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Nicaragua: en tierras de Rubén Darío

Volcán Cosigüina, al oeste del país. El agua verde esmeralda del fondo del cráter, casi circular, acentúa su belleza natural.  (Fotografías Pablo Sigismondi)
Volcán Cosigüina, al oeste del país. El agua verde esmeralda del fondo del cráter, casi circular, acentúa su belleza natural. (Fotografías Pablo Sigismondi)

La exuberancia de los paisajes y de la historia de Nicaragua se respira a flor de piel. Este país centroamericano ofrece una rica biodiversidad en áreas protegidas, ciudades coloniales, una hilera de volcanes en actividad y playas de ensueño. 

Nicaragua es uno de los países más auténticos, accesibles y seguros para recorrer en América Central, a punto tal que muchos operadores turísticos lo consideran como el mejor destino. Dotado de una geografía exuberante y de una historia que se respira a flor de piel, resulta un sitio ideal para disfrutar de la biodiversidad de sus áreas protegidas, ciudades coloniales, volcanes en actividad y playas de ensueño.

Viajar por Nicaragua, en transporte público o en coche, permite percibir un ritmo tal de quietud y de tranquilidad que el tiempo tiene otra dimensión.

Hacia el sur

Conocida como la “Gran Sultana”, en honor a su apariencia morisca, Granada fue fundada en 1524, siendo una de las más antiguas del Nuevo Mundo. Esta ciudad se encuentra a orillas del Gran Lago de Nicaragua o lago Cocibolca.

Importante puerto lacustre desde sus orígenes, Granada fue la primera capital de Nicaragua independiente. Sus construcciones coloniales de color pastel, amarillo y rojo resaltan por doquier. Sus calles, iglesias y plazas invitan a caminar sin rumbo en el lugar más visitado de este país.

Muy cerca de allí, a tres horas de navegación, aparece Ometepe, isla ubicada en el lago Cocibolca. Este lugar cubre una superficie de 8.600 kilómetros cuadrados; es decir, unas 400 veces más que el lago del dique San Roque. Su nombre recuerda la leyenda de dos jóvenes: Ometepe y Nagrando (ver Amor prohibido). En esta zona, una vez más, Nicaragua se presenta como la tierra de los volcanes y las leyendas.

En Ometepe, sus dos volcanes -Concepción (de 1.610 metros, activo) y el Maderas (1.394 metros, extinto)- eran considerados como “los dos jóvenes enamorados, dioses hechos piedra”, según los antiguos moradores. Por entonces, los pueblos de la zona les ofrecían sacrificios y hacían ritos en su honor.

Cinturón de Fuego del Pacífico 

Tras dejar atrás Granada y la isla de Ometepe, emprendo el camino hacia el volcán Cosigüina, al noroeste del país. La madre tierra y el cielo parecen estar presentes con más fuerza en este rincón que bordea al Golfo de Fonseca, en el Océano Pacífico. Las nubes, los acantilados que cobijan una densa vegetación y el agua verde esmeralda del fondo del cráter, casi circular, hacen contener mi respiración. Sentado al borde del extinto volcán Cosigüina y a medida que la brisa seca mi transpiración, cierro los ojos e imagino cómo debió ser aquel 22 de enero de 1835. Ese día, una de las más enérgicas erupciones en tiempos históricos lo hizo estallar con tanta violencia que lo redujo a lo que es este paisaje. Cuentan que la furia incontenible del material expulsado formó los islotes e islas que salpican el mar adyacente.

José, el guía, improvisa un mágico pícnic con queso, pan, nueces y hongos. Valió la pena despertar temprano en el cercano poblado de Potosí. La subida hasta la cima, de poco más de 800 metros, había comenzado como una caminata de paseo a través del sendero, muy bien marcado. Sin embargo, enseguida se transformó en una auténtica aventura. La huella, por las intensas precipitaciones, es un sendero pesado de barro y mosquitos en la jungla. José abre paso con su machete afilado. El calor y la humedad dan paso, más arriba, al sol que comienza a brillar y recompensa así tamaño esfuerzo físico. Una pizca de la creación en este eslabón que jalona todo el país (y mucho más) llamado Cinturón de Fuego del Pacífico.

En tierras de Rubén Darío

Viajar por Nicaragua es entrar en otro ritmo, en otro tiempo. Aquí, el transporte por bus me hace estar más cerca de sus habitantes. La consigna “despacio, tranquilo y paciente” ayuda a olvidar apuros por llegar, a disfrutar de cada trayecto, a mirar. Así, de nuevo hacia el sur por la ruta 12, llego a León, una de las dos joyas coloniales del país.

Iglesias y, sobre todo, murales por doquier resaltan la importancia legendaria de esta ciudad. En efecto, basta con caminar por las calles para encontrar la historia del país hecha iconografía: pinturas aludiendo al Frente Sandinista de Liberación Nacional, a la lucha contra la dictadura de Somoza y en homenaje al patriota Augusto César Sandino (especialmente el de los Héroes y Mártires) muestran la memoria viva del país a través de los muros. Por otro lado, la Catedral de León guarda los restos del poeta Rubén Darío, otro referente de los nicaragüenses.

