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Recorré en dos ruedas la isla más linda de Indonesia

Descubrir por cuenta propia sitios para surfear y nadar, playas de arena blanca, volcanes activos y templos en medio de la naturaleza es sencillo y económico en Bali.

Ubicada en el océano Índico, la isla de Bali (Indonesia) cuenta con sólo 140 kilómetros de este a oeste y 90 de norte a sur: un destino ideal para conocer en moto con mapa en mano. Hoy, este rincón del sudeste asiático es elegido sobre muchos otros por viajeros de todo el mundo, y los motivos son evidentes.

Ahora bien, aunque la isla sea pequeña y cada rincón tenga su encanto, es necesario diseñar una suerte de plan que permita recorrerla sin perder tiempo, dinero y esfuerzo. En la mayoría de los casos, la historia comienza en el Aeropuerto Internacional ubicado en Denpasar, la ciudad más poblada de la isla.

DATOS ÚTILES. Información útil para recorrer Indonesia.

El sistema de transporte aquí es increíblemente defectuoso: será imposible adivinar si los buses pasarán a la hora y en la dirección informada. Por esa razón, la moto se convirtió en el método elegido prácticamente por todos a la hora de aventurarse en este magnífico enclave selvático. Las ventajas: el precio del alquiler por día es realmente bajo, es fácil de guardar en hostales y, además, es sumamente práctica a la hora de conducir por las rutas de Bali, que se caracterizan por ser curvas, pequeñas y muy concurridas.

En la ruta

El primer destino recomendado es sin dudas Uluwatu, a 34 kilómetros al sur del aeropuerto. Esta región es conocida por ser el sitio preferido de surfers profesionales: aguas cristalinas, olas gigantes, bares escondidos entre árboles y hostels donde el reggae suena 24/7 conforman la carta de presentación.

Aquí no se deben dejar de visitar playas como Dreamland, Padang Padang y Bingin, ni tampoco el asombroso templo de Pura Luhur, ubicado en la cornisa de un acantilado a unos pocos kilómetros de la ciudad. Construido para proteger a su gente de malos espíritus y catástrofes naturales, este sitio se convierte en un lugar ideal para disfrutar de un vivo atardecer frente al mar y para presenciar luego –durante las horas de la noche– el ritual Ketjak, una ceremonia religiosa basada en plegarias, danzas y cantos que permite acercarse a la mística vida balinesa.

Fiesta y calma

Terminado el itinerario por Uluwatu, se puede conducir unos 22 kilómetros en dirección norte hasta Kuta, uno de los pueblos más populares de Indonesia. Aunque esté repleto de turistas ávidos de cerveza, suvenires de acrílico, música a todo volumen, excesos y playas no tan bonitas, merece la pena pasar aunque sea una noche para observar el rincón más libertino pero no por eso menos curioso de la isla.

Habiendo experimentado brevemente Kuta, la ruta continúa 15 kilómetros al nordeste en dirección a Canggu. Perfectamente cuidado, este pueblito se convierte en el lugar donde muchos viajeros deciden pasar la temporada. Las playas aquí son amplias y limpias, la oferta gastronómica es muy variada y, aunque reine una atmósfera de calma propia de zonas costeras, existe un gran abanico de opciones en materia de bares, shows de skate y conciertos en vivo durante la noche. La calle principal se decora con escuelas de buceo, campamentos de surf, casas de tatuajes de bambú y hasta terrazas de coworking para nómades digitales.

Además de disfrutar de estas alternativas, se debe tomar la moto en el día y conducir hasta Tanah Lot, otro de los templos más emblemáticos de la isla. Construido sobre una roca a expensas de la implacable marea y cubierto de leyendas, es escenario de mercados ambulantes, visitas y pintorescas bodas balinesas.

La joya de la visita

Una vez terminado el descanso en la playa, es momento de tomar la moto otra vez y conducir en dirección al noroeste hasta llegar al clásico de la isla: la encantadora Ubud. Este podría entenderse como el destino insustituible de nuestra visita a Bali. Interminables terrazas de arroz rodean el poblado, conocido mundialmente por sus centros de yoga, meditación y terapias alternativas, así como también por su cocina vegana. En medio de un ambiente de aparente tranquilidad, inciensos y música instrumental, vastísimos mercados se despliegan con rapidez en los callejones de la ciudad, amontonados junto a templos y museos de pintura y escultura. Ubud se convierte así en el fantástico epicentro cultural, espiritual y comercial de la isla.