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A orillas del Danubio

La ciudad se extiende a ambos lados del famoso río Danubio y sus mayores atractivos se agrupan en el casco histórico. Es la capital europea más pequeña.

Bratislava, capital de Eslovaquia, tiene 430 mil  habitantes y todos sus puntos de interés ubicados en el casco antiguo, a excepción del castillo Bratislava que domina la ciudad desde una colina a 85 metros sobre el nivel del río.

Se puede visitar en un solo  día, si se elige como base la ciudad de Viena (capital austríaca) desde donde se puede ir en auto y abonar 4,90 euros para ingresar en la frontera donde colocan una viñeta que habilita a transitar esas rutas durante siete días. También se puede llegar en barco desde Viena en un trayecto de 75 minutos con un costo de 38 euros, ida y vuelta; en autobús por 16 euros por tramo o en tren en una hora y media por 20 euros, también, ida y vuelta.

Un primer paseo a pie por el centro antiguo, tras ingresar por la Puerta de San Miguel (la única que aún queda de las cuatro que existían en la época medieval), conduce a la calle Michalska, amplia y limpia. En esa arteria se concentran numerosos bares y restaurantes con sillas en cuyos respaldares hay unas mantas para abrigo de los clientes cuando hace frío.

A unas pocas cuadras se gira hacia la izquierda y se encuentra la iglesia y monasterio franciscano y se ingresa a la plaza Hlavninamestie rodeada por el Viejo Ayuntamiento del siglo XV, de base gótica y fachada barroca, que desde 1868 acoge al museo municipal. En cuyo patio, de magnífica acústica, durante todo el año se realizan espectáculos teatrales, conciertos y mercadillos de artesanías.

En el entorno de la plaza está  el Palacio Primacial , construido en 1781 como residencia de invierno de los arzobispos. En el de ese palacio se atesoran seis gobelinos ingleses tejidos en el siglo XVII. Además, allí  los emperadores Napoleón y Francisco I de Austria firmaron en 1805 el Cuarto Tratado de Paz de Presburgo.

Cada uno de los edificios que rodea la plaza tiene un estilo que lo diferencia del resto por ello se pasa del gótico al modernismo en un abrir y cerrar de ojos. En el centro se mantiene la fuente  de Maximiliano, erigida en ese mismo sitio en 1572 y a su alrededor se monta el mercado de Navidad con numerosos quioscos de gastronomía y artículos para regalo.

Cercana está la Iglesia Azul,  de estilo art nouveau de principios del siglo 20 y en el área de influencia, varias y singulares esculturas en bronce como las denominadas: “Obrero trabajando” y “Soldado descansando”.

En el verano la plaza se llena de mesas con sombrillas y se convierte en el punto de encuentro de los habitantes de Bratislava.

Por ambas orillas. La ciudad se extiende por las dos orillas del Danubio en las estribaciones del sur de los Bajos Cárpatos.
Al remontar la historia se descubre que fue ocupada por los celtas, romanos, germánicos y eslavos, estos últimos responsables de la construcción de iglesia cristiana en la Colina del Castillo.

Una caminata a la vera del Danubio conduce a una extensa y larga plaza cerrada en uno de sus extremos por el Teatro Nacional Eslovaco de 1886. Muy cerca, está el Teatro de la Orquesta Filarmónica.

La caminata prosigue por la Catedral San Martín terminada a mitad del siglo XV y en cuyo interior, entre 1563 y 1830, se celebraron 19 ceremonias de coronación de reyes húngaros y sus esposas. Precisamente una réplica de la corona húngara se encuentra en lo alto de la torre a 85 metros de altura y con un peso de 300 kilos.

Castillo. Al castillo de Bratislava, ubicado en lo alto de una colina, desde la que se observa toda la ciudad, se puede llegar caminando por la calle Panska que avanza  por debajo de la autopista de ingreso a la ciudad.

Como se trata de una cuesta muy empinada se puede optar por contratar por 10 euros un antiguo coche con chofer y audio en idioma español y luego proseguir por otros puntos de esa capital.

La construcción del castillo de Bratislava se remonta al siglo XIII aunque 200 años después de haber sido elegido por el rey  Segismundo como su residencia en Hungría, fue destruido al igual que el atalaya.

Posteriormente fue reconstruido por el arquitecto Pietro Ferrabosco que le aportó el estilo gótico. Sin embargo en el siglo XVI fue una nueva remodelación la que lo impregnó de tendencias renacentistas.

En la torre de la corona estuvieron guardadas durante muchos años las joyas utilizadas para las coronación es húngaras y en siglo XVIII, cuando María Teresa ejerció el reinado se efectuó la última reconstrucción del castillo que le dio estilo barroco.

En 1811fue ocupado por el ejército y un gran incendio lo destruyó por completo. Recién en la segunda mitad del siglo 20 fue nuevamente restaurado.

Ya concluida la visita es aconsejable dar un vistazo al antiguo barrio judío, que se emplazaba entre el castillo y el casco viejo. Allí se encontraban tres sinagogas y el camposanto a orillas del Danubio. En la actualidad se visita la zona restaurada del cementerio del siglo 19.

El trayecto que conduce al centro muestra la sede del Gobierno y Palacio Presidencial construido fuera de las murallas de la ciudad en el siglo XVIII, con un pintoresco y bien cuidado jardín.

Ya con el sol en alto, retomamos la caminata por las callecitas adoquinadas a cuyos costados se observan pequeñas galerías naturales llenas de negocios y restaurantes.

Sin dudar, aprovechamos a saborear bryndzove halusky, bolitas de papa con harina, queso de cabra y panceta, a cinco euros una generosa porción.

Lo que hay que saber
Bancos. Algunas entidades bancarias tienen bares en su interior y como en casi toda Europa no está prohibido el uso de teléfonos móviles.
Gastronomía. La comida tiene precios accesibles. Por ejemplo un menú del día cuesta 2,90 euros y consta de dos platos y postre. Sin embargo, un café en un bar del casco antiguo puede costar dos euros.
Transporte. El transporte público de la ciudad consta  de tranvías, trolebuses y ómnibus que cubren buena parte del entramado urbano.
Geografía. En Eslovaquia más del 40 por ciento del territorio es ocupado por bosques en los que viven especies animales desaparecieron en otras partes de Europa.