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Palma de Mallorca y Barcelona

De regreso en territorio europeo y después de navegar 424 millas náuticas (785 km) el crucero ingresa al puerto de Palma de Mallorca.

De regreso en territorio europeo y después de navegar 424 millas náuticas (785 km) el crucero ingresa al puerto de Palma de Mallorca.
Palma de Mallorca, día 7. A las 9 del séptimo día, con pleno sol y templado, a caminar por la avenida Gabriel Roca, hasta la inmensa Catedral y, desde allí, adentrarse por angostas callejuelas, hacia la plaza Mayor.

La variopinta multitud que se mueve por el lugar marca la fama internacional de Palma. Los veleros y yates –algunos con hasta helipuerto en su cubierta– que pueblan su puerto también. Palma está conformada por muchos barrios distintos, como el de Portella, detrás de la Catedral.

Sentarse a comer en uno de los tantos bares de tapas, con un par de cañas (vaso de cerveza), a 10 euros por persona, terminan de componer una visita corta pero rica en experiencias. La partida, última del periplo, es a las 9.15 con destino a Barcelona.

Barcelona, día 8. Si bien la partida del crucero había sido desde el puerto de Barcelona, es con la llegada del barco cuando uno puede aprovechar para conocer aunque sea un poco esta increíble ciudad catalana, descontracturada y desinhibida. Es como si el espíritu de Antoni Gaudí sobrevolara la ciudad eternamente.

Y allí están, como muestras, su famosas obras: la Sagrada Familia, la Pedrera o la casa Batllo, genialidades del arquitecto catalán más famoso.

Pero Barcelona es linda de día, para admirar estas y otras construcciones; caminar por la Rambla; meterse por el laberíntico barrio Gótico, o pasear por la Gran Vía o Paseo de Gracia.

Multitud de turistas que, como en torre de Babel, expresan su admiración en numerosos idiomas; fotógrafos, profesionales y de los otros, que le sacan fotos hasta a los zócalos y las estatuas vivientes de la Rambla; locales (nativos o no), que hacen sus compras en el mercado de la Boquería, y oficinistas que hacen un alto en sus tareas para comerse unas tapas.

Ahora, de noche, Barcelona es la misma ciudad con todo eso y más: una “fauna” conformada por punks, emos y chicos y chicas que juegan a ser diferentes; los mismos turistas del día, pero ahora en plan de diversión, copas y tapas; los locales, que como buenos españoles, no le esquivan a la salida con amigos, y familias enteras que aprovechan las últimas jornadas de un otoño apacible y benigno.

El barrio Gótico, que de día es un enjambre de gente por el laberinto de calles estrechas y callejones, al ritmo de sus ocupaciones, a la noche es un territorio de película.

Quizá durante la tarde uno pasó frente a una puerta cerrada y ahora, a la noche, esa misma puerta es la entrada a un boliche, una disco o un pub, con luces tenues de colores, jóvenes entrando y saliendo y música de la que busque.

Llegamos a Barcelona dos días antes de la reciente visita del Papa Benedicto XVI. Como podrá imaginarse, una ciudad rebelde por naturaleza y laica por definición, pero con más de 150 iglesias, parroquias y templos, estaba dividida.

Los que esperaban la visita papal de un lado; los que no veían bien que el Papa pisara su ciudad, del otro. Y hubo manifestaciones, a favor y en contra. Y con el regusto a poco que significa esa visita, dejamos Barcelona, el Barça y al ídolo local, “Lío” Messi, con la promesa de volver.

Un barco, una fantasía. El MSC Fantasía, junto a su hermano gemelo, el MSC Splendida, son los dos barcos más grandes de la flota de esta compañía.

Suma 1.637 cabinas, 99 de ellas en el exclusivo espacio VIP del Yacht Club (ver Lo que hay que saber), con capacidad para 3.959 pasajeros y que se distribuyen en 12 puentes (pisos).

La nave cuenta con gimnasio; un spa y salón de belleza; teatro; casino; discoteca; un simulador de F 1; cine en 4 D; salón para fumadores, Internet; un bar temático deportivo; jazz bar y otros 19 bares; cuatro restaurantes; dos cafeterías, y pizzería.

Zona comercial; cuatro piscinas, una de ellas con cúpula acristalada móvil; 12 hidromasajes, y tobogán acuático, completan la oferta.

Lo que hay que saber

Aéreo Buenos Aires / Barcelona, con Aerolíneas Argentinas: hay una promoción a U 845, con compra antes del 30 de este mes y viaje hasta el 15 de diciembre. Temporada baja, desde U 897. En temporada alta, (desde el 5 de diciembre), desde U 1.165, más impuestos y tasas. En Business, U 3.099. En todo los casos, por tres meses más tasas e impuestos. Incluye el tramo Córdoba / Buenos Aires.

Crucero MSC Fantasía, categoría Yacht Club, desde U 2.649 a U 3.149, para temporada baja (abril, mayo y octubre) y desde U 3.209 a U 3.709 en temporada alta. A esa tarifa hay que sumar U 150 de tasas de embarque y 5.25 % de IVA. Valores por persona, base doble, para un crucero de siete noches por el Mediterráneo en suite YC1, contratada con anticipación. Con las mismas condiciones y para el mismo crucero, en categoría normal (no Yacht Club), las tarifas van desde los U 899 a U 1.409 para una cabina interna, y entre los U 1.199 a U 1.949 para una cabina externa con balcón.

Yacht Club. Esta es una categoría como la primera o business premium de los aviones. El barco cuenta con 99 suites YC, ubicadas en los puentes 12, 15 y 16. Se trata de un espacio de la nave de acceso exclusivo para los pasajeros del YC, con servicio de recepción y bienvenida; prioridad en el embarque y desembarque; servicio de mayordomo; conserjería exclusiva; área de piscina, jacuzzis y solárium privado; un restaurante exclusivo (L'Etoile); acceso exclusivo al Aurea Spa; el diario internacional que el pasajero elija, impreso todos los días; bebidas del frigobar de libre consumo, y una selección premium de vinos, whiskies, cervezas, vodka, cócteles, gaseosas y agua mineral. Los camarotes son de un lujo sobrio y cuentan con vestidor, bañera y balcón.

Top Sail Loungue. Un espacio también exclusivo, todo vidriado, que permite ver el mar, con el ancho del barco y donde se puede desayunar, almorzar, merendar o cenar.