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Playas sin fin en Río de Janeiro

Mientras muchos optan por las clásicas de la ciudad, el boca en boca permite descubrir, a pocos kilómetros, rincones menos explorados.

"Mi alma canta, veo Río de Janeiro, estoy muriendo de nostalgia. Río, su mar, playa sin fin. Río estás hecho para mí". Es una estrofa de la canción Samba do avião, que Antonio Carlos "Tom" Jobim, creador también de la inolvidable Garota de Ipanema, compuso una vez que regresaba en avión a Río de Janeiro. La emoción que le provocó ver desde el aire esa costa interminable, a medida que iba aterrizando, fue la inspiración para escribir la letra de ese tema, incluido en la banda de sonido de la película italiana de 1962 Copacabana Palace.

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Más allá de sus símbolos como el Cristo Redentor y el Pan de Azúcar, Río de Janeiro es ante todo playas. Son infinitas, como las que inspiraron a Jobim. Las más famosas y populares están en pleno centro, cada una con su encanto particular; pero si uno se aleja pocos kilómetros hacia el sur y norte de la ciudad la oferta es interminable. Algunas son destinos clásicos durante el verano, y otras playas aparecen como las nuevas propuestas que desde hace unos años son elegidas por su tranquilidad y belleza paradisíaca.

Las imprescindibles de la ciudad

Salir de paseo por el centro de Río de Janeiro obliga a recorrer sus principales playas, que son parte del dni de la ciudad. El acceso es muy fácil si se toman como guías los doce puestos de rescate que se localizan a lo largo de las avenidas costaneras Atlántica, Francisco Otaviano, Veira Souto y Delfim Moreira, que se pueden recorrer en sentido este a oeste en auto, bus y bicicleta. Cada uno tiene su particularidad.

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Entre los puestos 1 y 6 se encuentran las playas Leme y Copacabana, con cuatro kilómetros de largo en los que se extiende una rambla diseñada por el paisajista Burle Marx, en la que utilizó piedras portuguesas blancas y negras para formar ondas que imitan las olas del mar. Este tramo también se caracteriza por la presencia de dos fuertes militares, uno en cada extremo, a los que se pueden acceder para obtener bellísimas panorámicas.

Continuando hacia el oeste, se encuentran las pequeñas playas Diabo y Arpoador, separadas por un peñasco que ingresa al mar como una península conocida como Pedra do Arpoador, uno de los lugares que regala imponentes atardeceres de la ciudad maravillosa. Siguiendo este circuito se arriba a la glamorosa playa de Ipanema, popularizada por la canción de Jobim y en donde se centraliza la movida gay friendly, cercana al puesto 9, entre las ruas Farme Amoedo y Vinicius de Moraes.

Pegada a Ipanema, entre el Canal Jardín de Alá –que conecta con el mar a la Laguna Rodrigo de Freitas– y el Morro Dois Irmaos, se extiende playa Leblón, con más de un kilómetro de largo. Es ideal para recorrer a pie los días domingo, cuando la costanera se cierra a la circulación de vehículos para convertirse en paseo peatonal y ciclista.

Otros sectores de la ciudad con playas interesantes son São Conrado y, frente a la enorme Bahía de Guanabara, los barrios tradicionales Flamengo, Botafogo y Urca. Este último está dominado por el imponente cerro Pan de Azúcar, rodeado en sus pies por pequeñas playitas sin tanta concurrencia de turistas como Urca, Forte Sao João, Fora y Vermelha.

Paraísos junto al mar

Yendo hacia el sur de la ciudad por la autopista Lagoa Barra, y luego de atravesar los túneles Zuzu Angel, São Conrado y Do Joá, tres pequeñas playas denominadas Joatinga, Dos Amores y Pepe indican el comienzo de Barra de Tijuca, la zona residencial más exclusiva y moderna de Río de Janeiro con imponentes edificios y condominios enfrentados al mar. La playa de Barra de Tijuca, de 18 kilómetros, es la más extensa de todas y una de las más elegidas por turistas y locales. Siguiendo esa línea en sentido oeste por Avenida Lucio Costa se llega a las playas Recreio dos Bandeirantes, Pontal y Macumba; y desde esta última en tan sólo unos minutos se accede a Prainha. Se trata de una pequeña playa paradisíaca dentro del Parque Natural homónimo de 147 hectáreas, encerrado entre cerros cubiertos de bosques característicos de la mata atlántica. Por ser un área ecológica protegida, el acceso diario queda restringido según la afluencia de visitantes.

A muy poca distancia se encuentra Grumarí, playa de 2,5 kilómetros de extensión también situada dentro de un sector natural protegido, que alberga en una franja a la única playa pública nudista de Río de Janeiro, conocida como Abricó. Desde Grumarí, contratando el bote de algún pescador por muy pocos reales, es posible llegar hasta Funda, Meio, Dos Buzios, Perigoso e Infierno, arenas vírgenes situadas en Barra de Guaratiba.