todo se combina para hacer real esa imagen de postal que viene a la mente cuando se habla de “paraíso”.

Porque Samaná es un paraíso de playas vírgenes y aguas turquesas, pero también es la ciudad y sus alrededores, que no dejan al turista lejos de la realidad. La península y sus playas son parte de una geografía que no se esconde (ni es escondida) por su gente y que está abierta para conocer y entender el lugar que visitamos. Vale, por ejemplo, darse una vuelta por Las Terrenas, el pueblo de pescadores vecino a la ciudad. Ahí, la gente llega a la playa como en Córdoba va al río: con sus heladeritas, alguna bebida espirituosa y todo el tiempo del mundo para pasar la tarde en el agua.

La ciudad de Santa Bárbara de Samaná (capital de la provincia) es un pueblo grande, colorido y humilde. Sus casas son precarias (en el país, más del 40% vive bajo la línea de la pobreza) y sólo los tremendos hoteles cortan con la monotonía de la madera y chapa de las construcciones. En el centro del lugar, una serie de edificaciones modernas y coloridas rompen el paisaje: es el shopping para que los turistas compren recuerdos. Conviven en armonía sin que nada modifique la buena vibra del lugar.

Todo pasa frente al estupendo mar Atlántico, que absorbe las miradas y despide luz clara y cálida. La gente camina por el malecón (la costanera), yendo y viniendo a hacer lo suyo, acostumbrada a ese paisaje que parece pintado con rabia y pasión. Samaná se muestra orgullosa por sus encantos y también por su tranquilidad. Y por un atractivo más y muy especial: desde enero hasta marzo es tribuna privilegiada para observar a las ballenas jorobadas que llegan hasta la bahía y hacen su espectáculo. Un Puerto Madryn pero a temperatura tropical.