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Nájera, tierra de celtas y moros

Monasterio de Santa María la Real, construido en 1502 por el rey navarro Don García.
Monasterio de Santa María la Real, construido en 1502 por el rey navarro Don García.

Por suerte, Nájera estaba cerca y pudimos llegar sin mayores problemas. Encerrada entre barrancas rocosas (de hecho el nombre deriva del árabe naxara, “entre las peñas”) y el río Najerilla, fue territorio ocupado por celtas, romanos, moros y recuperado por el rey navarro Don García.

Por suerte, Nájera estaba cerca y pudimos llegar sin mayores problemas. Encerrada entre barrancas rocosas (de hecho el nombre deriva del árabe naxara, “entre las peñas”) y el río Najerilla, fue territorio ocupado por celtas, romanos, moros y recuperado por el rey navarro Don García.

En conmemoración a la derrota de los moros, el monarca hizo construir, en 1502, el monasterio de Santa María la Real sobre una cueva donde se le apareció la Virgen preanunciándole la victoria.

Almorzamos bocadillos de jamón crudo o de tortillas de papas, sentados en la plaza mirando el conjunto arquitectónico, cuya particularidad es que posee unas ventanas con celosías talladas en piedra, asombrosa y fina obra.

Más adelante divisamos la Colegiata de Nájera, otra iglesia gótica. Ya no sabemos a qué obra prestar atención, pues son ciudades de una riqueza arquitectónica sin igual, debido al paso de diversas culturas que dejaron su impronta.

Cruzamos el poblado de Azofra y a la salida, sobre la calzada de tierra, nos encontramos con un viejo crucero o picota de piedra del siglo XVI, símbolo de justicia en medio de la nada.

La calzada de ripio en este tramo es muy hermosa con desniveles y sembradíos, cerros y montes dispersos, pero el sueño se termina cuando entramos a Cirueña, una urbanización de las que se generaron con la burbuja inmobiliaria, con cientos y cientos de apartamentos, todos vacíos, cerrados hoy por la crisis.

Una cancha de golf convoca visitantes de otras tierras.

Nos volvemos a cruzar con un ciclista español que está apurado por llegar, porque se le acaban las vacaciones.

Hace el camino solo y lo demás no existe; sobre el asiento lleva un abrigo de polar porque le duelen las asentaderas y en el manubrio una bolsa de súper donde lleva alimentos.

No sabemos la razón, pero él va mas rápido, vuela en la ruta, mientras nosotros, vamos disfrutando y lo encontramos cada tanto. Se parece a la fábula de Esopo, de la liebre y la tortuga.