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La Romana, placeres caribeños all inclusive

Junto con otros destinos de República Dominicana, es una buena opción para el turismo internacional. Días de descanso en un hotel sobre la playa y un paseo por Santo Domingo.

El vuelo aterriza en tiempo y forma en el aeropuerto de Punta Cana, previa escala en Lima. Trámites de rigor y poco más de una hora de transporte por autopista son los últimos escollos para llegar a destino y perderse en la “buena vida” del all inclusive.

A través de la ventana de la habitación, La Romana despierta en quietud absoluta. Como presagio, la vista a contraluz impone en el horizonte un cielo entre púrpura y anaranjado, mientras las ramas de unas palmeras se recortan con suaves ondulaciones. Más allá hay una playa caribeña de manual: agua turquesa, temperatura cálida, arena fina, reposeras, música para mover las “cachas” y vida sin culpa. Un espacio para hacer la plancha, beber y comer sin límites, lejos de las leyes de la humanidad y de la superioridad moral de la rutina saludable.

Cambiando la “r” por la “l”, Eric, un barman de la cadena española que nos hospeda, hace extensiva su amabilidad y consulta a los viajeros qué se les apetece mientras reparte mojitos, piñas coladas y otras coloridas copas. Para disfrutar del día, el requisito es poner la mente al sol y dejarse llevar por los propios antojos, que dentro de esta postal tienen otro sabor.

Ya cuando el sol entra en reposo, todos los caminos conducen a sumergirse en la kermesse de estímulos para devotos de las cadencias bullangueras como el merengue, primo hermano del cuarteto cordobés, ya que en los programas de los resorts se cuela por los parlantes un popurrí latino a base de salsa, reggae y bachata de alta rotación.

Una vez repuestos de las promesas de la noche, saciados los caprichos, el día renueva la expectativa de otra panzada inmune a la agenda de lo real: kilómetros de playa para nutrirse de una ración de naturaleza, actividades recreativas y de relax y deportes acuáticos, cosas que siempre se extrañan cuando el viaje se termina.

DATOS ÚTILES. Información útil para relajarse en La Romana.

Dulce como el azúcar

Este, junto con otros puntos como el cercano Bayahibe, Puerto Plata y Samaná, afloran en el mapa de alternativas a la principal vidriera de República Dominicana.

Entre los que plantan bandera en estas costas, están quienes buscan el filón del sol y la arena, participantes de congresos y hasta algunos que se colgaron la mochila; sin dejar de mencionar, por supuesto, a los que acomodan la agenda para jugar al golf y que encuentran el súmmum en Casa de Campo, uno de los resorts más exclusivos de estas latitudes.

En la región que originariamente fue productora de caña de azúcar –y que debe su nombre a una antigua balanza romana que siglos atrás pesaba las mercancías que transitaban por el puerto–, aún queda algo de aquel pasado. A lo largo de la franja costera todavía pueden verse algunas plantaciones que rodean playas y complejos hoteleros.

Codo a codo con el océano Atlántico hacia el norte y con el mar Caribe hacia el sur, esta parte de la isla –la otra corresponde a Haití– tiene más de 1.600 kilómetros de costa, de los cuales 400 están considerados como parte de las mejores playas del mundo.

La primera colonia española

“El país vive del turismo, las remesas de los dominicanos radicados en el exterior y de productos como la caña de azúcar, el café, el cacao y las frutas tropicales. Además, tenemos tabaco, ron y ámbar”, dice el guía que nos acompaña a Santo Domingo.

La excursión a la capital del país es uno de los tantos paseos que se presentan como alternativa a las largas y sofocantes jornadas en las que los amantes de la arena se instalan en reposeras alineadas debajo de sombrillas de paja y se bañan cada media hora en el mar, alternando con protector solar, para darle un respiro a la piel.

En la visita al primer lugar de América que pisó el navegante genovés, de todos los senderos posibles, la lógica impone el paseo por una traza de calles que acumulan los designios de la historia.

“Ron Brugal, cerveza Presidente y café Santo Domingo, tres marcas con identidad”, aporta el guía cuando avanzamos por el Malecón que ladea la ciudad al mar y el margen del río Ozama, para luego conocer algunos puntos ineludibles como el faro a Colón, la calle de Las Damas, el alcázar de Diego Colón y la Catedral Primada.

Cuando todo llega al punto final, por suerte, quedan imágenes, sensaciones y sabores que, indudablemente, son mucho más permanentes que el bronceado caribeño.