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Porto Seguro, Trancoso y Arraial d’Ajuda: un trío que no falla

Mar azul, arena fina, sol intenso y una caipirinha: eso es lo que uno encuentra en esta parte de Brasil. Sin embargo, hay mucho más que playa para descubrir.

El 22 de abril de 1500. Pedro Álvares Cabral no da crédito a lo que ve. El arrecife de coral forma un rompeolas natural frente a la desembocadura de un río. Un puerto perfecto. Algunos dicen que llegó ahí al perder el rumbo en el norte de África, y otros, de manera intencional para ocupar tierras que el Tratado de Tordesillas de 1494 asignaba a Portugal. Una vieja pintura muestra una misa de concordia entre los arribados y los ribereños frente al Monte Pascoal. Hombres blancos y rojos. Así comienza la historia de Porto Seguro en la Terra dos Papagaios, ese país que después sería bautizado con el nombre de una madera roja como la sangre: Brasil.

Durante siglos, Porto Seguro se mantuvo al margen de las luchas de egos entre San Salvador y Río de Janeiro y anduvo en manos de holandeses, ingleses y portugueses. Vivió guerras indias, paz jesuita, tiempos de esclavitud, y riqueza y pobreza extremas, como todo Brasil pero a su ritmo. Los que “descubrieron” las playas como fuente de placer fueron los hippies a finales de los ’60. Y si bien durante los ’70 comenzaron a florecer hoteles, fue en los ’90 que la “Barra do álcool”, los barcitos alineados frente a la desembocadura del río Buranhém, se abrió al mundo como fruta madura. El éxito global de la lambada puso a Porto Seguro al tope de los lugares más marchosos. Hoy, la cosa cambió. Aquellos “jóvenes alocados” vuelven con sus familias, y esa es la marca de la zona.

Obligados

En un mismo día, uno puede asistir al nacimiento de una mariposa en uno de los criaderos más grandes de Brasil y pasar la noche en una cómoda red de fibra en la reserva de indios Pataxó de Jaqueira, con cena de pescado asado en hoja de patioba y granos de frutas de jaca de postre, después de aprender a disparar con arco y disfrutar de una pipa de tabaco con amescla, resina vegetal anti-mosquitos con un perfume delicioso.

Otro día puede hacer mañana en el casco histórico, con su cabildo-cárcel y la iglesia de Nossa Senhora da Pena, virgen de la pluma, y cerrar la tarde en Axé Moi, parador con música al trote. Arraial D’Ajuda da para un día completo de playa en Pitinga o el EcoParque de entretenimientos acuáticos, y noche bien larga en Mucugê, una calle de lo más chic.

Trancoso merece uno o dos días, como mínimo. La playa es Coqueiros y el atardecer es la hora para visitar el  famoso Quadrado, con sus casas de colores y la última iglesia que levantaron los jesuitas antes de la expulsión. El área central receurda a nuestro barrio Güemes: abundan los locales rústicos, coloridos, iluminados con velas y construidos con madera. Una estética simple y atrapante. El Recife de Fora, la reserva de vida marina en los arrecifes, supone otro día de aventura, y una semana se empieza a pasar volando.

Más de 60 actividades relacionadas con la naturaleza tienen base en la zona, incluyendo el avistaje de las ballenas yubarta, que llegan en julio y son de las más saltarinas. NI hablar del surf en todas sus variantes, la navegación, una importante movida nocturna y gastronomía de todas las banderas. U otras varias opciones cercanas: Caraíva, el poblado que no tiene alumbrado público pero toda la luz de su naturaleza silvestre; Praia dos Espelhos, una de las lindas del mundo; o Río da Barra, donde aguas dulces del color del té se mezclan con las turquesas del mar. Efectivamente, siete días no alcanzan y los deseos de volver crecen.

Para varios bolsillos

La Prefeitura do Porto Seguro prefiere, antes que el crecimiento cuantitativo, desarrollar la calidad de la experiencia para que el visitante desee volver. Se nota el esfuerzo que realizan para que cada punto potencie su personalidad. Porto Seguro es el ancla, con excelentes playas y la comodidad de una ciudad con servicios. Arraial se ofrece como la alternativa más joven, con buena noche, mejor gastronomía y sectores de lujo. Trancoso está en el mapa de la música electrónica mundial, es patrimonio histórico y vida al natural con toques de exclusividad. Caraíva es para los que buscan un paraíso no tan perdido, lejos del ruido y las conexiones digitales.

El Eco Resort Arraial D’Ajuda y el Uxua Casa Hotel Spa de Trancoso llevan la experiencia a las nubes, en calidad y precio. El primero es soberano en la península entre el río y el mar y el segundo se oculta entre las casas del Quadrado de Trancoso.

Otra opción para sentirse a cuerpo de rey sin vender las joyas de la abuela es el Solar do Imperador. A poco menos de un kilómetro del aeropuerto, imita las antiguas casas señoriales de la zona y, además de un excelente servicio, ofrece como plato fuerte la presencia de sus dueños, el señor Ivan Costa Rodrigues y su esposa, Georgette Tauil, una pareja que lleva 57 años de casados. Conversar con ellos es una experiencia tan única como conocer el lugar exacto en el que Brasil comenzó a contar su historia.

VIP y al natural

A 50 kilómetros de Porto Seguro (o 27 kilómetros si se elige el ferry), está Trancoso. Este pequeño pueblo conserva sus calles sin asfaltar, lo que le otorga un aire romántico y natural, con una vista al mar digna de película. Pero Trancoso también es un lugar lleno de magníficas casas escondidas donde veranean celebridades como Naomi Campbell, Kate Moss, Neymar, Beyoncé y Will Smith. Es por esto, también, que se lo conoce como el metro cuadrado más caro de Porto Seguro. Más info: visitbrasil.com/es/destinos/trancoso.html.

 
 
 
 

Una publicación compartida de VoyDeViajeOK (@voydeviajeok) el10 Nov, 2016 a las 3:40 PST