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Nueva Zelanda, un país con todos los paisajes

Estas islas ofrecen playas, montañas, glaciares y volcanes en una pequeña extensión de territorio. Hay vuelos diarios de 13 horas desde Buenos Aires.

Mega ciudades se mezclan con reservas naturales, volcanes, playas y glaciares. Un día se puede hacer esnórquel y, a los dos días, es posible estar esquiando en alta montaña. Todo eso es Nueva Zelanda, un pequeño país que parece estar muy lejos en el mapa, pero que está conectado con Argentina por un vuelo diario de trece horas desde Buenos Aires con Air New Zealand.

UN LUGAR ÚNICO. El sur de Nueva Zelanda, entre glaciares y vinos.

PARA TODOS. Nueva Zelanda para mochileros: consejos clave

Auckland es una ciudad grande pero para nada abrumadora. Los gigantes edificios vidriados reflejan el sol y el cielo en todas sus caras, y el océano abraza la urbe trayéndola una suave brisa de mar que en época veraniega es bienvenida por locales y extranjeros. Dos días en el lugar y el tiempo en el que se puede disfrutar más, en el que se puede disfrutar de una variedad de restaurantes, en la zona del Viaducto, que forma parte del puerto. 

"Kia Ora"

Ese es el típico saludo neozelandés, que en idioma maorí significa "buena vida" y es usado casi como un "hola". La bienvenida a la "ciudad de las velas" sirve para impulsar su zona céntrica y continuar por sus parques. Entre los recomendables está el dominio de Auckland, con su jardín botánico lleno de flores y el Museo Nacional de la Memoria. 

Al atardecer es recomendable ir a la zona del puerto, donde además se pueden hacer paseos en barcos a vela que permite llegar a Auckland desde la perspectiva del agua. Entre los imprescindibles de la ciudad también están las playas de la zona que rodea al monte Victoria, al norte de la ciudad, lugar donde se llega al cruzar el imponente Puente del Puerto. Esta zona residencial se mueve a ritmo lento y familiar y es ideal para hacer playa y paseos naturales.

El panorama se completa con una visita a la reserva Kare Kare, donde se puede disfrutar de un bosque húmedo repleto de vegetación y cascadas, todo a la hora del centro de Auckland. Por qué alguien se queda con fuerzas para más, muy cerca hay una playa con arena negra volcánica, muy cotizada entre los surfistas por sus olas. La llaman Piha. 

Hacia la aventura

Nueva Zelanda se divide en dos islas que varias varias regiones. La isla norte, además de tener un Auckland como la ciudad más importante, contiene un Wellington, la capital política y cultural del país. Por su parte, la isla ofrece una diversidad de paisajes impensados para la extensión de la tierra que ocupa. Entre las opciones de aventura sin duda se encuentra un paso de al menos dos días por el Parque Nacional Abel Tasman.

Este paraíso costero ofrece una infinidad de posibilidades para casi todos los bolsillos. Hay cabañas de lujo en el medio del bosque, pero también existen espacios de camping para mochileros o aventureros que quieran dormir bajo las estrellas.

Una buena alternativa es llegar desde la ciudad de Nelson y elegir algunas de las actividades que ofrece el lugar: kayak, paseos en barco, playa y senderismo para conocer más sobre la flora y la fauna de este bosque húmedo con costas de arena dorada bañadas por el Mar de Tasmania. Estos aviones implican un mínimo estado físico, pero solo para quienes quieran relajarse, existen pequeños cruceros que se pueden ver en las bahías y que pueden tener un panorama general de la reserva y elegir una buena playa para descansar. 

Un cierre para una primera visita al país puede bajar hacia el sur y descansar unos días en el fresco clima de Wanaka, una pequeña ciudad bordeada por un extenso lago y una decorada por gigantescas montañas con picos de nieve. El lugar ofrece un circuito gastronómico especializado en vinos y whiskys con paseos por verdes valles y ríos de deshielo color turquesa profundo. En invierno también es la clave de los esquiadores que acuden en busca de vastas extensiones de nieve.