Al caer el sol, se abre la mejor caja de sorpresas de la ciudad, que ya había olvidado en otros sitios de Centroamérica: la intensa vida nocturna. Con más de dos siglos de vida universitaria (la Universidad de León data de 1813), el ambiente juvenil invade las calles invitándome a salir.

¿Para quiénes?

Durante todo el año, podemos viajar por Nicaragua. Su clima tropical, caluroso y húmedo, es más agradable entre los meses de noviembre y abril, cuando las precipitaciones disminuyen. El país presenta playas caribeñas y en el Pacífico. La región del Caribe ofrece las fabulosas Islas del Maíz, todavía poco visitadas. Podemos navegar por el lago de Nicaragua y el curso del río San Juan.

¿Para qué?

En Nicaragua, podemos visitar las ciudades coloniales de León y Granada. Esta zona es ideal para los amantes de la naturaleza y geólogos porque presenta gran cantidad de volcanes (más de 25, algunos activos). Recomendamos el Parque Nacional Masaya, con los volcanes activos Nindiri y Masaya. Granada, considerada la ciudad más bella del país, posee atractiva arquitectura. Desde ella podemos hacer excursiones a las islas en el lago de Nicaragua.

¿Por qué?

A excepción de Managua, este país presenta pintorescos pueblos y ciudades coloniales muy relajadas. Existe gran cantidad de áreas protegidas (el 20 por ciento del territorio) con abundantes selvas y volcanes para escalar. El archipiélago de Solentiname cuenta con 36 islas. Para los amantes de la aventura y la fotografía, el Cañón de Somoto, un sitio remoto y poco visitado.

¿Cómo?

Podemos volar desde Córdoba (Copa Airlines) hasta Panamá y luego continuar a Managua, con precios que parten de 14.800 pesos. En el mismo aeropuerto Internacional de Augusto Sandino, podemos alquilar coches y servicios de transporte para viajar por todo el país. La moneda de Nicaragua se llama córdoba.

Sugerimos alojamientos en hoteles coloniales: en Granada y León oscilan entre 700 y 1.700 pesos por día, habitación doble. Jícaro Island, establecimiento ecologista de lujo, 6.903 pesos. En Managua, los establecimientos de cadenas internacionales arrancan desde 3.700 pesos.

Amor prohibido

La leyenda asegura que Ometepe era una hermosa joven niquirana, de cuerpo esplendoroso, de mirada luminosa y sonrisa sin par que se enamoró de Nagrando, joven corpulento, de nariz aguileña, excelente pescador, cazador y guerrero. Sus familias estaban enfrentadas a muerte, por lo que jamás permitirían la unión de sus hijos. Ante la imposibilidad de su amor, se abrazaron y besaron para después poner fin a sus vidas. Las aguas del lago Cocibolca provienen de su sangre.

A su vez, de los pechos de Ometepe surgieron los dos volcanes que hay en el lago y Nagrando se convirtió en la isla de Zapatera.

PLUS

Estelí y el salto La Estanzuela

Estelí es una ciudad de clima muy agradable por su altitud (a 850 metros de altura), ubicada en la región montañosa del norte del país. Sitio ideal para realizar excursiones diarias a las serranías cercanas y reservas naturales, en un paisaje rural de cafetales, tabaco y flores. Hacia el sur de la ciudad, y a seis kilómetros, se encuentra el salto La Estanzuela, de 36 metros de altura. Zambullirse en la laguna, además de refrescarse, hace recordar sitios semejantes de las sierras de Córdoba.

Acahualinca

Al oeste de la capital, y en la población homónima, se encuentran las llamadas Huellas de Acahualinca, impresionante testimonio arqueológico. Diversos estudios cifran su antigüedad en unos dos mil años y afirman que, en ese momento, 15 personas caminaron entre cenizas y fangos volcánicos que quedaron grabados y se solidificaron, para ser tapadas posteriormente por sucesivas capas de sedimentos. Fueron descubiertas en 1874.

Catedral de León 

Es la más grande de Centroamérica. Se comenzó a construir hacia 1747 y fue consagrada en 1860. Su sólida edificación le permitió sobrevivir a erupciones volcánicas y terremotos. Entre los personajes ilustres sepultados en ella, se encuentra Rubén Darío. El valor artístico de su interior y su edificación han sido reconocidos internacionalmente. En los alrededores, se destacan las ruinas de León Viejo, sepultadas por las cenizas del volcán Momotombo. Ambos integran la lista del Patrimonio de la Humanidad.

Isla de Ometepe

Casi en el centro del lago de Nicaragua –o Cocibolca- se levanta esta isla con silueta de número ocho, que forman los volcanes Maderas y Concepción. El lugar, considerado paradisíaco por su fértil suelo, sus playas y su agua cristalina y pura, posee gran cantidad de vestigios prehispánicos, como petroglifos y cerámica. Su biodiversidad está protegida como Reserva de la Biosfera. Podemos acceder desde los puertos de Granada y San Jorge.

*Especial