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Panamá, un canal al mundo

El Centro Financiero sorprende por su contraste con el Casco Viejo, unidos por la Cinta Costera. (Gentileza: Michaelmill/123RF)
El Centro Financiero sorprende por su contraste con el Casco Viejo, unidos por la Cinta Costera. (Gentileza: Michaelmill/123RF)

Canal interoceánico. El país más angosto de América, de 700 kilómetros de largo y apenas 80 kilómetros en su parte más angosta, nació para conectar el Pacífico con el Caribe.

Este país hace tres millones de años unió América del Norte con Sudamérica, dividiendo los océanos Atlántico y Pacífico y convirtiéndose en un puente de tierra entre norte y sur. La corriente de aguas cálidas del Caribe, que antes pasaba de este a oeste, se arremolinó entonces en el golfo de México y siguió camino hacia el Atlántico norte y Europa, sumergida hasta ese momento en el frío más atroz.

El clima en Europa se volvió benigno y zonas de África se tornaron desiertas provocando, según algunas teorías, que los homínidos desarrollaron nuevas estrategias de supervivencia y, tal vez, el comienzo de la evolución. Este efecto dominó es lo que lleva a decir a algunos expertos, que el surgimiento del istmo de Panamá resulta el acontecimiento geológico más importante ocurrido en la Tierra después de la extinción de los dinosaurios.

Desde el Casco Histórico se puede apreciar el conjunto de edificios del Centro Financiero. (Gentileza: Luis Aleman/Unsplash)
Desde el Casco Histórico se puede apreciar el conjunto de edificios del Centro Financiero. (Gentileza: Luis Aleman/Unsplash)

Abrir un canal para unir Atlántico y Pacífico

Varios millones de años después, más precisamente hace apenas un siglo, el hombre decidió abrir un canal en esa franja de tierra para que Atlántico y Pacífico volvieran a conectarse. La inauguración del canal de Panamá en 1914 constituyó una hazaña de la ingeniería, un hito fundamental para la navegación y comunicación entre los países y un beneficio ecológico, ya que acortó la ruta de los buques reduciendo las emisiones de dióxido de carbono.

Gran parte de esto puede apreciarse en las dos visitas ineludibles en la ciudad de Panamá: el Canal y el Biomuseo, obra del arquitecto Frank Gehry, donde se explica cómo la unión de América del norte con la del sur fue un puente biológico para especies de animales y plantas.

Canal de Panamá, un hito de la ingeniería

El museo está ubicado en la Calzada de Amador, junto al inicio del Canal donde los grandes buques pasan uno tras otro temprano a la mañana y a partir de las dos de la tarde. Conviene planear la visita a las esclusas de Miraflores en esos horarios para ver su funcionamiento. Desde la terraza se divisa cómo los barcos, uno por uno, se ubican dentro de una estrecha pileta y, al igual que un elevador de agua, se llena para subirlo varios metros y pasar a la siguiente piscina, arrastrado por unas pequeñas locomotoras que se desplazan sobre vías en los muros perimetrales. Entre el océano Pacífico, donde está ubicada la ciudad de Panamá, y el mar Caribe, está el lago Gatún, a 26 metros sobre el nivel del mar, y las esclusas tienen la función de elevar los barcos hasta la altura del lago. Una vez cruzado el Gatún, otro sistema los “bajarán” hasta llegar al mar Caribe.

Los barcos pasan a partir de las 10 de la mañana por las esclusas de Miraflores. (Gentileza: Mario Cherrutti)
Los barcos pasan a partir de las 10 de la mañana por las esclusas de Miraflores. (Gentileza: Mario Cherrutti)

Barrio con sello de Patrimonio de la Humanidad

La construcción del Canal fue financiada en gran parte por Citicorp, que funcionó en un edificio de 1917 en el Casco Viejo, hoy convertido en el hotel American Trade. Ubicado frente a la plaza Herrera, donde antiguamente se corrían toros, fue reciclado manteniendo no solo su fachada original, sino los interiores. Abandonado durante mucho tiempo, este barrio fundado en 1673, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1997. Hay edificios históricos en casi todas las esquinas, construidos entre los siglos 17 y 18, la mayoría recuperados, donde funcionan bares; restaurantes; hoteles; galerías de arte y tiendas de diseñadores independientes.

De las esquinas del Casco Viejo se asoma el Centro Financiero. (Gentileza: Mario Cherrutti)
De las esquinas del Casco Viejo se asoma el Centro Financiero. (Gentileza: Mario Cherrutti)

En contraste, los edificios del centro financiero compiten en originalidad, como el Tornillo, formalmente llamado el F&F Tower, en la calle 50; o la torre Trump, para muchos una mala copia del hotel Burj al Arab, de Dubái.

