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Pueblo colgante y de peregrinación

Un paseo inolvidable por Rocamadour, en los Pirineos franceses. Escaleras hechas de piedra natural, fervor religioso y una belleza que contagia.

Aprimera vista, cuando se llega por un sinuoso camino de montaña, da la sensación de que este pequeño pueblo ubicado en la antigua región francesa de Midi-Pyrénées, en el departamento de Lot, se encuentra colgado e incrustado en la roca. La sorpresa es obvia y las primeras fotos a la distancia son inevitables. Los orígenes de esta población se remontan a 1105, como centro de peregrinación en homenaje a la Virgen Negra. La imagen se encuentra dentro de la iglesia de Notre Dame, una de las siete de Rocamadour, y es parte del Camino de Santiago de Compostela.

La aldea está construida sobre varios niveles en forma vertical, enclavada en un acantilado calizo de 150 metros de altura, a cuyo pie serpentea el río Alzou. Por la estrechez de sus callecitas no se permite el tránsito vehicular, salvo que el hotel reservado cuente con un estacionamiento propio, aunque lejos del alojamiento. Para el resto de los turistas existen grandes playones antes del ingreso municipal donde se pueden dejar los vehículos en forma gratuita.

DATOS. Información útil para conocer Rocamadour.

Escaleras, ascensores y baños públicos

Los distintos desniveles de las calles se van subsanando con escaleras, como la Gran Escalinata, de 216 peldaños por los cuales los peregrinos suelen subir o bajar de rodillas en honor a la virgen. También hay un par de ascensores inclinados con un desnivel de 55 metros. Estos son capaces de recorrer 155 metros en 65 segundos entre el castillo ubicado en lo más alto, la parte media donde están los santuarios, y la más baja en la Rue Saint Louis, calle principal, donde se encuentran los restaurantes y las tiendas.

En esta zona también están los baños públicos donde se debe abonar $ 9 para hacer uso de las instalaciones en perfectas condiciones de limpieza y salubridad. De esta forma, se puede aminorar el cansancio de la caminata hacia arriba y hacia abajo en entorno medieval. Otra alternativa es subir en ascensor y bajar a pie por el llamado Camino de Ronda, un entretenido sendero con gran vegetación y 14 estaciones con distintas representaciones del Vía Crucis católico. Aún se conservan varias de las 11 puertas que tenía el pueblo formando parte del conjunto defensivo, junto con el castillo del siglo XIII ubicado en la parte más alta, todo coronado por una torre de vigilancia desde la cual podía observarse la llegada del enemigo.

24 horas y una noche de hotel son suficientes para conocer este magnífico lugar, casi ausente de la oferta turística que llega a nuestro país. Como complemento de la caminata y del tour religioso, un pequeño trencito que recorre las angostas callecitas del pueblo (a un costo de $ 36 de día y $ 63 de noche) permite al viajero tener una rápida impresión de las construcciones y los santuarios construidos sobre la roca.