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Porto de Galinhas: de dónde salen las gallinas

La denominación actual de Porto de Galinhas aparece a fines del siglo XIV, con la prohibición de la esclavitud en Brasil. (Adrián Bassola)
La denominación actual de Porto de Galinhas aparece a fines del siglo XIV, con la prohibición de la esclavitud en Brasil. (Adrián Bassola)

A este polo turístico brasileño le tocaron las gallinas como símbolo de identidad. Acá, la usina artística de donde emanan estos animalitos. 

Si vas a Porto de Galinhas y no te traés un recuerdo aviar, hacé de cuenta que no fuiste. Llaveros, posavasos, estatuillas, manteles, remeras, gorras, colgantes, aros. Lo que sea. No podés volver sin una de estas aves de corral en la valija.

Condicionado por su nombre, este polo turístico brasileño, al sur de Recife, en el estado de Pernambuco, no tuvo la oportunidad de seleccionar un caballito de mar (que los tiene en sus ríos) o al menos una tortuga (que anidan en sus playas marinas) como señal de identidad.

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No. Fueron las gallinas. Y las hay por todas partes y de todas las formas, tamaños y colores . Pero si se trata de ubicar la usina artística de la que emanan estos animalitos, tenés que ir al atelier de Gilberto Carcará (a unos minutos del centro, en Rua Carcará, 08 – Merepe II).

Gilberto Carcará, el artista que talla en madera a estos plumíferos tan famosos. (Adrián Bassola)
Gilberto Carcará, el artista que talla en madera a estos plumíferos tan famosos. (Adrián Bassola)

De 10 a 16.30, allí está Gilberto trabajando la madera y atendiendo a los turistas. En el lugar predomina el blanco, base de la mayoría de las esculturas gallináceas, pero estallan los mil colores que afloran desde otros tantos pinceles, mientras el verde de la semiselva de la región se cuela desde las galerías del atelier.

Aunque obviamente predominan las más variadas figuras de las plumíferas, también hay esculturas (siempre en madera) de caricaturescas figuras humanas y hermosos cuadros con motivos marinos.

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Enormes peces azules esperan al comprador con su mejor cara de pescado, mientras Gilberto trabaja y trabaja la madera. El atelier parece estar tomado por una especie de desorden creativo, que cubre con un manto mágico a todo el lugar.

El principal insumo es el de los cocoteros, que crecen como el pasto por toda la región. La base de los troncos se asemeja al cuerpo de la gallina y lo demás queda en manos de Carcará... y de la imaginación de la gente.

El artista le cuenta a todo el que lo visita que recoge troncos caídos por viejos o por la acción de algún temporal y que los devuelve a la vida con forma de gallinas.

Jura que jamás voltearía un cocotero de pie. “Mi arte es sustentable”, se pone serio, antes exhibir su orgullo por otorgarle una segunda existencia a la naturaleza a través de la magia de sus cinceles y sus pinceles.

Es el mismo orgullo que sienten todos los habitantes de la nordestina Porto de Galinhas por tener a un artista que logró sacar a las gallinas del corral, su habitual lugar en el mundo, para instalarlas con la frente bien alta en cada rincón de la ciudad.