El paraíso panameño

El Caribe está a una hora de vuelo. La aerolínea doméstica Air Panamá vuela diariamente al aeropuerto José Ezequiel Hall, en Colón, una de las islas del archipiélago de Bocas del Toro. Desde allí, las lanchas parten a puntos distantes dentro de la misma isla Colón y a islas vecinas, porque la gracia es hospedarse en el agua. Este mar, verde y transparente, es un mar interior, calmo como un lago, y salpicado de pequeñas islas de tupidos manglares, sin playas. La marea no sube ni baja más de dos centímetros, por lo que es habitual ver casas de madera construidas sobre palafitos. Así es Punta Caracol, a 15 minutos de lancha hacia el noroeste del punto de aterrizaje: nueve bungalós de madera y techo de hojas de palma levantados sobre el agua, con el lecho marino a un metro de profundidad y unidos entre sí por tablones de madera, levantados también sobre el agua.

El mar en Bocas del Toro es como un lago, sin olas, con islas con construcciones sobre palafitos y costa de manglares. (Gentileza: Chema Photo/Unsplash)
El mar en Bocas del Toro es como un lago, sin olas, con islas con construcciones sobre palafitos y costa de manglares. (Gentileza: Chema Photo/Unsplash)

Isla Cristóbal

El plan aquí será visitar otras islas en lancha, como la Cristóbal, previa parada para ver los delfines en la Dolphin Bay y navegar por un laberinto de islas de mangle. El tour puede seguir hasta Coral Bay, en la isla Bastimentos, de 52 kilómetros cuadrados y donde se encuentra el Parque Nacional Marino, y hacer snorkel para ver corales que parecen pintados a mano. Allí cerca está el restaurante Jazmín, donde preparan langostas recién pescadas para acompañar con una cerveza Balboa.

En la excursión a Dolphin Bay, la parada para almorzar es el restaurante flotante Jazmín, donde el único menú es una langosta recién pescada. (Gentileza: Mario Cherrutti)
En la excursión a Dolphin Bay, la parada para almorzar es el restaurante flotante Jazmín, donde el único menú es una langosta recién pescada. (Gentileza: Mario Cherrutti)

Maravillas para disfrutar

Aproximadamente 20 minutos más de lancha, nos deja en un pequeño muelle con la promesa de que, del otro lado del bosque tropical, llegaremos a una de las pocas playas, la Red Frog. El sendero es la ocasión para intentar ver perezosos, aves y la rana roja que da nombre a la playa y la cual es el símbolo de Panamá. Se trata de la Dendrobates pumilio, tal su denominación científica, que no llega a los tres centímetros, de color rojo intenso con manchas azules y venenosa.

La serena vida de la playa Red Frog puede verse reflejada en la actitud de sus peculiares habitantes. (Gentileza: WikiImages/Pixabay)
La serena vida de la playa Red Frog puede verse reflejada en la actitud de sus peculiares habitantes. (Gentileza: WikiImages/Pixabay)

Los nombres de esta región están en inglés porque los primeros pobladores fueron los norteamericanos que participaron en la construcción del ferrocarril y luego controlaron el Canal. Recién en los años ´90, Bocas fue descubierta por mochileros y panameños del norte que aumentaron la población que hoy alcanza los 15 mil habitantes.

Para llegar a una de las pocas playas, la Red Frog, hay que atravesar un sendero de bosque tropical. (Gentileza: Mario Cherrutti)
Para llegar a una de las pocas playas, la Red Frog, hay que atravesar un sendero de bosque tropical. (Gentileza: Mario Cherrutti)

Isla Colón, paisaje único

La playa más instagrameada de Bocas del Toro es Estrellas, en la isla Colón. Un poco más de 20 minutos de lancha desde Punta Caracol llevan a este lugar de postal, fina línea de arena blanca y palmeras arqueándose como si quisieran beber el agua turquesa. Las estrellas están a pocos metros de la orilla, hay rojas, amarillas y naranjas y tienen un tamaño de hasta 15 centímetros; solamente está permitido observarlas con máscara.

Una caminata por la playa nos lleva hasta Bocas del Drago, en la punta de la isla Colón frente al continente del que lo separa el canal de Soropta, por donde el mismísimo Colón navegó en su primera incursión a Panamá. Se ven la espuma de las olas del mar abierto y la protección que da este archipiélago de aguas, similar a un lago.

Datos Útiles

Más información:

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